«LEVÁNTATE, TOMA AL NIÑO Y A SU
MADRE Y HUYE A EGIPTO»
Mt.
2.13-15, 19-23
Cuando
se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le
dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta
que yo te avise, porque Herodes
va a buscar al niño para matarlo».
José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se
quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por
medio del profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto».
Cuando
murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en
Egipto y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y vuelve a la tierra de
Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño». Se
levantó, tomó al niño y a su madre y volvió a la tierra de Israel. Pero al
enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes
tuvo miedo de ir allá. Y avisado en sueños se retiró a Galilea y se estableció
en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo dicho por medio de los
profetas, que se llamaría nazareno.
Otras Lecturas: Eclesiástico 3, 2-6.12-14; Salmo 127; Colosenses
3, 12-21
Dios es familia. Es Trinidad es comunidad. Es Amor que
se hace pasión como familia para la salvación del mundo. En pleno
corazón de la Navidad la Sagrada familia nos habla de que Dios quiso nacer en
una familia y ser acunado en las noches de invierno con la ternura de María y
el cuidado de José…
La huida a Egipto para cuidar
al tesoro de su vida que es Jesús, nos advierte que sus vidas...
como las nuestras no será un camino de rosas. Aceptar tener
que huir, salir de su propio país para poder subsistir, ser emigrante, tener
que vivir ocultos por miedo a los poderosos, nos habla de una historia que se
repite. Solo vivir una vida de familia, que es el lugar y el espacio donde se
nos quiere no por lo que tenemos, sino por lo que somos. (+ Francisco Cerro Chaves - Obispo
de Coria-Cáceres)
MEDITATIO:
La
liturgia hoy nos invita a celebrar la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret.
De hecho, cada pesebre nos muestra a Jesús junto a la Virgen y San José en la
gruta de Belén. Dios ha querido nacer en una familia humana, ha
querido tener una madre y un padre como nosotros.” (Papa Francisco)
La huida a Egipto a causa de las amenazas
de Herodes nos muestra que Dios está allí donde el hombre se encuentra en
peligro, donde el hombre sufre, donde se escapa, donde experimenta el rechazo y
el abandono; pero también está donde el hombre sueña, espera regresar a su
patria en libertad, proyecta y elige a favor de la vida y la dignidad de sí
mismo y de sus familias.” (Papa
Francisco)
Hoy nuestra mirada sobre la familia se
deja atraer también por la simplicidad de la vida que ésta lleva en Nazaret. Es
un
ejemplo para nuestras familias que
les ayuda a convertirse cada vez más en comunidades de amor y reconciliación,
en las que se experimenta la ternura, la ayuda mutua, el perdón mutuo.” (Papa Francisco)
ORATIO:
Señor Dios, nuestro mundo y también
nuestra Iglesia tienen necesidad de reencontrar la unidad y la armonía en muchas
familias a ejemplo de la santa familia de Nazaret, para que la paz de Dios se
manifieste en ellas, superando discordias, rupturas, incomprensiones y
dificultades de todo tipo.
Señor, que en nuestras
familias, en nuestros grupos
y comunidades tengamos
tiempo para escucharnos,
y fortalecer nuestra fe y nuestras relaciones.
CONTEMPLATIO:
«José, levántate,
toma al niño y a su madre y huye a Egipto»
Si es sorprendente que Dios se haya hecho
hombre, …sorprende aún más que Dios también haya querido tener una familia y
que en ella su Hijo haya hecho su proceso de crecimiento y maduración como
persona, como lo hacemos cualquiera de nosotros. Esto nos hace ver el valor que
tiene la familia, ese ámbito de crecimiento espiritual y en valores, de
afianzamiento personal de amor, de cariño y formación.
En este pasaje vemos el de José y de María
que dóciles
al mensaje del ángel protegen al niño del peligro
para que nada le afecte. Una actitud
así, es todo un proyecto para los padres, para estar atentos a los peligros que
pueden tener sus hijos y cuidarlos y ser capaces de hacer hasta lo
imposible para que nada les suceda.
Reflexionemos con alegría este pasaje,
para valorar el don que el Señor tuvo de tener una familia. Que esto nos ayude
a valorar nosotros el don que tenemos al tener también nosotros una familia que
nos quiere, que nos acompaña, que palpita con nuestra vida, que vive pendientes
de nosotros, que vive por nosotros.