TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

domingo, 29 de julio de 2012

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 29 DE JULIO, 17º DEL TIEMPO ORDINARIO

Jesús da de comer a una multitud

Juan 6.1-15   En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman estos?». Lo decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo». Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?».
   Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo». Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie». Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:
   «Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo». Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.

Otras lecturas: 2 Reyes 4.42-44; Salmo 145.10-11, 15-18; Efesios 4.1-6

LECTIO:
   Juan disfruta narrando este episodio. Es obvio que los discípulos no se esperan un acontecimiento milagroso. Felipe no ve más allá del enorme costo: aproximadamente el salario de ocho meses. Andrés sólo se fija en los cinco panes del niño.
   Jesús, en cambio, no vio problema alguno: ya sabía cómo se iba a satisfacer aquella necesidad. Acepta los panes y los peces del niño y los multiplica milagrosamente, dando de comer abundantemente a todo el mundo. ¡Y, además, quedan doce canastas de sobras! ¿Cuál es el significado de este milagro?   Podríamos quedarnos con el sentido literal, pero si seguimos leyendo el resto del capítulo 6, vemos cómo Juan aporta una dimensión adicional.
   Juan desarrolla el tema de la comida. La usa como metáfora o imagen verbal. Presenta a Jesús como ‘pan de vida’, un pan que sostiene la vida, especialmente la vida espiritual (versículos 27-36). Jesús mismo traza el paralelo entre satisfacer las necesidades físicas del pueblo y colmar sus necesidades espirituales (versículos 26-27). Para sacar provecho de este alimento espiritual también nosotros debemos hacer algo: creer en Jesús (versículo 29). Su enseñanza es alimento perfecto para cualquiera que fundamente su vida en él y, en tal caso, cada trozo es valioso.

MEDITATIO:
¿Qué lecciones crees que quería enseñar Jesús a sus discípulos por medio de este milagro? ¿Qué podemos aprender nosotros de esto?
¿Cómo te ‘alimentas’ de Jesús y de sus palabras? La mayor parte de la gente se fija en la importancia del alimento físico. Considera si tú le das suficiente prioridad a tu ‘dieta’ espiritual.

ORATIO:
   El Salmo 145 alaba al Señor por su cariño hacia todas sus criaturas. Los versículos 15-16 hablan de la ‘comida’ que les da a su tiempo. Piensa en alguna ocasión en la que un versículo de la Escritura te haya dado fuerzas para seguir adelante.
   Dale gracias a Dios por las distintas maneras en que te ha ayudado y ‘abastecido’ en momentos concretos de tu vida. Que estas oraciones y las palabras de este salmo edifiquen tu fe y tu confianza en el futuro.

CONTEMPLATIO:
   Cuando la multitud presenció cómo multiplicaba Jesús el alimento, dijeron: ‘este es el profeta’. Tal vez relacionaban aquello con un milagro relatado en 2 Reyes 4.42-44, cuando Eliseo dio de comer a cien profetas multiplicando veinte panes.
   En Efesios 4.1-6, Pablo nos recuerda que los cristianos son un solo cuerpo en Jesús y con él. Esto significa que compartimos una esperanza común: la salvación. También tenemos ‘un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos’. Por eso, todos quedamos incluidos en esta promesa.
Sociedades Bíblicas Unidas

1 comentario:

  1. ¿Cabría hacer un préstamo a Dios? Podría parecer que es una ofensa al Todopoderoso. Sin embargo tantas veces los milagros que hace el Señor los hace con nuestra propia pequeñez, en la que queda manifiesta su infinita grandeza. En continuidad con el del domingo pasado, el Evangelio nos relata cómo Jesús percibió otro tipo de carencia, más elemental quizás pero igualmente evidente, entre aquella multitud que le seguía: no sólo no tenían pastor y por lo tanto había que enseñarles, sino que tampoco tenían pan, y entonces, igualmente había que alimentarles: “Jesús, al ver que acudía mucha gente dijo a Felipe: ¿con qué compraremos panes para que coman éstos?”. En medio de la extrañeza de Felipe llega Andrés y apunta un conato de solución: aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces, ¿pero qué es eso para tantos?
    La evidente provocación estaba servida, y ante la desmedida empresa de tener que alimentar a tantos con tan poco, era lógica aquella reacción de los discípulos: nos supera, no sabemos qué hacer ni por dónde empezar. Como dice el Evangelio de Marcos: “vamos nosotros a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?”.
    Jesús hizo ese milagro ante todos, y quedó manifiesta la grandeza de Dios... pero a través de la pequeñez humana: fue realizado con la ayuda humilde del muchacho que encontró Andrés: con sus cinco panes y sus dos peces. Es un impresionante testimonio de cómo Jesús no ha querido mostrarnos un rostro de Dios autosuficiente y despectivo respecto de sus hijos, sino que –por así decirlo– ha querido tener necesidad de nuestra pequeña colaboración humana para que su grandeza divina pueda ser manifestada.
    Otras hambres de otros panes tiene planteadas nuestra querida humanidad: la paz, el trabajo, la justicia, el amor, el respeto, la esperanza, la fe, la verdad... y un largo etcétera tan inmenso como grande es la humanidad. Son muchas las hambres de los hombres. Quizás haya quien espere de Dios un milagro sonoro y tumbativo, un milagro de Dios y a lo divino. Mientras que Jesús nos seguirá diciendo como entonces: dadles vosotros de comer, buscad el pan adecuado para esas hambres concretas. Entonces sentiremos el mismo estupor y desbordamiento que sintieron los discípulos en el lago de Galilea. Jesús sigue haciendo milagros, pero éstos pasan por nuestras manos, nuestro corazón, nuestros ojos, nuestros labios: Él necesita también hoy nuestros panes y nuestros peces, para dar de comer a la multitud de tan diversas hambres. El milagro somos nosotros, que ofreciendo nuestra pequeñez, Dios convierte en grandeza, en signo. Y también hoy la gente quedará saciada. ¿No vemos el hambre? ¿No nos vemos como el pan que las manos de Jesús reparten? Dejémonos tomar, partir y repartir, dejémonos ser milagro para los demás. Yo soy ese pan y esos peces, con los que en medio de nuestra pequeñez Dios hace milagros.

     Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
    Arzobispo de Oviedo

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