TIEMPO LITÚRGICO

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domingo, 23 de mayo de 2021

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 23 DE MAYO DEL 2021, SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Arzobispo de Toledo. Primado de España)

«RECIBID EL ESPÍRITU SANTO…»

 

Jn. 20. 19-23

 

       Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

 Otras Lecturas: Hechos  2,1-11; Salmo 103;  Corintios 12,3b-7,12-13

 LECTIO:

   Tras la Ascensión de Jesús, los discípulos volvieron a Jerusalén. Allí esperarían el cumplimiento de la promesa del Espíritu. “Todos los discípulos estaban juntos el día de Pentecostés”. En la sala donde se tuvo la última Cena, solían reunirse, eran concordes, y oraban con algunas mujeres y con María.

     […] A diferencia de la torre de Babel… ahora en Jerusalén ocurría: que las maravillas que se escuchaban eran las de Dios, y que lejos de ser víctimas de la confusión, aun hablando lenguas distintas, eran las justas y necesarias para entenderse. Efectivamente, se trataba de hacer entender en todos los lenguajes lo que maravillosamente Dios había dicho y hecho. La misión de la Iglesia es continuar la de Jesús: “como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”.

Los discípulos de Jesús que formamos su Iglesia, como miembros de su “cuerpo”, desde nuestras cualidades y dones, en nuestro tiempo y en nuestro lugar, estamos llamados a continuar lo que Jesús comenzó.

     El Espíritu nos da su fuerza, su luz, su consejo, su sabiduría para que a través nuestro también puedan seguir escuchando hablar de las maravillas de Dios y asomarse a su proyecto de amor otros hombres, culturas, situaciones. El Espíritu “traduce” desde nuestra vida, aquel viejo y nuevo mensaje, aquel eterno anuncio de Buena Nueva. Esto fue y sigue siendo el milagro y el regalo de Pentecostés. (+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm. Arzobispo de Oviedo).

 

MEDITATIO:

     La Palabra de Dios, hoy de modo especial, nos dice que el Espíritu actúa, en las personas y en las comunidades que están colmadas de él, las hace capaces de recibir a Dios. Y ¿Qué es lo que hace el Espíritu Santo mediante esta nueva capacidad que nos da? Guía hasta la verdad plena, renueva la tierra y da sus frutos. Guía, renueva y fructifica. (Papa Francisco)

   Los Apóstoles… hombres, antes asustados y paralizados, encerrados en el cenáculo para evitar las consecuencias del viernes santo, ya no se avergonzarán de ser discípulos de Cristo, ya no temblarán ante los tribunales humanos. Gracias al Espíritu Santo comprenden que la muerte de Jesús no es su derrota, sino la expresión extrema del amor de Dios… Y esta realidad, de la cual ellos son testigos, se convierte en Buena Noticia que se debe anunciar a todos. (Papa Francisco)

   El mundo tiene necesidad de hombres y mujeres no cerrados, sino llenos de Espíritu Santo… Existen muchos modos de cerrarse al Espíritu Santo: en el egoísmo del propio interés, en el legalismo rígido, en la falta de memoria de todo aquello que Jesús ha enseñado, en el vivir la vida cristiana no como servicio sino como interés personal, entre otras cosas. (Papa Francisco)

 ORATIO:

     Señor Jesús, Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos de la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra.

Ven, Espíritu Santo,

cámbianos por dentro

y renueva la faz de la tierra.

 CONTEMPLATIO:

«Paz a vosotros. Recibid el Espíritu Santo »

   Celebramos este domingo la gran fiesta de Pentecostés, la fiesta del Espíritu Santo, que fue enviado en este día para renovar la faz de la tierra, renovando todos los corazones.[…]

   La Iglesia ha recorrido los caminos del Espíritu, en su nacimiento y en su despliegue misionero. El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia, la va conduciendo a la verdad plena, como prometió Jesús, la consuela y la fortalece en medio de las tribulaciones del mundo, va configurando a cada uno de sus hijos, según el modelo de Cristo. Los que dejan mover por el Espíritu, ésos son hijos de Dios y herederos del cielo.

     La fiesta de Pentecostés es el fruto maduro de la Pascua. Ven, Espíritu Santo, y renuévalo todo con tu amor. Es el Espíritu Santo el que ha sido derramado en nuestros corazones para que experimentemos que somos hijos de Dios y hermanos de todos los hombres. Él es el autor de nuestra vida espiritual, nuestra vida según el Espíritu. Nos va haciendo parecidos a Jesús, infunde en nosotros sus virtudes y su estilo. El Espíritu Santo nos llena de esperanza y de alegría. Nos hace vivir en gracia de Dios, es decir, en la amistad de Dios, que Cristo nos ha alcanzado por su redención. Las virtudes las alienta el Espíritu en nuestros corazones. Y los dones del Espíritu Santo vienen a perfeccionar todo el organismo espiritual de nuestras vidas. La fiesta de Pentecostés quiere darnos los frutos abundantes del Espíritu: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad (Gal 5, 22-23). (+ Demetrio Fernández - Obispo de Córdoba)

 

…   En efecto, los que gozan de la presencia de Cristo, es lógico que estén tranquilos y serenos. Es precisamente lo que Pablo deseaba a los fieles, diciendo: Y la paz de Cristo, que sobrepasa todo juicio, custodie vuestros corazones y vuestros pensamientos. Y la paz de Cristo, que sobrepasa todo juicio, dice no ser otra que su Espíritu, el cual colma de toda clase de bienes a quien participare de él. (S. Cirilo de Alejandría)

1 comentario:

  1. A los cincuenta días de Cristo resucitado, nos envía desde el Padre el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que tiene como misión formar en nosotros los sentimientos del Corazón de Jesús, la santidad y la coherencia con el Evangelio.
    Tiene como fondo la Pascua que celebran los israelitas cincuenta días después de la Alianza del Sinaí, recuerdo de las tablas de la ley que Dios entregó a Moisés en el Sinaí.
    Nuestro Pentecostés es también el fruto del Resucitado, el don del Espíritu Santo. Tiene como misión grabar a fuego en nuestro corazón de carne, las ansias redentoras de Cristo. Es una Pascua nueva, ley nueva, alianza nueva; una vida nueva que nos trae el Corazón de Jesús Nuevo y Resucitado para siempre.
    Recibir el Espíritu Santo que brota desde siempre de la Trinidad y ahora canal de la humanidad de Cristo, es su Corazón nuevo para la vida del mundo. Como el Padre ha enviado a su Hijo para salvar el mundo, nos manda recibir el Espíritu Santo que a través de sus dones facilitará la vida cristiana, la vida espiritual y que a través de los frutos recrea en nosotros la certeza del amor de Dios, que se convierte en alegría, paz y magnanimidad, como lo indica en el cap. 5 San Pablo a los Gálatas.

    + Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
    Primado de España

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