TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 6 de abril de 2019

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 7 DE ABRIL DEL 2019, 5º DE CUARESMA (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Obispo de Coria-Cáceres)

«EL QUE ESTÉ SIN PECADO, QUE LE TIRE LA PRIMERA PIEDRA»

Jn 8, 1-11


     En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
     Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?». Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
     Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?». Ella contestó: «Ninguno, Señor». Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».

Otras lecturas: Isaías 43, 16-21; Salmo 125; Filipenses 3, 8-14

LECTIO:

     Todos se fue­ron escabullendo, como quien se marcha de puntillas para que no se note mucho… En el fondo, aquella mujer era simplemente una torpe coartada para poder lapidar a Jesús, que era quien verdaderamente molestaba al poder dominante. Más aquellos que intentaron tirar piedras contra Él, salieron escalabrados en el adulterio de su hipocresía[...]
     Jesús les dirá (a los fariseos) no queráis lavar vuestra culpabilidad con quienes mancilláis la inocencia mutua... “el que esté libre de pe­cado, que tire la primera piedra”. Y… a la mujer le dirá: no juegues con tu fidelidad ni con la ajena, porque eso es trampear con tu felicidad y la de los otros..., “anda, y en adelante no peques más”.
     La última palabra no la tuvieron los fariseos hipócritas, ni la mujer equivo­cada, sino Jesús, portador y portavoz de la misericordia del Padre. (+Fr. Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo)

MEDITATIO:

     En realidad ellos no fueron al Maestro para pedirle su opinión, sino para tenderle una trampa[...] Esta mala intención se esconde bajo la pregunta que le plantean a Jesús: «¿Tú que dices?». Jesús no responde, se calla y realiza un gesto misterioso: «inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra»… De este modo invita a todos a la calma, a no actuar inducidos por la impulsividad, y a buscar la justicia de Dios. (Papa Francisco)
     Pero insisten y esperan de él una respuesta… Jesús levanta la mirada y les dice: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra». Esta respuesta desubica los acusadores, los desarma… todos depusieron las piedras listas para ser arrojadas, tanto las visibles contra la mujer, como las escondidas contra Jesús. (Papa Francisco)
     Se quedaron allí solos la mujer y Jesús: la miseria y la misericordia, una frente a la otra… «Mujer, ¿dónde están?» Y basta esta constatación, y su mirada llena de misericordia y llena de amor, para hacer sentir a esa persona que tiene una dignidad, que ella no es su pecado, que ella tiene una dignidad de persona, que puede cambiar de vida, puede salir de sus esclavitudes y caminar por una senda nueva. (Papa Francisco)
     Esa mujer nos representa a todos nosotros, que somos pecadores. …Dios no nos identifica con el mal que hemos cometido. Tenemos un nombre y Dios no identifica este nombre con el pecado que hemos cometido. (Papa Francisco)


     Señor ¿Quién nos condenará si tú nos absuelves? ¿Quién nos despreciará si tú nos amas? Tú eres el único que te quedas con nosotros… 
No permitas que seamos jueces de nuestros hermanos
por malas que parezcan sus acciones
porque mucho más grandes son las mías.


¿Dónde están?... ¡Vete y en adelante no peques más!...
     Ha sido Jesús quien lleva la iniciativa, se ha puesto en pie, muestra interés por la persona y le hacer ver que ya nadie la acusa. El momento termina con una nota de esperanza, capaz de reavivar de nuevo a esta mujer y devolverle su dignidad: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».
     La mirada de Jesús es de compasión y de misericordia, no abruma, no condena, no humilla, solo le pide la conversión, que comience de nuevo a descubrir un amor mayor. La imagen que mejor le identifica a Jesús es la del pastor que va en busca de la oveja perdida, que cuando la encuentra, lleno de alegría, la carga sobre sus hombros. (+ José Manuel Lorca Planes - Obispo de Cartagena)



   Mas ellos se miran a sí mismos y, con su fuga confesándose reos, dejan sola a aquella mujer con su gran pecado en presencia de aquel que no tenía pecado. Y como le había ella oído decir: El que esté sin pecado, que arroje contra ella la piedra el primero, temía ser castigada por aquel en el que no podía hallarse pecado alguno. Más el que había alejado de sí a sus enemigos con las palabras de la justicia, clava en ella los ojos de la misericordia y le pregunta: ¿No te ha condenado nadie? Contesta ella: Señor, nadie. Y El: Ni yo mismo te condeno; yo mismo, de quien tal vez temiste ser castigada, porque no hallaste en mí pecado alguno. Ni yo mismo te condeno. Señor, ¿qué es esto? ¿Favoreces tú a los pecados? Es claro que no es así. Mira lo que sigue: Vete y no quieras pecar más en adelante. Luego el Señor dio sentencia de condenación, pero contra el pecado, no contra el hombre. Pues, si fuera El favorecedor de los pecados, le habría dicho: Ni yo mismo te condeno, vete y vive a tus anchas... No fue ésta su sentencia. (S. Agustín)

1 comentario:

  1. Jesús va de Betania a Jerusalén y después de la oración, de madrugada, va al templo. Le traen a una mujer sorprendida en flagrante adulterio.
    Todos contra ella menos Jesús que siempre acoge y perdona. Nadie la mira. No les interesa nada de lo que hay en su corazón.
    Le preguntan, para que se “moje”, sobre el pecado que Moisés, citando la Ley, manda apedrear.
    Los fariseos quieren, a toda costa, sin escucharla y sin mirarla, comenzar a tirar piedras.
    Jesús calla y escribe sobre la arena.
    Tres son las actitudes que tiene Jesús como contestación al pecado del mundo.
    Primero, guarda silencio para hacerles recapacitar de su falsedad e hipocresía. Se acercan a aquella mujer sin entrañas de misericordia y como acusadores.
    La aplicación de la justicia es para los fariseos venganza.
    Segundo, se agacha, se pone al nivel de la mujer. Como en el cenáculo, él se pone a los pies de los pecadores, de rodillas, para escucharla.
    Su venganza es su Corazón misericordioso. Siempre actúa así el Señor con los pecadores, que somos todos; y quien diga que no ha pecado es un mentiroso, dice San Pablo.
    Por último, escribía sobre la arena. Nos sugiere que todo lo que se escribe sobre arena es para que se pueda borrar.
    El pecado no debe permanecer en nuestra vida, sino que por la constante llamada del Señor a la conversión debe perdonarse y borrarse con el dedo de su infinita misericordia.
    Jesús, sencillamente, dice que quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.
    Comenzando por los más viejos, a los que la experiencia de la vida les hace sabios, van escabulléndose uno por uno.
    Al final, la mujer se encuentra a solas con Jesús. Le pregunta el Señor por sus acusadores. ¿Dónde están?
    La mujer y nosotros, en el encuentro con Jesús, hemos experimentado que ha sido derrumbado el acusador, el que nos acusaba siempre, como dice el salmo, hemos escapado de la trampa del cazador, la trampa se rompió y escapamos.

    + Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres

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