«SED
PERFECTOS, COMO VUESTRO PADRE CELESTIAL ES PERFECTO»
Mt. 5. 38-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos. «Habéis
oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente
por diente”. Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno
te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte
pleito para quitarte la túnica, dale también el manto; a quien te requiera para
caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide
prestado, no lo rehúyas.
Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y
aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os
digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis
hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y
manda la lluvia a justos e injustos.
Porque,
si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si
saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo
mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre
celestial es perfecto.
Otras Lecturas: Levítico 19, 1-2.17-18; Salmo
102; 1Coríntios 3, 16-23
LECTIO:
El evangelio de este domingo continúa el
Sermón de la montaña, donde Jesús va interiorizando los preceptos de Dios. Donde se dijo
“ama a tu prójimo y aborrece a tu enemigo”, Jesús nos enseña a poner la otra
mejilla cuando te abofetean en una de ellas. Es decir, no sólo no respondas con
el tono con que has sido ofendido, sino que “no hagáis frente al que os
agravia”.
Esta
doctrina
no la ha enseñado nunca nadie más en toda la historia de la humanidad, es una
enseñanza original de Jesús, que concluye: “Amad a vuestro enemigos y
rezad por los que os persiguen”. y la razón más profunda de ello es para parecerse
a Dios Padre, que hace salir el sol sobre malos y
buenos y manda la lluvia a justos e injustos…
Podemos decir que en este mandamiento del
amor a los enemigos Jesús nos resume la quintaesencia del Evangelio, que
consiste en tener a Dios como Padre y en tratar a todos como hermanos, hijos del
mismo Padre. Y puesto que todos somos limitados y pecadores, en la convivencia
de unos con otros es necesario el perdón continuo, pedido con humildad y
ofrecido con generosidad.
Así nos parecemos a nuestro Padre Dios, porque tratamos de imitar a
Jesucristo, acogiendo el don del Espíritu Santo. Así podemos ser santos como
nuestro Padre celestial es santo. (+ Demetrio Fernández - Obispo de Córdoba)
MEDITATIO:
Jesús muestra el camino de
la verdadera justicia mediante la ley del amor que supera la de la
venganza, «ojo por ojo y diente por diente»… no pide a sus discípulos sufrir el
mal, pide
reaccionar con el bien. El mal es un “vacío”, un
vacío de bien, y un vacío no se puede llenar con otro vacío, sino solo con un
“lleno”, es decir con el bien. La represalia no lleva nunca a la resolución de
conflictos. (Papa Francisco)
Jesús nos quiere enseñar la
distinción que tenemos que hacer entre la justicia y
la venganza. La venganza nunca es justa.
Se nos consiente pedir justicia; es nuestro deber practicar la justicia. Sin
embargo se nos prohíbe vengarnos o fomentar de alguna manera la venganza, en
cuanto expresión del odio y de la violencia. (Papa Francisco)
Jesús propone el mandamiento
del amor del prójimo, que implica también el amor por los enemigos:
«Amad a vuestro enemigos y rogad por los que os persiguen». Y esto no es fácil.
… Cuando hablamos de “enemigos” no tenemos que pensar en personas diferentes y
alejadas de nosotros; hablamos también de nosotros mismos, que podemos entrar
en conflicto con nuestro prójimo, con nuestros familiares. Enemigos son también
aquellos que hablan mal de nosotros, que nos calumnian y nos tratan
injustamente. A todos ellos estamos llamados a responder con el bien. (Papa Francisco)
ORATIO:
Señor Jesús gracias
porque a pesar de mi miseria me sigues llamando a la santidad, quieres que sea
perfecto como tú lo eres. Quiero recibir la dulzura de tu bondad y entregarla a los demás.
Creo en ti, Señor, pero
ayúdame a creer con firmeza;
espero en ti, pero ayúdame
a esperar sin desconfianza,
te amo, Señor, pero
ayúdame a demostrarte que te quiero…
CONTEMPLATIO:
“Amad a vuestros enemigos y rezad por los
que os persiguen”
Jesús propone cambiar la ley
del talión, «ojo por ojo, diente por diente», esto es, puedes vengarte en la
medida en que has sido ofendido… Hay que reconocer que este espíritu de
venganza sigue estando vivo en el corazón de aquellas personas que utilizan
expresiones como éstas: «el que la hace, la paga», «no te dejes pisar», «el que
ríe el último ríe mejor», «la mejor defensa es un buen ataque»…
Para Jesús y los que deseen seguirlo queda
excluido no sólo la venganza efectiva sino también el deseo de la misma, hasta llegar a renunciar a
todo tipo de justicia vengativa o a cualquier violencia activa, incluso como
autodefensa: «No hagáis frente al que os agravia, al contrario,…» y muestra con
varios ejemplos el verdadero espíritu de perdón, de reconciliación y de
fraternidad…
El mensaje de Jesús aparece aquí en toda su radicalidad y revoluciona todos nuestros criterios y valores
humanos. Duro programa de examen es
el que propugna. ¿Seremos capaces de aprobarlo?... Jesucristo no propone estas
normas o enseñanzas a sus discípulos como una mera utopía. Es el ideal, que si
fracasa, será por la dureza del corazón humano y/o por las estructuras
violentas y egoístas con que hemos creado el mundo. Jesucristo excluye
conscientemente toda clase de violencia o ensañamiento, pero no una resistencia
pacífica, basada en el amor. (+ Ángel Pérez Pueyo - Obispo
Barbastro-Monzón)
■… Muchos,
midiendo los preceptos de Dios con su debilidad y no con la gracia o fuerza de
los santos, dicen que son imposibles las cosas preceptuadas, y que basta para
la virtud no aborrecer a los enemigos, porque, el amarlos, es más de lo que
puede soportar la naturaleza humana. Pero debe tenerse en cuenta que Jesucristo
no manda cosas imposibles, sino perfectas. Como lo que hizo David con Saúl y
Absalón, también lo que hizo el mártir San Esteban, quien rogó por los que le
apedrearon y (Hch 7) San Pablo, que quiso ser anatematizado en lugar
de sus perseguidores (Rom 9). Esto nos enseñó el Señor, y lo hizo también diciendo: «Padre, perdónalos» (Lev 23,24). (San Jerónimo)
El evangelio de Jesús tiene radicalidad porque Jesús va a por todas. Se puede amar a nuestros enemigos, si el Señor nos da la gracia de los sentimientos de su Corazón. Siempre me acuerdo de aquella frase lapidaria de Lacordiere. Si quieres ser feliz un instante, vengate; pero si quieres ser feliz siempre, perdona. Esa es la gran propuesta humana del evangelio, que es como Jesús humano y divino.
ResponderEliminarJesús desde su fidelidad sin fisuras al decálogo va mucho más allá en Aquel que nos ha amado hasta el extremo. En el fondo lo que nos enseña Jesús con su vida a vivir, no tiene comparación con nada. Es tan radical como original. Y a la vez es sencillo, porque vivido con Él, es volver a encontrar siempre el encanto de la vida con Dios para no vivir en el desencanto de la vida.
Jesús nos da aquí una de las respuestas más claras a los retos que tenemos hoy de cristianos cansados y sin alicientes. Ser cristiano es para muchos una carga insoportable. No han descubierto el Corazón de lo que les parece una Ley sin vida ni entrañas. Cuando se vive desde el Amor de Dios, todo tiene el sabor de la vida verdadera, que no se vive solo de leyes, sino del amor personal de Jesús.
En el fondo lo que Jesús nos ofrece no es más cantidad de leyes o preceptos, sino la calidad, el Corazón que entrega la vida por amor. Es siempre crecer por dentro, para servir por fuera. Es saber que el cristianismo es la religión de la caridad, del Corazón del Amor que no se queda en un formalismo, sino en un amor que se toma en serio la relación con Dios Padre y con la caridad con todos los hermanos más necesitados.
+ Francisco Cerro Chaves - Arzobispo electo de Toledo
Administrador Apostólico de Coria-Cáceres.