«Y VOSOTROS, ¿QUIÉN
DECÍS QUE SOY YO?»
Mt. 16. 13-20
En
aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus
discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». Ellos
contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o
uno de los profetas».
Él
les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro tomó la
palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús
le respondió: «¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo
ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora yo te digo: tú
eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te
daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado
en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». Y
les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
Otras
Lecturas: Isaías 22,19-23; Salmo 137; Romanos 11,33-36
LECTIO:
Jesús nos pregunta: ¿quién dice la gente que soy yo? Y
vosotros, ¿quién decís que soy yo? Sería muy bueno que cada uno de nosotros
respondiéramos al Señor en el silencio de la oración. ¿Quién es Jesús? ¿Quién es Jesús
para mí?
Jesús
es el Salvador del mundo, el salvador de mis pecados y miedos, de mis tristezas
y desesperanzas. Jesús es el Hijo de Dios, es Dios mismo
que se ha hecho hombre para decirnos con sus palabras, con su vida y con su
muerte y resurrección, que Dios nos ama, que Dios es un abismo de generosidad,
de sabiduría y conocimiento…
Jesús
es el Hijo de Dios y nos revela que también nosotros somos hijos de Dios,
que estamos llamados a vivir plenamente felices, en comunión con Dios y con los
hermanos, ya aquí, en esta tierra, y por toda la eternidad. Jesús es Dios con nosotros que ha
venido a mostrarnos el camino de la paz. Jesús es el Señor de la historia y
debería ser el Señor de nuestras vidas.
Jesús
dice a Pedro que le da "las llaves del Reino".
El Apocalipsis habla de Jesús, como el Señor, el que posee las llaves: él es el
que abre y nadie puede cerrar; cierra y nadie puede abrir. Es el mismo Jesús el
que transmite esa misión a Pedro. Pedro está llamado a ser el mayordomo fiel al
que se puede dar las llaves de casa. Jesús
también dice: “sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Jesucristo ha
querido que Pedro sea el fundamento sólido sobre el que se construye la
comunidad cristiana.
En el Evangelio es claro que Jesús da una misión especial a Pedro y a los que en la historia han
sido sus sucesores: los Papas. Pedro, en la primera comunidad, y el Papa,
como sucesor suyo a través de las generaciones, es el encargado de animar en la
fe a sus hermanos, de confirmar su fidelidad en las dificultades, de ser el
"pastor" de todos en nombre de Jesús; de ser portavoz de la fe de los
demás y guía de la comunidad.
MEDITATIO:
Detengámonos en el hecho de que Jesús
asigna a Simón un nuevo nombre: «Pedro», «roca». En la Biblia este término,
«roca», se refiere a Dios. Jesús lo
asigna a Simón no por sus cualidades o sus méritos humanos, sino por su fe genuina y firme,
que le es dada de lo alto. (Papa
Francisco)
Jesús tiene el propósito de dar vida a
«su» Iglesia, un pueblo fundado ya no en la descendencia, sino en la fe,
en relación con Él mismo, en una
relación de amor y de confianza. Nuestra relación con Jesús construye la Iglesia.
Y, por lo tanto, para iniciar su Iglesia Jesús necesita encontrar en los
discípulos una fe sólida, una fe «fiable». Es esto lo que Él debe verificar en
este punto del camino. (Papa
Francisco)
Por su parte, Pedro es piedra, en cuanto
fundamento visible de la unidad de la Iglesia; pero cada bautizado está llamado a ofrecer a Jesús la propia fe,
pobre pero sincera, para que Él pueda seguir construyendo su Iglesia, hoy, en
todas las partes del mundo. (Papa
Francisco)
También hoy Jesús nos pregunta a todos
nosotros: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». ¿Qué responderemos?
…pidámosle que nos dé la gracia de responder, con corazón sincero: «Tú eres el
Cristo, el Hijo del Dios vivo». (Papa
Francisco)
ORATIO:
Pondré en sus manos las llaves del palacio
de David: cuando abra, nadie podré cerrar; cuando cierre, nadie podrá
abrir. Lo hincaré como un clavo en un lugar firme y será motivo de gloria
para la casa paterna. (Isaías 22,19-23)
Cualquier
día, en cualquier momento,
a tiempo o a destiempo, sin previo aviso
lanzas tu pregunta:
Y tú, ¿quién dices que soy yo?
a tiempo o a destiempo, sin previo aviso
lanzas tu pregunta:
Y tú, ¿quién dices que soy yo?
CONTEMPLATIO:
También hoy nos dirige Jesús a los
cristianos la misma pregunta que hizo un día a sus discípulos:
“Y
vosotros, ¿quién decís que soy yo?”.
Nos pregunta…para que revisemos nuestra
relación con él.
¿Conocemos cada vez mejor
a Jesús, o lo tenemos “encerrado” en nuestros viejos esquemas de siempre?
¿Somos comunidades vivas, interesadas en poner a Jesús en el centro de nuestra
vida y de nuestras actividades, o vivimos estancados en la rutina y la
mediocridad? ¿No sentimos discípulos y discípulas de Jesús? ¿Estamos
aprendiendo a vivir con su estilo de vida en medio de la sociedad actual…? ¿Nos
da igual vivir de cualquier manera, o hemos hecho de nuestra comunidad una
escuela para aprender a vivir como Jesús? ¿Hemos aprendido a encontrar a Jesús
en el silencio del corazón, o sentimos que nuestra fe se va apagando ahogada
por el ruido y el vacío que hay dentro de nosotros? ¿Creemos en Jesús
resucitado que camina con nosotros lleno de vida? ¿Vivimos acogiendo… la paz
que nos dejó en herencia a sus seguidores? ¿Creemos que Jesús nos ama con un
amor que nunca acabará? ¿Sabemos ser testigos del misterio de esperanza que
llevamos dentro de nosotros?...
■… Como sabéis,
el Señor Jesús eligió antes de su pasión a sus discípulos, a quienes llamó
apóstoles. Entre ellos solo Pedro ha merecido personificar a toda la Iglesia
casi por doquier. En atención a esa personificación de toda la Iglesia que solo
él representaba, mereció escuchar: ¡Te daré las llaves del Reino de los Cielos!
Estas llaves no las recibió un solo hombre, sino la unidad de la Iglesia. Por
este motivo se proclama la excelencia de Pedro, porque era figura de la
universalidad y unidad de la misma Iglesia… (Agustín de Hipona).