«EL CIELO Y LA TIERRA PASARÁN, PERO MIS PALABRAS NO PASARÁN»
Mc. 13. 24-32
En aquel tiempo,
dijo Jesús a sus discípulos: «En
aquellos días, después de la gran angustia, el sol se oscurecerá, la luna no
dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán.
Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y
gloria; enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos,
desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se
ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros que esto sucede,
sabed que él está cerca, a la puerta.
En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo
suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no
pasarán. En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del
cielo ni el Hijo, solo el Padre».
Otras Lecturas: Daniel 12,1-3; Salmo 15; Hebreos 10,11-14.18
LECTIO:
El
Evangelio de este domingo es un mensaje de esperanza, de invitación a preparar
ya ese final esperanzado. Porque tras todas las tinieblas y tribulaciones,
después de todos los horrores y los errores de nuestra andadura humana, vendrá
el Hijo del hombre para decirnos su palabra eterna, la que hizo todo y la única
que no pasará, para devolvernos con fuerza y con ternura la verdad de nuestra
vida.
No
se trata de temer ese día último
como quien teme un final sin piedad, sino de vivir ese final atreviéndonos a ir
escuchando ya cada día esa palabra postrera que escucharemos de los labios de
Jesucristo. ¿No tiene nuestro mundo necesidad de testigos que escuchen esa
palabra, que la testimonien en cada situación y circunstancia?
Somos
llamados los cristianos a anticipar esa hora última, cuando en nosotros se
puede escuchar otra palabra capaz de recrear todas las cosas, de hacerlas
nuevas otra vez, y no fugazmente sino para siempre ya, cada día. Este
es el tiempo cristiano, es el tiempo de Dios. (+ Fr. Jesús Sanz
Montes, ofm)
MEDITATIO:
Nuestra meta final es el encuentro con el
Señor resucitado… El problema no es «cuándo» sucederán las señales
premonitorias de los últimos tiempos, sino el estar preparados para el
encuentro. Y no se trata ni si quiera de saber «cómo» sucederán estas cosas,
sino «cómo» debemos comportarnos, hoy, mientras las esperamos. Estamos llamados
a vivir el presente, construyendo nuestro futuro con serenidad y confianza en
Dios. (Papa Francisco)
El
triunfo de Jesús al final de los tiempos, será el triunfo de la Cruz; la demostración de que el
sacrificio de uno mismo por amor al prójimo y a imitación de Cristo, es el
único poder victorioso y el único punto fijo en medio de la confusión y
tragedias del mundo. (Papa
Francisco)
También en nuestros días no faltan las
calamidades naturales y morales, y tampoco la adversidad y las desgracias de
todo tipo. Todo pasa —nos recuerda el Señor—; sólo
Él, su Palabra permanece como luz que guía,
anima nuestros pasos y nos perdona siempre, porque está al lado nuestro. Sólo
es necesario mirarlo y nos cambia el corazón. (Papa
Francisco)
ORATIO:
Jesús, Señor de la historia, Haz que
completemos nuestra peregrinación terrena tendiendo a la patria celestial, para
que quien nos encuentre comprenda cuál es la bienaventurada esperanza.
Señor, me
acerco hoy a Ti
sabiendo que
eres el Señor de la vida y de la historia.
Consciente
de mis debilidades y caídas,
pongo mi confianza en Ti,
CONTEMPLATIO:
Es una invitación para que vivamos según el querer de Dios. Y
estemos atentos a los signos de los tiempos, por eso es necesario vivir una
auténtica vida interior. También es una invitación para que revisemos nuestra
relación con Dios, con nuestros hermanos, la naturaleza y con nosotros mismos.
Muchas veces vivimos demasiado
preocupados por el futuro, mientras que en el mundo que estamos
viviendo hay muchos signos… ¿Cuál debe ser nuestra actitud, si queremos… caminar hacia el Padre, en este mundo
de devastación, en este mundo de guerras, en este mundo de tribulación? Nuestra
actitud es la actitud de las Bienaventuranzas. Solamente
este camino nos llevará al encuentro con Dios…
■… Nos encontramos una vez más teniendo que decidir: debemos escoger
si queremos limitar la fe al ámbito del sentimiento y orientar nuestros
pensamientos según los de todos, o bien si pretendemos ser cristianos también
en el modo de pensar. El juicio es el último acto de Dios, y lo lleva a cabo aquel
que sigue siendo durante toda la historia el «signo de contradicción», el
momento de la decisión tanto para el individuo como para los pueblos. ¿Cómo se
lleva a cabo este juicio? En un primer momento, podemos suponer que el objeto
del juicio deben ser las acciones y las omisiones del hombre. Veremos, en
cambio, que todo está fundido en una sola entidad: el amor. (R. Guardini)
Vamos ya terminando el Año Litúrgico y San Marcos en su Evangelio nos introduce en lo que la Teología llamaba los novísimos, es decir aquello que antes se predicaba tanto y que hoy se olvida con facilidad; la muerte cierta, el juicio y la salvación o condenación.
ResponderEliminarSi partimos de que Dios nunca viene como una amenaza sino como salvación entenderemos este pasaje y todo el Evangelio, que siempre es Buena Noticia.
Habla de los últimos tiempos. Nos introduce y advierte que la creación también sufre esta transformación y también les afectará a los astros, a las estrellas y la luna que “con su poder creó”. Vendrá el Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder. El título más humano, Hijo del hombre, y que utilizaba con gusto Jesús ahora vendrá con “gran poder y majestad”. No será como en la Navidad que vino en la profunda humildad de un niño, de un bebé para que no tengamos miedo a Dios. No vendrá sentado sobre un burro como en la entrada en Jerusalén que también se acerca como Rey humilde para ser clavado en la cruz y resucitar.
La clave es que viene a reunirnos con los elegidos, a ti y a mí, que queremos ser contados entre los elegidos, porque desde nuestra pobreza le hemos dicho una y otra vez al Señor: “¿dónde iremos si sólo Tú tienes palabras de vida eterna?” Buscamos el vivir cumpliendo su voluntad desde la realidad de nuestro ser pecador y reconciliados con toda la creación y haciendo la guerra al pecado que nos deshumaniza. Reunirnos con los elegidos de los cuatro puntos cardinales, de oriente a occidente, cantando con los ángeles y virtudes.
Toda nuestra vida será siempre estar preparados para que cuando “seamos examinaos en el amor “superemos el gran examen más importante de la vida donde todos los demás exámenes pasarán a un segundo plano, ser examinados a la tarde de la vida en el Amor. Amar será siempre la asignatura pendiente donde vamos a ser examinados ¿Te atreves a vivir así?
+Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres