TIEMPO LITÚRGICO

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viernes, 12 de agosto de 2011

LECTIO DIVINA PARA EL LUNES 15 DE AGOSTO - EN LA SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

ASÍ LO HABÍA PROMETIDO

Lucas 1:39-56 Por aquellos días, María se dirigió de prisa a un pueblo de la región montañosa de Judea, y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.  Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura se movió en su vientre, y ella quedó llena del Espíritu Santo.  Entonces, con voz muy fuerte, dijo Isabel: –¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres, y ha bendecido a tu hijo!- ¿Quién soy yo para que venga a visitarme la madre de mi Señor?  Tan pronto como he oído tu saludo, mi hijo se ha movido de alegría en mi vientre.  ¡Dichosa tú por haber creído que han de cumplirse las cosas que el Señor te ha dicho!  María dijo:
“Mi alma alaba la grandeza del Señor.
 Mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, porque Dios ha puesto sus ojos en mí, su humilde esclava, y desde ahora me llamarán dichosa;  porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas.
¡Santo es su nombre!
 Dios tiene siempre misericordia de quienes le honran.
 Actuó con todo su poder: deshizo los planes de los orgullosos, derribó a los reyes de sus tronos y puso en alto a los humildes.
 Llenó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Ayudó al pueblo de Israel, su siervo, y no se olvidó de tratarlo con misericordia.
 Así lo había prometido a nuestros antepasados, a Abraham y a sus futuros descendientes.”
 María se quedó con Isabel unos tres meses, y después regresó a su casa.
Otras Lecturas: Apocalipsis 11:19, 12:1-6, 10; Salmo 45: 9-11, 15; 1 Corintios 15:20-26
LECTIO:
   En este día la Iglesia ha elegido este maravilloso cántico de alabanza para honrar a María, la madre de Jesús.
   En los versículos anteriores (Lucas 1:26-38), el ángel Gabriel le ha comunicado a María dos mensajes extraordinarios. Primero, que ella misma, a pesar de ser virgen, dará a luz al Hijo de Dios por la fuerza del Espíritu Santo. Además, que su parienta Isabel, que no ha podido tener hijos y es ya muy anciana, está embarazada de seis meses.
   Comenzamos con el encuentro de las dos mujeres gestantes. María sabe que Isabel está embarazada, y aquel hecho debía de saltar a la vista, pero no se nos dice nada de que a Isabel le hayan contado las noticias referentes a María. En el relato de Lucas, Isabel confirma la promesa de Gabriel a María, dirigiéndose a ella como ‘la madre de mi Señor’ bajo el inspiración del Espíritu Santo. Las dos mujeres aceptan la encarnación como un hecho que se da por sentado.
   La fe sencilla y la disposición de María e Isabel para creer y aceptar el insólito plan de Dios para con ellas y su hijos brilla con toda claridad en todo el pasaje. Ambas son conscientes de que Dios está comprometido en sus embarazos y dan muestras de una fe extraordinaria.
María responde con uno de los grandes cánticos de alabanza de la Biblia.   Comienza dando sus gracias particulares ‘porque el Todopoderoso ha hecho en ella grandes cosas’ (verso 49). Y a continuación exalta la fidelidad y la misericordia de Dios, que ha cumplido las promesas de su alianza con Abrahán. Resuenan aquí las palabras de la oración de Ana en 1 Samuel 2:1-10, así como las sentidas voces de las profecías mesiánicas del Antiguo Testamento. Esperanzas de siglos se verán pronto cumplidas por medio del     Salvador nacido de la ‘humilde esclava’ del Señor.
MEDITATIO:
¿Qué podemos aprender de las respuestas de María e Isabel a los planes de Dios?
¿Qué lecciones podemos aplicar a nuestras propias vidas?
¿Qué podemos aprender de este pasaje respecto a la fe y a la humildad?
¿Qué nos revela este pasaje sobre la naturaleza y el carácter de Dios?
¿De qué manera puedes servir a Jesús?
ORATIO:
Considera las ‘grandes cosas’ que ha hecho Dios por ti. Haz del cántico de alabanza de María tu propio cántico para toda esta semana. Deja que el Espíritu Santo te hable por medio de él, y responde a Dios con la oración. Tal vez quieras escribir tu propio salmo para dar gloria a Dios y agradecerle todo cuanto ha hecho en tu vida.
CONTEMPLATIO:
Reflexiona en torno a Jesús tu Salvador. ¿De qué te ha salvado? ¿Para qué te ha salvado?

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