TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 6 de mayo de 2017

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 7 DE MAYO DE 2017, 4º DE PASCUA (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Obispo de Coria-Cáceres)

  «YO SOY LA PUERTA: QUIEN ENTRE POR MÍ SE SALVARÁ»

 Jn. 10. 1-10

   En aquel tiempo, dijo Jesús: «En verdad, en verdad os digo: que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera.
Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.»
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: « En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.»

Otras Lecturas: Hechos 2,14a.36-41; Salmo 22; 1Pedro 2,20b-25

LECTIO:
Aquel pueblo… tenía en su tradición creyente la afirmación de que Dios es “como un pastor”, y al igual que con otras metáforas (padre, madre, amigo, esposo), Israel fue haciendo una meditación religiosa sobre su relación con Dios desde la vivencia del pastor y las ovejas. Esa reflexión no era siempre amablemente bucólica.
Ante esta situación de abandono del rebaño y de aprovechamiento de unos malos pastores, el Señor anunciará por medio de su profeta que enviará un verdadero pastor, que será Él mismo. Y vendrá descrito con unas actitudes marcadas por la ternura y la misericordia, que serán las que Jesús hace de sí mismo como Pastor.
       Jesús, para presentarse como Buen Pastor, empleará la imagen de los verdaderos pastores. Los pastores de Israel tenían pocas ovejas, las suficientes para sobrevivir sus familias. Las conocían por su nombre y, a su nivel, formaban parte del conjunto familiar. Por ello eran queridas, cuidadas, protegidas.
Un pastor nunca abandonaba a sus ovejas, ni éstas eran extrañas para él. En tramos difíciles y oscuros, las ovejas se sentían serenadas cuando la voz del pastor y los pequeños golpes de su cayado sobre sus lomos, les permitían entrever que no estaban solas, sino acompañadas por su pastor, aunque la niebla o la noche no dejasen ver su figura.
       Así es Dios: un pastor que nos conoce, nos conduce y ama hasta dar su vida. Conocer la voz de este Pastor es dar la vida por aquello que se escucha y por aquel que lo pronuncia. El es el Pastor de nuestra felicidad, el que nos conduce por los caminos de justicia en los que esa felicidad es posible.
     …Seguir a Jesús, saberse ovejas de su redil, es vivir en paz y en luz, serenamente y sin temores extraños... aunque la vida sea dura, aunque amenacen nubarrones o nos envuelva la oscuridad.   

  MEDITATIO:
     Contemplando esta página del Evangelio, podemos comprender el tipo de relación que Jesús tenía con sus discípulos: una relación basada en la ternura, en el amor, en el conocimiento recíproco y en la promesa de un don inconmensurable: «Yo he venido —dice Jesús— para que tengan vida y la tengan en abundancia». Tal relación es el modelo de las relaciones entre los cristianos y de las relaciones humanas. (Benedicto XVI)
     También hoy, como en tiempos de Jesús, muchos se proponen como «pastores» de nuestras existencias; pero sólo el Resucitado es el verdadero Pastor que nos da la vida en abundancia. Invito a todos a tener confianza en el Señor que nos guía. Pero no sólo nos guía: nos acompaña, camina con nosotros. Escuchemos su palabra con mente y corazón abiertos, para alimentar nuestra fe, iluminar nuestra conciencia y seguir las enseñanzas del Evangelio. (Benedicto XVI)
     Pero, en un momento determinado, Jesús dijo, refiriéndose a sus ovejas: «Mi Padre, que me las ha dado…». Esto es muy importante, es un misterio profundo, no fácil de comprender: si yo me siento atraído por Jesús, si su voz templa mi corazón, es gracias a Dios Padre, que ha puesto dentro de mí el deseo del amor, de la verdad, de la vida, de la belleza… y Jesús es todo esto en plenitud. Esto nos ayuda a comprender el misterio de la vocación, especialmente las llamadas a una especial consagración. (Papa Francisco)
     A veces Jesús nos llama, nos invita a seguirle, pero tal vez sucede que no nos damos cuenta de que es Él. Quisiera preguntaros: ¿habéis sentido alguna vez la voz del Señor que, a través de un deseo, una inquietud, os invitaba a seguirle más de cerca?  ¿Habéis tenido el deseo de ser apóstoles de Jesús? Pregunta a Jesús qué quiere de ti y sé valiente… Las vocaciones nacen en la oración y de la oración; y sólo en la oración pueden perseverar y dar fruto. (Papa Francisco)

ORATIO:
     Jesús, pastor y sustento de tus fieles, guía seguro y sendero de vida, tú que conoces a todos por su nombre y nos llamas todos los días uno a uno, haznos capaces de reconocer tu voz y de sentir el calor de tu presencia. 

El Señor es mi pastor, nada me falta.
Conoce mis proyectos e ilusiones, me guía por caminos de justicia,
¡Gracias al Señor que me crea, sostiene y guía con su presencia cargada de Vida.

CONTEMPLATIO:
¿Cuál es ahora el redil cuya puerta es Cristo?
     En las comunidades cristianas necesitamos vivir una experiencia nueva de Jesús reavivando nuestra relación con él. Ponerlo decididamente en el centro de nuestra vida. Pasar de un Jesús confesado de manera rutinaria a un Jesús acogido vitalmente.
     Es importante sentirnos llamados por Jesús “por nuestro nombre”. Dejarnos atraer por él personalmente. Descubrir poco a poco, y cada vez con más alegría, que nadie responde como él a nuestras preguntas más decisivas, nuestros anhelos más profundos y nuestras necesidades últimas.
     Es vital caminar teniendo a Jesús “delante de nosotros”. No hacer el recorrido de nuestra vida en solitario. Experimentar en algún momento, aunque sea de manera torpe, que es posible vivir la vida desde su raíz: desde ese Dios que se nos ofrece en Jesús, más humano, más amigo, más cercano y salvador que todas nuestras teorías.
¿Cuál es ahora el redil cuya puerta es Cristo?
     El futuro de la fe entre nosotros se está decidiendo, en buena parte, en la conciencia de quienes en estos momentos nos sentimos cristianos. Ahora mismo, la fe se está reavivando o se va extinguiendo en nuestras parroquias y comunidades, en el corazón de los sacerdotes y fieles que las formamos. La increencia empieza a penetrar en nosotros desde el mismo momento en que nuestra relación con Jesús pierde fuerza, o queda adormecida por la rutina, la indiferencia y la despreocupación. Por eso, el Papa Francisco ha reconocido que “necesitamos crear espacios motivadores y sanadores... lugares donde regenerar la fe en Jesús”. Hemos de escuchar su llamada.



El guardián saca fuera sus propias ovejas, y el pastor las lleva fuera, llamándolas por su nombre, va delante de ellas y ellas le siguen. ¿Adonde? Al redil, al corazón del Padre, donde está su morada, su ser, su reposo. Ahora bien, todos los que quieran incorporarse deben pasar por la puerta que es Cristo en su humanidad. Éstas son sus ovejas, que tienen como meta y sólo buscan a Dios, única y exclusivamente en sí mismo, y ninguna otra cosa que no sea su honor y su voluntad (Juan Taulero).

1 comentario:

  1. El Buen Pastor nos convoca a vivir con “los sentimientos de su Corazón” y a entrar por la puerta de su Costado, de su Corazón para beber del néctar de su Amor. Aunque la puerta de su corazón, que fue propiciada por la lanzada, es estrecha sin embargo dentro es inmenso su Amor. Tenemos que esforzarnos por entrar por la puerta estrecha ya que ancho es el camino de la perdición.
    Tres claves nos marca el Evangelio de Juan en este domingo de las vocaciones, para pedir que muchos entren por la puerta estrecha y gozosa del seguimiento de Cristo.
    Primero, los que en el aprisco no entran por la puerta, sino que saltan. Se quieren colar en el redil entrando y como salteadores avasallan a las ovejas. Son aquellos a los que no les interesan las ovejas. No quieren a las ovejas porque sólo las buscan para su propio interés.
    Segundo, los asalariados, a los que se les paga y contrata para que sin graves esfuerzos y sin peligro de sus vidas las cuiden. Siempre siendo ellos el centro y nunca las ovejas a las que sirven profesionalmente porque alguno tiene que hacerlo para ganarse la vida. Son algo así como unos “guarda ovejas”, pero nunca pastor. Jamás se les ve implicándose, afectiva y efectivamente, hasta “dar la vida por las ovejas”. No les gusta el “olor a ovejas” sino el olor a las riquezas, a los beneficios que le proporcionan sus servicios. De tal manera es así que el asalariado cuando ve venir al lobo, cuando ve que peligra su vida se da el piro. Es decir no vuelve, no se enfrenta, no las quiere como algo suyo.
    Por último, está el Pastor, que entra por la puerta. Es Cristo. Entra por la puerta porque quiere a las ovejas. Es su Amo y su servidor. Las cuida y las protege como propiedad suya. Cuando entra, todos saben que el silbo del Pastor es la complicidad de las ovejas, que las llama por su nombre y las cuida de noche y de día porque las lleva junto a su Corazón y porque las que se perdieron saben el encuentro de su Amor, que las quiere con locura y que las vuelve al redil no a patadas y vociferando con brusquedad sino cantándole una canción al oído y susurrando su amor. Entrar por la puerta es señal de que es el Amo y servidor. El Pastor que cuida con amor a todas y cada una. Es curioso que Jesús, que le encanta ser a la vez la Fuente y el sediento, aquí es, a la vez, el Pastor y la puerta para llegar a las ovejas.

    +Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres

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