« TÚ ERES MI HIJO AMADO, MI PREDILECTO »
En aquel tiempo, proclamaba Juan: «Detrás
de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle
las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»
Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de
Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio
rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz
del cielo: «Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.»
Otras
Lecturas: Isaías 42,1-4.6-7; Salmo 28; Hechos 10,34-38
Esta fiesta del
Bautismo del Señor es una manifestación cierta de un Jesús que
es Dios. Y que lo dice Dios mismo:
«Tú eres mi hijo. Yo te he enviado». Pero eso también nos lo dice
el Señor hoy a nosotros: Sois mis hijos. Sois hijos de Dios. Yo
os envío para que viváis mi vida. Y os envío con mi fuerza, con mi amor, con mi
gracia, con mi entrega. Mostremos con pasión que Jesús es el Señor. (+ Fr. Jesús Sanz Montes,
ofm. Arzobispo de Oviedo)
Después de las navidades volvemos al
faenar de cada día, como Jesús reemprendió su presencia entre
nosotros de un modo nuevo tras su Bautismo. Se nos invita a mirarle, a
escucharle, porque en Él está nuestro espejo intuido y
nuestro eco mejor. La alegría que está donde siempre estuvo y que no depende de
consignas de grupo ni de guion de festejos, el gusto por la vida que llena de
pasión cada cosa que se hace. Para esto ha venido Jesús,
para esto ha comenzado su ministerio. En
Él, la creación vuelve a ser pura, creíble, apasionante. Dios nos da su Palabra
más amada y preferida... y nuestras voces encuentran finalmente el sentido de
su hablar. (+ Fr. Jesús Sanz
Montes, ofm. Arzobispo de
Oviedo)
MEDITATIO:
La
celebración hoy del bautismo del Señor concluye el tiempo de
Navidad y nos invita a pensar en nuestro bautismo.
Jesús quiso recibir el bautismo predicado y administrado por Juan el Bautista
en el Jordán. Era un bautismo de penitencia: los que se acercaban manifestaban
el deseo de ser purificados de los pecados y, con la ayuda de Dios, se
comprometían a comenzar una nueva vida. (Papa
Francisco)
El Evangelio de hoy subraya que Jesús, «no
bien hubo salido del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en
forma de paloma, bajaba a él». El Espíritu Santo,… desciende en plenitud sobre
Jesús para darle la fortaleza de cumplir su misión en el mundo. El
Espíritu es el artífice del bautismo de Jesús y también de nuestro bautismo. Él
nos abre los ojos del corazón a la verdad, a toda la verdad.
Empuja nuestra vida por el sendero de la caridad. Él es el don que el Padre ha
dado a cada uno de nosotros el día de nuestro bautismo. Él, el Espíritu, nos
transmite la ternura del perdón divino. Y siempre es Él, el Espíritu Santo,
quien hace resonar la reveladora Palabra del Padre: «Tú eres mi Hijo». (Papa Francisco)
La fiesta del bautismo de Jesús invita a
cada cristiano a recordar su bautismo… ¿Sabéis en qué día fuiste
bautizado? De esa fecha tenemos que acordarnos siempre, porque es
una fecha de fiesta, es la fecha de nuestra santificación inicial,
es la fecha en la que el Padre nos dio al Espíritu Santo que
nos impulsa a caminar, es la fecha del gran perdón.
(Papa Francisco)
Señor, tú has grabado mi nombre en la
palma de tu mano para no olvidarme, y me has sellado en la frente con el don de
tu Espíritu. Me has llamado “hijo amado”, y aún conociendo mi pecado has puesto
en mí tu complacencia.
Contigo quiero, señor renovar
mi bautismo
un tanto empolvado por el
paso del tiempo.
Reavivar
mi bautismo un tanto mortecino.
Fortalecer mi bautismo a
veces débil y acomodado.
«Él os bautizará con Espíritu Santo…»
En estos días hemos recordado que Jesús es la Palabra que el Padre Dios acampó en nuestra tierra, pero Palabra que ha asumido hasta el final la condición humana, y por lo tanto, ha querido aprender a hablar nuestros lenguajes [...]
Hoy se trata de
abrirnos a escuchar en nuestro interior solo esta voz: «Tú eres mi hijo. Mi
amado». A veces no es fácil
escuchar. Hay muchas otras voces, queridos hermanos. Voces que gritan fuerte
entre nosotros. No vales, no mereces, no eres atractivo, no le importas a
nadie, no tienes mis ideas… Estas voces negativas nos impiden escuchar la única
verdad que libera al ser humano, y que le da la altura que tiene que tener. «Tú
eres mi hijo. Mi amado. Eres mi amor. Tú eres todo para mí». Solamente estas
palabras bastarían para vivir una vida plena de sentido y llena de alegría [...]
Junto a Jesucristo, que se
hará presente, también hoy sintamos cómo Él nos dice: Tú eres mi amado. Te
quiero. Cuento contigo. Eres miembro de la Iglesia. Anúnciame.
Confórmate a mí. Deja que abrace tu vida. Déjame guiarte. En medio de las deficiencias
que tengas, y de los pecados que puedas tener también en tu vida, deja que yo te
libere con mi gracia y con mi amor. (+ Fr. Jesús Sanz
Montes, ofm. Arzobispo de
Oviedo)
■… Fue bautizado el Señor, no para purificarse, sino
para purificar las aguas, a fin de que, purificadas por la carne de Jesucristo,
que no conoció el pecado, tuviesen virtud para bautizar a los demás. (San Ambrosio)
Concluye el ciclo de Navidad con el Bautismo del Señor. Es en la Navidad donde el cristiano descubre su profunda dignidad de bautizado y en la Pascua vive en plenitud.
ResponderEliminarJesús se bautiza desde la profunda humildad del corazón de pasar por uno de tantos.
Es su profunda humildad que conmueve el corazón del Padre que se manifestará diciendo. “Tú eres mi Hijo amado en quien me complazco”.
Cada bautizado es hijo amado del Padre que se complace en nuestras limitaciones y pobrezas. Tenemos que recordar el día de nuestro bautismo, el día que nacimos a una vida nueva de hijos amados y predilectos del Padre.
+ Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
Primado de España