«Porque no
nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de
caridad y de
templanza» (2Tm 1, 7).
La carta de la que está sacada esta
Palabra de vida es considerada una especie
de testamento espiritual de Pablo. El
apóstol se encuentra en la cárcel en Roma a la espera de ser condenado, y
escribe a Timoteo, un joven discípulo y colaborador suyo y responsable de la
compleja comunidad de Éfeso.
El
escrito contiene recomendaciones y consejos dirigidos a Timoteo. Pero está
destinado a todo miembro de la comunidad cristiana, de ayer y de hoy.
Pablo está encadenado por haber predicado el Evangelio, y quiere
animar a su discípulo, temeroso ante las persecuciones y lleno de dudas por las
dificultades que conlleva su ministerio, a afrontar las
pruebas, para que sea un guía seguro para la comunidad. No es algo natural en
Pablo ni en Timoteo sufrir a causa del Evangelio; es un testimonio posible
porque se apoya en la fuerza de Dios.
«Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza».
Pablo quiere dar testimonio del Evangelio.
Se ve claramente que no son los talentos, las
capacidades ni los límites personales lo que garantiza o frena el ministerio de
la Palabra, sino que son los dones del Espíritu, la
fortaleza, la caridad y la templanza los que garantizan el poder del
testimonio. La caridad, en medio de la fortaleza y la templanza, parece
desempeñar un papel de discernimiento; con la templanza se expresa el ser
prudentes y el estar preparados ante cualquier situación. Timoteo, como el
discípulo de todos los tiempos, puede anunciar el Evangelio con fortaleza,
caridad y templanza hasta sufrir por el Evangelio.
«Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza».
También
nosotros experimentamos la tentación de desanimarnos y dejar de vivir y
testimoniar la Palabra de Dios, de no
saber cómo afrontar determinadas situaciones. Chiara
Lubich nos ayuda a comprender de dónde sacar la fuerza en estos momentos:
«Tenemos que recurrir a la presencia de Jesús dentro de nosotros. La actitud
que habrá que tomar no será, pues, bloquearnos y quedarnos en una resignación
pasiva, sino lanzarnos hacia fuera, hacernos uno con lo que la voluntad de Dios
nos pide, afrontar los deberes a los que nos llama nuestra vocación, apoyándonos
en la gracia de Jesús que está en nosotros. En definitiva, lanzarnos hacia
fuera. El mismo Jesús desarrollará cada vez más en nosotros esas virtudes que
necesitamos para dar testimonio de Él en la actividad que tengamos encomendada»[1].
«Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza».
Fortaleza,
caridad y templanza: tres virtudes del Espíritu que se obtienen con la oración
y con el ejercicio de la fe. El padre Justin Nari, de la
República Centroafricana, fue amenazado de muerte junto a sus hermanos de
comunidad y a miles de musulmanes que intentaban librarse de las represalias de
la guerra refugiándose en la iglesia. Los jefes de las milicias que los
asediaban les habían dicho varias veces que se rindiesen, pero él había seguido
dialogando constantemente con ellos para evitar una masacre. Un día se
presentaron con 40 litros de gasolina y amenazaron con quemarlos vivos si no
les entregaban a los musulmanes. «Con mis hermanos de comunidad celebré la
última misa y me acordé de Chiara Lubich -recuerda el padre Justin-. ¿Qué
habría hecho ella en mi lugar? Quedarse y dar la vida. Y eso decidimos hacer
nosotros. Al terminar la misa, llaman por teléfono: el ejército de la Unión
Africana estaba de paso por la región, en una ciudad allí cerca. El padre
Justin corre a su encuentro y vuelve con ellos a la parroquia: faltaban trece
minutos para que venciese el ultimátum; trece minutos que salvaron la vida de
todos sin derramamiento de sangre"[2].
[1]
C. LUBICH, Palabra de vida, octubre de 1986, en
EAD., Palabras de Vida/1 (1943-1990), Ciudad Nueva, Madrid 2020, p.
390.
[2]
M. MALTESE (ed.), Unitá é iI nome della pace: La strategia di Chiara Lubich, Cittá Nuova, Roma 2020, pp. 29-30.
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