ENERO : SINODALIDAD – COMUNIÓN
Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar
LA ADORACIÓN NOCTURNA MOMENTO PARA CULTIVAR LA INTIMIDAD CON
DIOS
El camino de la sinodalidad es el camino
que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio. Lo
que el Señor nos pide, en cierto sentido, ya está todo contenido en la palabra
“Sínodo”. Caminar juntos -laicos, pastores, Obispo de Roma- es
un concepto fácil de expresar con palabras, pero no es tan fácil ponerlo en
práctica” (Francisco
17/10/2015). Con estas palabras el Papa nos anima en el
camino sinodal que hemos comenzado y que finalizará con la XVI Asamblea General
Ordinaria del Sínodo de los Obispos con el lema “Por una Iglesia sinodal:
comunión, participación y misión”.
El Hijo de Dios al hacerse
hombre ha comenzado a caminar junto a nosotros y va a seguir caminando en su
Iglesia a nuestro lado hasta que vuelva a establecer su Reino de
amor. Nos ha hecho miembros de su cuerpo, unidos a Él que es la cabeza, para
que seamos piedras vivas del Templo santo de Dios, (Jn 14,23) “Si
alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará y vendremos a él y
haremos morada en él”.
Somos templos de la Trinidad,
para que, por la acción del Espíritu Santo, tengamos los mismos sentimientos
que Cristo, (Flp
2,5-11), que se anonadó hasta hacerse esclavo, caminando a
nuestro lado para conseguirnos la redención. El perdón de los pecados y ser
justificados ante Dios Padre, para que seamos un Pueblo Santo de sacerdotes,
profetas y reyes, (1 P
2). En la Eucaristía, sacrificio, alimento y
presencia, se ha quedado para que anunciemos su muerte, hasta
que vuelva (1Co 11,26). Su
permanencia sacramental, que es manifestación de su entrega de amor hasta el
extremo, para caminar a nuestro lado en medio de las vicisitudes
de este mundo. El
cristiano ha de ser eucarístico por naturaleza y por tanto adorador de Aquel
que camina a nuestro lado, para que por la recepción del Cuerpo de
Cristo y la propia ofrenda personal a la ofrenda sacrificial de Cristo, nos
hagamos uno con Él. Entonces iniciaremos la “comunión”
para que, la Iglesia sinodal, mostrando a la humanidad, el amor misericordioso
del Corazón de Jesús, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento de la verdad.
¡Qué fin tan maravilloso el del
adorador nocturno!, estar con Jesús Sacramentado uniéndonos a sus
sentimientos de amor y reparación, y poder decir con
Cristo, yo por ellos me consagro para que sean consagrados en la Verdad. Compartiendo
el Cuerpo y la Sangre de Cristo somos congregados por el Espíritu Santo, y
para que seamos víctima viva para alabanza de su gloria, de tal forma que
seamos testigos de unidad. Jesucristo desde la Eucaristía hace camino sinodal
con nosotros y realiza la comunión con cada uno en la
unidad de la Iglesia, manifestándose en la pluralidad de sus miembros, unidos
por el amor de su Corazón. El Pan de la Vida no se cambia en
nuestra naturaleza como los demás alimentos terrenales, sino que nos transforma
en Él, nos cristifica.
San Juan Crisóstomo lo
afirma explícitamente: “¿Qué es en realidad el
Pan? El Cuerpo de Cristo. ¿Qué se hacen los que comulgan? Cuerpo de Cristo” (Hom. sobre I Co 24), y San Cirilo de
Alejandría: “…porque el Verbo habita en nosotros, de
modo divino, por medio del Espíritu Santo, y de modo humano, por su carne y por
su sangre” (Contra
Nestorio,4)
De la misma manera lo
entendió y vivió el Venerable Luis de Trelles,
que, tras descubrir el tesoro de la Adoración Nocturna en Paris, no paró hasta
instaurarla en España, consciente de que, a través de la unión con Cristo, Pan
de Vida eterna, se realiza la verdadera sinodalidad y unidad dentro de la
Iglesia y como ejemplo de unidad ante la sociedad dividida por el pecado.
Jesús resucitado en el camino de Emaús,
escucha nuestros problemas y abatimientos y a la vez nos enseña con la
Escritura el sentido del sufrimiento, para transformarnos en el partir del Pan.
Con Él, Camino, Verdad y
Vida, seremos para los demás, sacramento de común unión, y
mostraremos en el caminar diario el remedio ante un mundo divido por el
príncipe de la mentira, que agoniza por falta de sentido en la vida, aparte del
que él es El Camino, Verdad y Vida.
Preguntas para
el diálogo y la meditación.
■
¿Vivo
la preparación del Sínodo con una mayor profundidad eucarística?
■
¿Soy
elemento de comunión con las personas que trato cada día?
■
¿Llevo
la presencia de Cristo a mis hermanos caminando con ellos, como Jesús con los
de Emaús?
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