BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS
LA BUENA NUEVA A LOS POBRES
La misericordia muestra el
camino de la opción preferente por los pobres. Jesús se identificó con los pobres y necesitados:
“’Tuve hambre y me disteis de comer’, y enseñó que la misericordia hacia
ellos es la llave del cielo (cf.
Mt 25,35s)” (EG, n. 197). El Papa anuncia la buena
noticia a los pobres, dándoles prioridad no solo en su amor preferencial y en
su cuidado solidario, sino también en su visión teológico-pastoral. Poniendo a los pobres al centro de la atención, el Papa encarna la
caridad de la Iglesia, o sea, el testimonio más evidente que Dios es Amor, llamando a
todos los discípulos de Cristo a demostrar con gestos concretos y palabras
creíbles este evangelio. Nada mejor para renovar la Iglesia que ponerse “en
salida” hacia los necesitados y desvalidos, a los heridos en el cuerpo y en el
alma, haciendo de esta actitud la base de la conversión misionera de la
Iglesia. Nada más concreto que la misericordia, la ternura de Dios, la
confianza sin límites en su bondad, como itinerario del Año jubilar de la
misericordia. “Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces
aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón
del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia
divina” (n.15). Más aún, en cada uno de los
necesitados hemos de ver a Cristo mismo (cf. Mt 25, 31-45).
Nuestra dedicación y esfuerzo a través de la comunicación cristiana
de bienes que se hace, sobre todo, a través de Cáritas, ha de implicarnos al
máximo para compartir nuestros bienes con los muchos necesitados de nuestra
diócesis. Cómo no valorar los esfuerzos de Cáritas, de nuestra Delegación de
Emigrantes, de la Pastoral de enfermos, de la Pastoral Penitenciaria, la
presencia cristiana en el mundo obrero, etc. La propuesta del Santo Padre a vivir las Obras de Misericordia, que son el camino habitual del amor
cristiano, debe marcar nuestro jubileo para socorrer a los menesterosos y hacer caritativos nuestros
corazones. Invito a cada parroquia, asociación o movimiento, comunidad
religiosa, delegación diocesana etc. a programar sus propios objetivos y medios
para ponerlas en práctica a lo largo de este curso.
Que la Iglesia sea “casa de
hospitalidad” (neologismo del Papa Francisco
en su reciente visita a América) de modo que nadie cierre el corazón al otro. Es necesario
evangelizar antes el corazón y después el resto para no excluir a nadie y para
no quedarse excluido del amor de Dios. Una iglesia que sigue al pueblo es capaz
de vibrar ante las pobrezas (material y moral, heridas del
corazón, desesperanzas; cf. Francisco a los Movimientos Populares en Bolivia), pero sobre todo a los pobres
y descartados de la sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario