«…AÚN PASANDO NECESIDAD HA ECHADO TODO LO QUE
TENÍA»
Mc. 12- 38-44
En aquel tiempo,
entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: «¡Cuidado con los escribas! Les
encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza,
buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los
banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos.
Éstos recibirán una sentencia más rigurosa.»
Estando Jesús
sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando
dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos
reales.
Llamando a sus
discípulos, les dijo: «Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de
las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra,
pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»
Otras Lecturas: 1Reyes 17,2-10.9-16; Salmo 145; Hebreos
9, 24-28
LECTIO:
Jesús se encuentra enseñando en el
Templo de Jerusalén. El evangelista Marcos nos dice que la
muchedumbre le escuchaba a gusto. En su enseñanza Jesús advierte a sus oyentes sobre la vida tan poco
ejemplar de los escribas.
Éstos eran hombres que formaban parte de la clase alta de la
sociedad israelita y conocían a fondo
las Sagradas Escrituras. Esta capacidad la podían haber puesto al servicio del
pueblo, sin embargo, la mayoría de los escribas, se habían convertido en
hombres soberbios, que miraban por encima del hombro a los demás. Pero no
solamente buscan reconocimientos y que les reserven los primeros puestos, sino que, engañan a la gente humilde
poniendo a Dios como excusa.
La llamada de
atención de Jesús al principio del evangelio va también dirigida a nosotros. ¡Cuidado con reproducir en
nuestra vida algunas de estas actitudes! ¡Cuánto
más vale ser hombres sencillos, aunque nadie te aplauda o reconozca, con lo
justo para vivir, que no arriesgarnos a que un día Dios nos tenga que reprochar
nuestras soberbias o engaños!
A
continuación, una viuda nos es puesta por Jesús como ejemplo a seguir.
Esta mujer echó en el cofre del Templo, su ofrenda para Dios, dos monedas de
muy poco valor.
Jesús presencia esta escena y no tiene dudas: la ofrenda de
esta mujer vale más que las cantidades que echan los ricos en la misma arca del
Templo.
La lección es
clara: cuando uno
da de aquello que necesita para vivir o le supone un esfuerzo, entonces esa
ofrenda es realmente auténtica,
cuando uno da de aquello que le sobra o le molesta en el monedero, entonces la
ofrenda tiene otro valor bien distinto.
MEDITATIO:
« ¡Cuidado con los escribas! »
El Señor critica duramente a los fariseos
porque vivían una fe de apariencia, una fe vacía. Aparentaban y fingían ante su
pueblo.
■ ¿Hay algo en ti que pueda criticarte el
Señor respecto a tu relación con Él o con los demás porque dices una cosa y
vives otra?
■ ¡Cuidado
con el escriba y el fariseo que llevas dentro! Cae en la cuenta de que no
estás libre de las actitudes que denuncia Jesús: deseo de reconocimiento,
primeros puestos, significatividad, cierta ambición… si no por cosas
materiales, sí por otros bienes sociales.
«
“Estando Jesús sentado…observaba a la gente” »
■ ¿Cómo te impacta la actitud observadora de
Jesús? ¿Te detienes a mirar en serio como hace el Señor o pasas de largo sin
tomar contacto con la realidad?
Sin prejuicios ni distinciones entre pobre
y ricos, sinceramente,
■ ¿Qué te enseña esta Palabra de Jesús? ¿Cuáles
son tus riquezas hoy? Piensa en riquezas religiosas, familiares, culturales,
humanas, materiales, sociales… ¿Repartes estas riquezas o das de lo que te
sobra para “quedarte tranquilo”?
ORATIO:
Tú eres el tesoro del Padre y el tesoro de
la humanidad: en ti está depositada la plenitud de la divinidad; sin embargo,
sigues esperando aún de nosotros el óbolo de lo que somos…
Te
alabo, Señor, y te doy gracias de corazón
porque eres siempre fiel a quienes amas.
Te alabo porque sostienes a los que ya no resisten.
Te alabo porque tu Reino dura por siempre.
Te alabo porque das felicidad a quien tiene su apoyo y esperanza en Ti.
Queremos aceptar el desafío de tu Palabra y darte todo, hasta lo
que necesitamos para hoy y para el día de mañana: tú mismo eres desde ahora la
Vida para nosotros.
CONTEMPLATIO:
En las sociedades del bienestar se nos
está olvidando lo que es la «compasión». No sabemos lo que es «padecer
con» el que sufre. Cada uno se preocupa de sus cosas. Cuando uno se ha
instalado en su cómodo mundo de bienestar, es difícil «sentir» el
sufrimiento de los otros. Cada vez se entienden menos los problemas de los
demás.
Damos «lo
que nos sobra», lo que ya no necesitamos para seguir disfrutando de
nuestro bienestar.
Necesitamos alimentar
dentro de nosotros la ilusión de que somos humanos y tenemos corazón. La viuda ha donado al templo su persona entera. Se ha
entregado plenamente y dejado a Dios el cuidado de su subsistencia. Estas cosas
le fascinan a Jesús… Ella sí había entendido cuál es el principal de los
mandamientos… El caso de la viuda muestra magníficamente lo que a Jesús le
agrada ver en el corazón del hombre.
■… Ningún gesto de bondad
queda privado de sentido ante Dios, ninguna misericordia queda sin fruto… Valore cada uno con diligencia la entidad de sus propios
recursos, y que los que más han recibido den más (S.León Magno).
El texto de este domingo nos trae la deliciosa escena de un Jesús que observa lo que está ocurriendo en los aledaños del Templo de Jerusalén, y hace de su observación una hermosa enseñanza. Ante sus ojos aparecen los letrados y fariseos, esa gente importante, reconocida y mandamás, autorizadísimos por sus propias leyes, que iban y venían al Templo dándose una importancia arrogante. Jesús señala no sólo el uso pertinaz que estos personajes tenían, sino también el abuso injusto que ellos practicaban aprovechándose de las capas más bajas de aquella sociedad, como eran las viudas.
ResponderEliminarY junto a este grupo que así usa y así abusa, el Señor observa precisamente a una viuda que llega al Templo sin alarde ni presunción, y allí frente al cepillo ella contraxtaba con otra gente rica y principal que echaba en abundancia. Aquella pobre mujer no: tan sólo echó dos reales.
A diferencia de la viuda de Sarepta –de ella nos habla la 1ª lectura (1 Reyes 17,10-16)– que su pobre donación fue bendecida por Dios obrando un milagro de abundancia en donde sólo había escasez, la viuda del Evangelio no será chistada por Jesús para premiarla de alguna manera evidenciando ante los demás su gesto generoso. No nos cabe duda que esta buena mujer habrá recibido el céntuplo en su encuentro con Dios, pero por el momento ni siquiera de ese reconocimiento gozó nuestra protagonista. Y sin embargo, Jesús la vió, y la ensalzó hasta el punto de colocarla como ejemplo. Exactamente igual que vio a los letrados y los puso de contraejemplo. Nada escapa a la mirada de Dios.
¿Qué es lo que Jesús vio en esta viuda? Que lo había dado todo. Por poco que fuera, éso era cuanto tenía. El premio de esta mujer estaba en la paz y en la falta total de agobio asfixiante, de zozobra angustiosa, porque vivía en la libertad de quien nada tiene que defender porque todo lo ha entregado ya. Curiosamente, los que viven así tienen esa felicidad que imposiblemente pretenden alcanzar aquellos que se resisten a darlo todo. Y aquí resalta la paradoja evangélica: quien entrega, tiene, quien retiene se quedará sin nada. Lo habremos experimentado tantas veces a propósito del perdón: quien se resiste a perdonar, quien quiere seguir siendo rico de sus razones, acaba frecuentemente en la soledad, en el resentimiento y en la amargura, mientras que quien aun teniendo razones las sabe “perder”, resulta que encuentra una alegría inusitada, una paz inesperada. Darlo todo, gratuitamente, como gratis lo hemos recibido, y también nosotros experimentaremos que las promesas de Jesús no son vacías. Somos lo que somos ante Dios y nada más.
+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo de Oviedo