TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 16 de julio de 2011

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 17 DE JULIO, 16º DEL TIEMPO ORDINARIO

LA SIEGA FINAL

Mateo 13:24-30, 36-43* 24 Jesús les contó esta otra parábola: “El reino de los cielos puede compararse a un hombre que sembró buena semilla en su campo; 25 pero mientras todos estaban durmiendo, llegó un enemigo que sembró mala hierba entre el trigo, y se fue. 26 Cuando creció el trigo y se formó la espiga, apareció también la mala hierba. 27 Entonces los labradores fueron a decirle al dueño: ‘Señor, si la semilla que sembraste en el campo era buena, ¿cómo es que ha salido mala hierba?’ 28 El dueño les dijo: ‘Un enemigo ha hecho esto.’ Los labradores le preguntaron: ‘¿Quieres que vayamos a arrancar la mala hierba?’ 29 Pero él les dijo: ‘No, porque al arrancar la mala hierba podéis arrancar también el trigo. 30 Es mejor dejarlos crecer juntos, hasta la siega; entonces mandaré a los segadores a recoger primero la mala hierba y atarla en manojos, para quemarla, y que luego guarden el trigo en mi granero.’ ” 36 Jesús despidió a la gente y entró en la casa. Sus discípulos se acercaron a él y le pidieron que les explicase la parábola de la mala hierba en el campo. 37 Él les respondió: “El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre, 38 y el campo es el mundo. La buena semilla representa a los que son del reino; la mala hierba, a los que son del maligno; 39 y el enemigo que sembró la mala hierba es el diablo. La siega representa el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. 40 Así como se recoge la mala hierba y se la quema en una hoguera, así sucederá al fi n del mundo. 41 El Hijo del hombre mandará sus ángeles a recoger de su reino a todos los que hacen pecar a otros y a los que practican el mal. 42 Los arrojarán al horno encendido, donde llorarán y les rechinarán los dientes. 43 Entonces, aquellos que cumplen lo ordenado por Dios brillarán como el sol en el reino de su Padre. Los que tienen oídos, oigan.
Otras Lecturas: Sabiduría 12:13, 16-19; Salmo 85:5-6, 9-10, 15-16; Romanos 8:26-27
LECTIO:
   Es muy importante la interpretación que hace Jesús de esta parábola. En este caso, las semillas no son la ‘palabra de Dios’ de la segunda parábola del sembrador (Mateo 13:1-19). Aquí Jesús está hablando sobre la comunidad eclesial, el pueblo de Dios en medio del mundo, aunque a primera vista las dos parábolas resulten parecidas.
   A quienes intentan vivir tal como él les manda, Jesús los llama ‘los que son del reino’. En medio de ellos se esconden ‘los que son del maligno’. En otras palabras, quienes no obedecen a Dios, sino que dejan que sea el Diablo quien dirija sus vidas. Los labradores quieren arrancar la mala hierba inmediatamente, pero el dueño les ordena que esperen hasta la época de la cosecha. De la misma manera, nosotros, como miembros de la iglesia, deberíamos evitar juzgarnos los unos a los otros. El juicio le pertenece al Hijo del hombre: él es el único que distingue entre unas simientes y otras. Mientras tanto, las buenas semillas tienen tiempo para crecer y madurar hasta el tiempo de la siega, aunque ‘la mala hierba’ pueda ser un obstáculo. Jesús se niega a intervenir hasta el momento de la cosecha, es decir, el fin del mundo.
   Hay aquí una advertencia para quienes frecuentan la iglesia pero en realidad no siguen a Jesús. Todos nosotros debemos estar alerta y vivir nuestras vidas en obediencia a Jesús. Cada uno tendrá que rendir cuentas de su propia vida el día del juicio.
MEDITATIO:
¿Qué importancia tiene esta parábola para tu vida espiritual?
¿Qué puedes aprender aquí de las enseñanzas de Jesús?
¿Cuál es tu respuesta?
ORATIO:
   “De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Porque no sabemos orar como es debido, pero el Espíritu mismo ruega a Dios por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.” Romanos 8:26
   Todos nosotros necesitamos la ayuda de Dios para poder seguirle, y este versículo nos anima, ya que el Espíritu Santo está intercediendo por nosotros. Responde a Dios en la oración. Puede que desees orar diciendo: ‘Señor, dame la gracia de escuchar tu voz que me llama a una vida de fe más profunda’.
CONTEMPLATIO:
Lee el Salmo 86 y medita en torno a la grandeza y la misericordia de Dios.

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