1.- Tómate cada día unos minutos de tiempo para estar solo y en paz. Relaja tu cuerpo,
tu cabeza y tu corazón.
2.- Habla a
Dios con sencillez y naturalidad y dile todo
cuanto te preocupa. No es necesario que utilices fórmulas extrañas. Háblale con
tus propias palabras. Él las entiende perfectamente.
3.- Entra en
diálogo con Dios cuando estás en el trabajo diario. Cierra los ojos, aunque
sólo sean dos segundos, donde quiera que
estés… en el negocio, en el autobús, en la mesa de trabajo…
4.- Haz
convicción de esta verdad: Dios está
contigo y quiere ayudarte. No es que tú estés acosando a Dios para que te
dé Su bendición, todo lo contrario, es Él quien quiere bendecirte.
5.- Reza con la
seguridad de que tu oración es
inmediatamente eficaz, más allá de tierras y mares, y protege donde quiera
que se encuentren tus seres queridos y hace que les llegue a ellas el Amor de
Dios.
6.- Cuando
reces, tienes que tener ideas positivas y apartar las negativas.
7.- Cuando te
pongas a rezar reafirma siempre la actitud de estar dispuesto a aceptar, sea cual fuere, la voluntad de Dios.
8.- Cuando
estás rezando déjalo todo en manos de Dios. Pídele que te dé fuerzas para hacer todo cuando esté en tus manos
y, el resto, queda en buenas manos, en las Suyas.
9.- Di una
buena palabra de intercesión por aquellos que no te quieren bien o te han
tratado mal, eso te dará vigor y una fortaleza extraordinaria.
10.- Reza
todos los días por tu país y por la paz en el mundo.
José Sánchez Aguado
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