En María, el Hijo de Dios se hizo hombre para que nosotros, por su Pasión y
cruz podamos llegar a la gloria de la resurrección (cf. 1.ª orac.). Y esto fue
posible gracias a su fe, con la que aceptó obediente el anuncio del ángel:
«Dichosa tú que has creído» (Ev.). Esa obediencia es la que tuvo el Hijo desde
el momento de su encarnación: «Aquí estoy para hacer tu voluntad» (2 lect.).
María, con el Hijo de Dios en su seno, es el arca de la Nueva Alianza que
visita a Isabel. Y con ella nos dirigimos hacia Belén donde nacerá el jefe de
Israel (cf. 1 lect.). El Espíritu Santo sigue haciendo presente a Cristo en la
eucaristía (orac. sobre las ofrendas).
San José y la Acogida
José tenía sus sueños de matrimonio y
familia. También su negocio y su futuro. Curiosamente la primera elección de
José en su primer sueño es elegir acoger la renuncia a sí mismo. La pobreza de
acoger con todas las críticas y la maldad de su familia y vecinos, lo que no es
suyo. Acoger renunciando a lo que más deseaba en su afecto y relacionabilidad y
ser pobre a la mirada de los otros que, abierta o indirectamente, lo despreciaban
en su interior. También hoy es típico hablar del consumo, porque vivimos solicitados, abrumados en la necesidad de
consumir. Nos creamos necesidades artificiales de bienestar que, además, es la vertebración económica de nuestra sociedad
y la llaman el motor de la civilización. Por eso, la producción exige consumo y
si no se da, se estimula y se crea la necesidad. Es una sociedad que no quiere personas, sólo clientes. Esta es nuestra cultura de clientes acelerados que
cada día se superan en sus productos y sin asimilarlos ya están pasados de moda
o dejan de fabricarlos. Vivimos una
cultura contraria a la posibilidad de asimilar y, por lo tanto, de acoger.
José tiene que interpretar el lenguaje de
Dios. Tiene que descubrir,
asimilar el lenguaje de Dios y lo hace. ¿Podríamos nosotros en esta cultura
descubrir el lenguaje de Dios? ¿Los sueños de Dios? José asume la pobreza de no
dominar el tiempo, y se introduce en otro tiempo y ahí comienza su camino de pobreza y de elección. Su
camino de acogida. ¿Y tú, serías
capaz?
Mons. Jesús Rodríguez Torrente, asistente eclesiástico de ACN España
No hay comentarios:
Publicar un comentario