TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

sábado, 19 de enero de 2019

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 20 DE ENERO DEL 2019, 2º DEL TIEMPO ORDINARIO (Comentario de + José Manuel Lorca Planes - Obispo de Cartagena)


«HACED LO QUE ÉL OS DIGA»

Jn. 2. 1-11


     En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino». Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora». Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga».
     Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice: «Sacad ahora y llevadlo al mayordomo». Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dijo: «Todo el mundo pone primero el vino bueno, y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
     Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.

Otras lecturas: Isaías 62, 1-5; Salmo 95; 1Corintios 12, 4-11

LECTIO:
     Después de concluir los cuarenta días de ayuno en el monte de la Cuarentena, inmediatamente después de su bautismo en el Jordán, una vez elegidos sus primeros discípulos, Jesús sube con ellos a Galilea, su tierra. Concretamente a la aldea de Caná, donde se celebraba la boda de unos novios muy vinculados a Jesús… Todos conocemos muy bien la escena que nos narra el evangelista: la imprevisión de los novios o la afluencia de invitados no esperados, hace que el vino empiece a faltar apenas iniciados los festines nupciales. La Virgen, siempre atenta a las necesidades de los demás, seguramente prestaba su ayuda en la atención a los invitados, y se da cuenta de la situación y expone con sencillez a Jesús la necesidad: "No tienen vino", le dice. Jesús, consciente de que no ha llegado todavía la hora de realizar milagros, se resiste. Pero ante la actitud llena de confianza de la Virgen, que manda a los servidores ponerse a sus órdenes, el Señor pide que llenen seis tinajas con cien litros de agua cada una, que luego convierte en vino de excelente calidad.
     María, pues, anticipa la hora de Jesús con su oración sencilla, modelo de toda oración cristiana, puesto que no pide ni exige nada, sino que expone simplemente una necesidad. Al mismo tiempo robustece la fe incipiente de los discípulos en la mesianidad y divinidad de Jesús. (+ Juan José Asenjo Pelegrina - Arzobispo de Sevilla)

MEDITATIO:
     A aquellos que Jesús ha llamado a seguirlo, los ha ligado a sí en una comunidad y ahora, como una única familia, son invitados todos a la boda. Dando inicio a su ministerio público en las bodas de Caná, Jesús se manifiesta como el esposo del pueblo de Dios, anunciado por los profetas, y nos revela la profundidad de la relación que nos une a Él: es una nueva Alianza de amor. (Papa Francisco)
     Las palabras que María dirige a los sirvientes coronan el cuadro nupcial de Caná: «Hagan todo lo que él les diga» También hoy la Virgen nos dice a todos nosotros: «Hagan todo lo que él les diga». Es la herencia que nos ha dejado: ¡es bello! Se trata de una expresión que evoca la fórmula de fe utilizada por el pueblo de Israel en el Sinaí como respuesta a las promesas de la alianza: «Estamos decididos a poner en práctica todo lo que ha dicho el Señor» (Ex 19,8). (Papa Francisco)
     Las bodas de Caná son mucho más que una simple narración del primer milagro de Jesús… Como en un cofre, Él cuida el secreto de su persona y el fin de su venida: el esperado Esposo da inicio a las bodas que se cumplen en el Misterio pascual. En estas bodas Jesús liga a sí a sus discípulos con una alianza nueva y definitiva. En Caná los discípulos de Jesús se convierten en su familia y en Caná nace la fe de la Iglesia. ¡A estas bodas todos nosotros estamos invitados, porque el vino nuevo no faltará más! (Papa Francisco)

ORATIO:
     Señor, Dios de libertad, arráncanos de las insidias del Mal. Ven a compartir la mesa de nuestra vida cotidiana y, gracias a tu perenne intercesión ante el trono de Dios, poder sentarnos un día junto a ti en el banquete eterno. Fiesta de pecadores perdonados.

Ayúdanos a ser mensajeros de esperanza,
a arriesgar, si necesario fuera, la vida por los demás.

CONTEMPLATIO:
      Son muchas las enseñanzas que contiene este fragmento del Evangelio, de una gran riqueza teológica y de simbolismo. Me fijo en un aspecto: destaco el significado profundo de los milagros de Jesús. El primero, como todos los que realizará a lo largo de la vida pública, tienen como finalidad inmediata solucionar un problema humano: curar una dolencia o una enfermedad. Pero además son signos o señales. En el Evangelio que acabamos de proclamar, hemos escuchado que "en Caná de Galilea, Jesús realizó su primer signo, manifestó su gloria y creyeron en Él sus discípulos".
     Jesús, a través de sus milagros, se muestra como Hijo de Dios, como verdadero Mesías, como Salvador. A través de los milagros interpela, invita a su seguimiento, trata de provocar la adhesión a su persona. El evangelista nos dice que los primeros discípulos (Pedro, Andrés, Santiago, Juan, Natanael, Mateo…) creyeron en Él. Por ello, puede ser oportuno que en esta semana, al hilo de estas reflexiones, nos preguntarnos ¿cómo es nuestra fe?, ¿cómo es mi fe en Jesús? ¿Es una fe rutinaria, sociológica, derivada del hecho de haber nacido en un país cristiano, en una cultura cristiana, en el seno de una familia cristiana, pero que no ha sido asumida personalmente porque no tiene repercusiones en la vida de cada día?... (+ Juan José Asenjo Pelegrina )



   Es preciso que consideremos su corazón y sus sentimientos. En esta circunstancia quiere dos cosas: la manifestación de la gloria del Hijo, y el bien y el consuelo de los convidados; dos deseos y dos voluntades dignos del amor perfecto del corazón de María. La caridad perfecta intenta procurar también los bienes temporales no por lo que son en sí, sino para el consuelo espiritual de las almas. María es omnipotencia suplicante: «No tienen vino», dice. La segunda cosa que debemos observar es ésta: la vida de María es una vida de silencio. Cuando tenía necesidad de hablar, lo hacía con el menor número de palabras posible; también con su Hijo hablaba sólo en el silencio. La conversación de Jesús con María era absolutamente interior: sus palabras exteriores se pueden contar con los dedos de las manos. Aquí María está obligada a hablar, y lo hace empleando sólo tres palabras. En tercer lugar, María demuestra que conoce el gran mandamiento de nuestro Señor sobre la oración; a saber: que ésta no consiste en hablar mucho. Indicando lo que era necesario, nos enseña un modo extraordinario de orar, y Jesús ha visto su deseo en su corazón y en sus ojos. He aquí una manera más que perfecta de orar: abrir los pliegues del corazón ante nuestro dulcísimo Maestro y reposar, después, nuestro ánimo en él, abandonándonos a su gran amor y a su infinita misericordia y esperando, en una contemplación de amor, el efecto de su ternura con nosotros (Francis M. Paul Libermann.).


1 comentario:

  1. El relato del Evangelio es un ejemplo para ver cómo la Palabra se acerca a la realidad de cada día y nos muestra que las cosas son distintas cuando Dios está en medio de nosotros. El evangelista San Juan, relata un acontecimiento de la vida ordinaria, una boda en Caná de Galilea a la que asisten María, Jesús y sus discípulos. ¿Quién no conoce este texto y quién no ha hecho referencia a él? Dentro de la sencillez de la narración se cuentan muchos detalles, que nos ayudan a comprender mejor la enseñanza, para casi todos podría pasar desapercibida, la falta de vino, que no es el centro de la atención. Tampoco hay que quedarse en los diálogos cortos entre Jesús y su Madre, o entre el mayordomo y el novio, aunque tienen su importancia. A mí me parece muy interesante el papel de la Virgen, que no duda en acudir a su Hijo presentándole el sufrimiento de estos jóvenes recién casados; es muy importante fijarse en la convicción de María de que su Hijo puede resolver ese sufrimiento, aunque no le haya dicho de qué forma va a hacerlo. Ella sabe que lo hará, aunque ignore cómo. Muestra confianza en la soberanía de Jesús. Nuestro Señor está en la boda, pero quiere pasar desapercibido, porque no ha llegado su hora, como le dice a su Madre.
    En Caná, Jesús comenzó sus signos y manifestó su gloria, por la fuerte confianza que manifestó la Virgen María en Él, mérito de Ella ha sido abrir el camino para acercarnos a Jesús siempre, aunque parezca que los acontecimientos sean adversos. Ya sabemos que el Plan de Salvación lo lleva Dios, que la iniciativa es de Dios, pero nuestra Madre sabe acercarse a Jesús y presentarle los problemas y súplicas de todos nosotros y ante sus ruegos el Señor no se puede resistir, no quiere resistirse. La importancia de este día está en que en la vida ordinaria comenzó la revelación de la persona de Jesús. Lo que brilló a través del milagro de la conversión del agua en vino, fue su gloria, y en lo que se insiste es en la fe de sus discípulos en Él, todo lo demás, pasa rápido. A San Juan le interesó destacar que la fe de los discípulos creció y que seguir a Jesús es un proceso que termina en una firme fe.
    Tenemos tantas cosas que aprender… los maestros de la fe nos ayudan a acercarnos al Señor. La liturgia de hoy nos pide que pongamos nuestros ojos en la Virgen María, la que parecía estar en un segundo plano, pero no le pasó desapercibido el dolor de estos jóvenes esposos, ni pasó por alto al que tenía la solución, a Jesús, por eso nos dice también hoy: “Haced lo que Él os diga”. María nos invita a caminar y a confiar.

    + José Manuel Lorca Planes - Obispo de Cartagena

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