TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

viernes, 7 de diciembre de 2018

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 9 DE DICIEMBRE DEL 2018, 2º DEL ADVIENTO (Comentario de+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm – Arzobispo de Oviedo)

«PREPARAD EL CAMINO DEL SEÑOR, ALLANAD SUS SENDEROS…»



Lc. 3, 1-6.
     En el año decimoquinto del imperio del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Filipo tetrarca de Iturea y Traconítide, y Lisanio tetrarca de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
    Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: «Voz del que grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; los valles serán rellenados los montes y colinas serán rebajados; lo torcido será enderezado, lo escabroso será camino llano. Y toda carne verá la salvación de Dios».

Otras Lecturas: Baruc 5,1-9; Salmo 125; Filipenses 1,4-6.8-11

LECTIO:
     El mensajero es Juan Bautista (que junto con Isaías y María, forma parte de la tríada que nos acompañará en todo este tiempo litúrgico).
     En el cruce de caminos de mi vida con la suya, en las sendas allanadas y las colinas descendidas, quiere el Señor mostrar a cuantos quieran ver, su Bondad y su Ternura, sin distinción de raza, lengua y nación. Y así termina este Evangelio: “todos verán la salvación de Dios” (Lc 3,6). Tremendo misterio, que Dios haya querido en buena parte supeditar el que esa salvación sea vista, a que yo no tenga, no ande, los caminos indebidos que ofenden a Dios y manchan al hombre.
     Sólo queda enderezar lo torcido, allanar lo altanero, igualar lo escabroso. Dios nos quiere camineros y caminantes para que nuestros pies frecuenten las sendas por las que Dios vino, viene y vendrá; caminos que huelen a tomillo de paz, gracia y comunión, caminos de horizontes largos donde la gente se ve de lejos y los rostros como son, caminos llenos de la misericordia y lo entrañable, caminos propios de Dios. (+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo de Oviedo)  


MEDITATIO:
     La voz del Bautista grita también hoy en los desiertos de la humanidad, que son las mentes cerradas y los corazones duros, y nos hace preguntarnos si en realidad estamos en el buen camino, viviendo una vida según el Evangelio. (Papa Francisco)
     Hoy, como entonces, nos advierte con las palabras del profeta Isaías: «Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos». Es una apremiante invitación a abrir el corazón y acoger la salvación que Dios nos ofrece incesantemente, casi con terquedad, porque nos quiere a todos libres de la esclavitud del pecado… Y la salvación se ofrece a todo hombre, todo pueblo, sin excepción, a cada uno de nosotros. (Papa Francisco)
     Cada uno de nosotros está llamado a dar a conocer a Jesús a quienes todavía no lo conocen.  «¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!», declaraba san Pablo. Si a nosotros el Señor Jesús nos ha cambiado la vida, y nos la cambia cada vez que acudimos a Él, ¿cómo no sentir la pasión de darlo a conocer a todos los que conocemos en el trabajo, en la escuela, en el edificio, en el hospital, en distintos lugares de reunión? (Papa Francisco)

ORATIO:
     Señor: mientras voy caminando con la Iglesia para preparar la Navidad, escucho que eres tú quien me abres el camino de la conversión. Enséñame a escuchar, enséñame el silencio.


Quiero ir preparando este camino,
para que Tú entres plenamente en mi vida.

CONTEMPLATIO:
«Voz del que grita en el desierto: Preparad el camino del Señor»
     La palabra que Dios dirigió a Juan sigue resonando todos los advientos en la iglesia Es una llamada a ser más libres y más felices. Una llamada a prepararnos para recibir al Señor y preparar el nacimiento de Jesús en nuestro corazón. Jesús tiene que nacer en mí. Romper la fuente para dar a luz a Cristo en mi vida.
     Faltan hoy en nuestro mundo precursores de Dios, creyentes tan seguros de su venida que se empleen a fondo en anunciarla. No encontramos motivos para ponernos a trabajar en sus caminos. Y porque no se le espera, no se le encuentra cuando viene Sólo quien lo espera y trabaja para que venga de una vez, la verá; sólo el siervo que le aguarda se encontrará con su Señor cara a cara.


  Quien posee el amor divino, piensa siempre en su encuentro con Dios; trata de evitar los escándalos y de encontrar la auténtica paz. Su corazón está siempre orientado a lo alto, a los bienes del cielo: en el trabajo o en el reposo, en cualquier circunstancia su corazón no se aleja nunca de Dios. En el silencio piensa en Dios, en las conversaciones sólo desea hablar de Dios y de su amor. Cuando exhorta a otros, inflama sus sentimientos, y al exaltar ante todos el amor divino, demuestra cuan dulce es con las palabras y con el ejemplo Ven a nuestras almas, amor divino, ensancha los corazones, acrecienta los santos deseos, amplía la capacidad del espíritu para que pueda acoger a Dios como su eterno huésped (Hugo de San Víctor).

1 comentario:

  1. El mensajero es Juan Bautista (que junto con Isaías y María, forma parte de la tríada que nos acompañará en todo este tiempo litúrgico). Fue un profeta querido y temido, porque cantaba las verdades sin pose ni ficción. Pagó caro su amor a la verdad. Pero no sólo la decía, sino que sobre todo la vivía, la decía viviéndola.
    Su mensaje se llega hoy hasta nosotros haciéndonos la misma invitación que hace 2000 años hizo a otra gente: está por venir otro, alguien especial, por quien el corazón de todos los hombres ha estado siempre en vilo; avivad, pues, vuestra espera, encended vuestra esperanza, y cambiad, convertíos, porque Él, el esperado por todos y por ti... está para llegar.
    … Juan Bautista, entrará a saco para ir al grano y preguntar sin ambages a los de entonces y a nosotros los de acá: ¿qué caminos andas tú? Porque el Mesías no viene por todos los caminos. A saber: el camino de la injusticia, el camino de la violencia, de la inmisericordia, de la dureza, del olvido, de la idolatría, de la tibieza... por ahí no vendrá Él. Es imposible caminar por estos andurriales creyendo que nos llevan a Belén.
    En el cruce de caminos de mi vida con la suya, en las sendas allanadas y las colinas descendidas, quiere el Señor mostrar a cuantos quieran ver, su Bondad y su Ternura, sin distinción de raza, lengua y nación. Y así termina este Evangelio: “todos verán la salvación de Dios” (Lc 3,6). Tremendo misterio, que Dios haya querido en buena parte supeditar el que esa salvación sea vista, a que yo no tenga, no ande, los caminos indebidos que ofenden a Dios y manchan al hombre.
    Sólo queda enderezar lo torcido, allanar lo altanero, igualar lo escabroso. Dios nos quiere camineros y caminantes para que nuestros pies frecuenten las sendas por las que Dios vino, viene y vendrá; caminos que huelen a tomillo de paz, gracia y comunión, caminos de horizontes largos donde la gente se ve de lejos y los rostros como son, caminos llenos de la misericordia y lo entrañable, caminos propios de Dios.

    + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm – Arzobispo de Oviedo


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