TIEMPO LITÚRGICO

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miércoles, 24 de diciembre de 2014

LECTIO DIVINA PARA LA SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR

… HOY NOS HA NACIDO EL SALVADOR …

Lc 2.1-15    En aquellos días salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero. Este fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad. También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret a la ciudad de David, que se llama Belén, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada.
     En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno sus rebaños. Y un ángel del Señor se les presentó: la gloria del Señor los envolvió de claridad y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: No temáis, os traigo la Buena Noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
     De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

Otras Lecturas: Isaías 9,1-3.5-6; Salmo 95; Pablo a Tito 2,11-14

LECTIO:
            La Navidad es la máxima expresión del amor de Dios, pues celebramos la presencia del Hijo de Dios, el Emmanuel, que se hace uno como nosotros, en todo igual al hombre menos en el pecado. Tenemos que celebrar, reconocer y agradecer el amor de Dios que “…tanto nos amó que nos dio a su propio Hijo...”, para vivificarnos, transformarnos y redimirnos con su vida.
       La Navidad es profesar y anunciar que Dios vive, que nos acompaña y nos da los medios para que nosotros podamos vivir su vida. Al celebrar el Nacimiento de Jesús, nos alegramos porque profesamos el misterio más grande de nuestra fe, el nacimiento del Hijo de Dios.
       El cántico de los ángeles da tono al acontecimiento salvador. La “gloria de Dios” que ama y quiere salvar a todos. La gloria de Dios se va realizando en la historia humana.
       Ese Niño es Dios y se hace pequeño, sencillo y cercano, para que superemos todo miedo a la grandeza de la divinidad y nos acerquemos a Él con  confianza. La gloria de Dios queda manifestada en la pobreza y sencillez, signos de la condición humana.
       La “paz”. Es el mensaje de los ángeles que pregonan el gran regalo que nos trae el recién nacido. La paz consecuencia del amor de Dios.  Jesús viene a mostrarnos el rostro amable y misericordioso del Padre. Lucas resalta en su Evangelio el aspecto misericordioso del Señor.
       Vamos a Belén. Ante noticia tan sorprendente los pastores se ponen en camino para ver lo que los ángeles habían anunciado. Vamos a Belén: Fueron de prisa, con ganas de llegar al lugar; encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre; regresaron glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído.                          
       Los pastores escuchan, se mueven, experimentan, se alegran, alaban y anuncian. Como los pastores, los pobres son los que captan el mensaje del Evangelio porque sus corazones están más abiertos que los que viven satisfechos con sus bienes.

MEDITATIO:                          
     Trata de profundizar en el misterio. Que el misterio de un Dios tan pequeño y necesitado entre en lo más íntimo de tu ser. Este es el gran milagro de Dios: un Niño se nos ha dado, un Niño débil, sencillo, necesitado y cercano encierra toda la grandeza de Dios.
Ya no caben miedos ni recelos ante este Dios que busca nuestra amistad, nuestra respuesta de amor. ¿Qué más puede hacer Dios por llegar a tu corazón?
Jesús quiere ser reconocido en los débiles y olvidados, en los marginados… ¿Reconoces a este Jesús?
Jesús por su nacimiento participa de nuestra naturaleza humana. Todos somos hermanos, todos somos hijos de un mismo Padre.                                                                                                                  
ORATIO:
     Gracias, Señor, por haberte hecho uno de nosotros, por habernos dado tu vida, por unirnos más a Ti.
     Gracias, por mostrarnos el amor del Padre y hacernos partícipe de tu vida.

“Hoy la Virgen da a luz al Trascendente,…
 el Dios que existe desde antes de los siglos”

     Regálanos la gracia de sentir tu presencia y experimentar tu misericordia, de tener una relación más cercana contigo, de buscarte cada día con entusiasmo y alegría.

CONTEMPLATIO:
«No temáis, os anuncio una buena noticia
   Contempla a Jesús Niño y dialoga con Él: Dulce prenda… permíteme estar un rato en tu compañía, déjame mirarte y verte... ¿Tienes frío? ¿Cómo podré yo mitigar ese sufrimiento?... ¿Quieres que te arrope?... ¿Te ríes? ¿Dudas de lo que te digo?... Ya no me separaré de Ti. ¿Quieres decirme algo? Si no te entiendo. Háblame más fuerte… ¿Quieres moverte? ¿Vienes hacia mí?… ¡No te entiendo! ¡No sé qué decirte!... Sólo sé decirte y repetirte: Tuyo soy, Señor, tuyas son mis cosas; en tu regazo quiero vivir…
…os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor»

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