EN LA EPIFANÍA DEL SEÑOR
En la devoción popular se celebra como día
de los Reyes Magos. Epifanía significa manifestación, y celebra
la Iglesia la manifestación del Señor a todas las gentes, representadas en los
Magos, que no pertenecían al pueblo elegido de Israel, pero
que, guiados por una estrella, acudieron a Belén donde adoraron al Niño y le
ofrecieron sus dones. La solemnidad de la Epifanía se cuenta entre las máximas
festividades del año litúrgico, ya que ella celebra, en el Niño nacido de María, la
revelación de Aquel que es el Hijo de Dios, Mesías prometido y Luz de las
naciones. Según la tradición, los Magos eran tres, Melchor, Gaspar
y Baltasar, hombres sabios, entendidos en astrología, venidos de los países de
religión pagana del entorno de Israel.
Dios ha manifestado su
salvación en todo el mundo
La misericordiosa providencia de Dios, que
ya había decidido venir en los últimos tiempos en ayuda del mundo que perecía,
determinó de antemano la salvación de todos los pueblos en Cristo. [...] Instruidos
en estos misterios de la gracia divina, queridos míos, celebremos con gozo
espiritual el día que es el de nuestras primicias y aquél en que comenzó la
salvación de los paganos. Demos gracias al Dios misericordioso,
quien, según palabras del Apóstol, nos ha hecho capaces de compartir la
herencia del pueblo santo en la luz; él nos ha sacado del dominio de las
tinieblas y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido. Porque,
como profetizó Isaías, el pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande;
habitaban en tierra de sombras, y una luz les brilló. También a propósito de
ellos dice el propio Isaías al Señor: Naciones que no te conocían
te invocarán, un pueblo que no te conocía correrá hacia ti.
[...]
Esto se ha realizado, lo
sabemos, en el hecho de que tres magos, llamados
de su lejano país, fueron conducidos por una estrella para conocer y adorar al
Rey del cielo y de la tierra. La docilidad de los magos a
esta estrella nos indica el modo de nuestra obediencia, para que, en la medida
de nuestras posibilidades, seamos servidores de esa gracia que llama a todos
los hombres a Cristo.
Animados por este celo, debéis aplicaros,
queridos míos, a seros útiles los unos a los otros, a fin de que brilléis como
hijos de la luz en el reino de Dios, al cual se llega gracias a la fe recta y a
las buenas obras…
De los sermones de san León Magno
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