« ¿POR QUÉ ME BUSCABAIS? »
En aquel
tiempo, los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén para la fiesta de la
Pascua. Y así, cuando Jesús cumplió doce años, fueron todos allá, como era
costumbre en esa fiesta. Pero pasados aquellos días, cuando volvían a casa, el
niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres se dieran cuenta. Pensando
que Jesús iba entre la gente hicieron un día de camino; pero luego, al buscarlo
entre los parientes y conocidos, no lo encontraron. Así que regresaron a
Jerusalén para buscarlo allí.
Al cabo de tres días lo encontraron en el
templo, sentado entre los maestros de la ley, escuchándolos y haciéndoles
preguntas. Y todos los que le oían se admiraban de su inteligencia y de sus
respuestas. Cuando sus padres le vieron, se sorprendieron. Y su madre le dijo:
–Hijo mío, ¿por qué nos has hecho
esto? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia.
Jesús les contestó: – ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo
debía estar en la casa de mi Padre? - Pero ellos no entendieron lo que les decía.
Jesús volvió con ellos a Nazaret, donde vivió
obedeciéndolos en todo. Su
madre guardaba todo esto en el corazón. Y Jesús seguía creciendo en cuerpo y
mente, y gozaba del favor de Dios y de los hombres.
Otras lecturas: Sirácida 3:2-6.12-14;
Salmo 127; Colosenses 3,12-21
LECTIO:
Como
judíos piadosos, María y José, junto con sus amigos y familiares, realizan su
peregrinación anual a Jerusalén. La ocasión es la fiesta de Pascua, que duraba toda una semana y en la que se honraba
a Dios por haber salvado y liberado de Egipto a sus antepasados (Éxodo
12:1-27).
Era un viaje que habían hecho muchas veces
antes. Sin embargo, este año resultó especialmente memorable. Jesús, para el
que aquel debía de ser su primer viaje, ya que sólo tenía doce años, se quedó
en el templo, en vez de volver con los demás. Cuando
José y María se dan cuenta de que Jesús no está con su grupo, regresan a
Jerusalén. Después de tres angustiosos días de búsqueda, le encuentran hablando
con los maestros de la ley en el templo.
MEDITATIO:
La
Sagrada Familia de Nazaret es el prototipo de toda familia cristiana. ¿Quién es
esa familia? La
que reunida en el sacramento del matrimonio, y alimentada con la Palabra y la
Eucaristía, está llamada a realizar esa vocación y misión de ser célula viva, no
solamente de la sociedad, sino también de la Iglesia.
En
la Familia de Nazaret contemplamos cómo el amor no es concéntrico, ni busca
interés personal ni toma en cuenta el mal recibido, sino que se alegra con la
verdad. En Nazaret, se hacen verdad aquellas palabras del apóstol San Pablo:
"el amor todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo
soporta".
Hoy
es día de entregar Belleza al matrimonio y a la familia, hoy es día de decir un
Sí incondicional al amor. Dios es amor, y por ello la vocación fundamental de
todo ser humano está en amar. (+Carlos
Osoro, Arzobispo de Madrid)
ORATIO:
Señor y Padre de todos
los hombres, el apóstol Pablo ha enseñado a los cristianos a vivir la vida
familiar «en el Señor»: nosotros te pedimos que la
persona de Jesús sea el hilo de oro que una a toda nuestra familia cristiana.
Que
la familia cristiana,
sea
luz y descanso para los débiles, los acianos…
y
para cuantos se acerquen a ella.
CONTEMPLATIO:
El mensaje que proviene de la Sagrada
Familia es ante todo un mensaje de fe. En la vida familiar de
María y José Dios está verdaderamente en el centro, y lo está en la Persona de
Jesús. Por eso la Familia de Nazaret es santa. ¿Por qué? Porque está centrada
en Jesús. ¿Pones los medios y te preocupas para que tu familia esté centrada en
Jesús? ¿Oráis juntos? ¿Sois misericordiosos unos con otros, os perdonáis,
comprendéis, dialogáis… (Papa
Francisco)
La luz que irradia (la
Sagrada Familia) es
luz de misericordia y de salvación para todo el mundo, luz
de verdad para todo hombre, para la familia humana y para cada familia. Esta
luz que viene de la Sagrada Familia nos alienta a ofrecer calor humano en esas
situaciones familiares en las que, por diversos motivos, falta la paz, falta la
armonía y falta el perdón. (Papa
Francisco)
■… El
evangelio me enseña que Jesús, creciendo en sabiduría, permanece sumiso a María
y a José. Y el corazón me dice con qué ternura obedece siempre a sus queridos
padres. Ahora comprendo el misterio del templo, Madre: tu dulce Hijo quiere que
tú seas ejemplo para el alma que lo busca en la noche de la fe. Sí, sufrir
amando es la alegría más pura (S. Teresa de Jesús).