«QUIEN QUIERA SER PRIMERO, QUE SEA
EL ÚLTIMO Y EL SERVIDOR DE TODOS».
Mc. 9. 30-37
En aquel tiempo, Jesús y
sus discípulos se
marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase,
porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a
ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a
los tres días resucitará». Pero no entendían aquello, y les daba miedo
preguntarle.
Llegaron a Cafarnaúm, y, una vez en casa,
les preguntó: «¿De
qué discutíais por el camino?». Ellos no contestaron,
pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se
sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser primero, que sea el
último de todos y el servidor de todos».
Y, acercando a un niño, lo puso en medio
de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre
me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha
enviado».
Otras Lecturas: Sabiduría 2,12.17-20; Salmo 53;
Santiago 3,16-4.3
LECTIO:
La narración del evangelista nos ha ido dando
suficientes datos de palabras y de hechos de Jesús, como para imaginarnos el
bienestar que suponía para aquellos primeros discípulos el hecho de pertenecer
a esa compañía incipiente del Maestro…
Pero no acaban de entender el viaje de fondo de su Maestro. Digamos que
disfrutan en cada estación, se envalentonan en cada parada del camino,
justamente cuando el Maestro habla, cuando cura, cuando hace milagros…
Entonces va Jesús y les vuelve a decir delicadamente:
“el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y
después de muerto, a los tres días resucitará”. La reacción que provocaba en
ellos estas graves palabras, queda magistralmente dibujada en el breve apunte
de Marcos: “ellos
no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle”.
Al llegar a Cafarnaún, Jesús les hará una curiosa
pregunta: ¿de qué discutíais? Pero ellos, extrañamente, no quisieron contestar… Y quedaron efectivamente mudos... de vergüenza, pues no venían
comentado las palabras de su Maestro, sino que por el contrario se habían
estado repartiendo su pretensión: cuál de ellos era el más importante.
Humanamente hablando, era una situación desalentadora
para Jesús… Jesús adoptará una
actitud comprensiva llena de misericordia, y
les explicará en qué consiste la “importancia” a la que
ellos deben aspirar: ¿veis un niño? pues así vosotros. No vayáis de “trepa” por
la vida, sed sencillos, acogedores, sed pequeños.
Sólo
a ellos se les revela el verdadero sentido de la vida, los secretos del Reino
de Dios,
sólo ellos son los verdaderamente grandes. (+
Fr. Jesús Sanz Montes, ofm).
MEDITATIO:
Esta es la gran paradoja de Jesús. Los
discípulos discutían quién ocuparía el lugar más importante, quién sería
seleccionado como el privilegiado… Quién escalaría más pronto para ocupar los
cargos que darían ciertas ventajas. Jesús les trastoca su lógica diciéndoles
sencillamente que la vida auténtica se vive en el compromiso concreto con el
prójimo. Es decir, sirviendo. (Papa
Francisco).
Servir
significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo.
Son los rostros sufrientes, desprotegidos y angustiados a los que Jesús propone
mirar e invita concretamente a amar. (Papa
Francisco).
Amor que se plasma en acciones y
decisiones. Amor que se manifiesta en las distintas tareas que como ciudadanos
estamos invitados a desarrollar. Son personas de carne y hueso, con su vida, su
historia y especialmente con su fragilidad, las que Jesús nos invita a
defender, a cuidar y a servir. (Papa
Francisco).
Ser
cristiano entraña servir la dignidad de sus hermanos, luchar por la dignidad
de sus hermanos y vivir para la dignidad de sus hermanos. Por eso, el cristiano
es invitado siempre a dejar de lado sus búsquedas, afanes, deseos de
omnipotencia ante la mirada concreta de los más frágiles. (Papa Francisco).
ORATIO:
Envía de lo alto tu Espíritu de sabiduría,
para que haga de mi vida una obra de paz.
Haz realidad tu vida en la mía,
en mis gestos y actitudes.
Regálame la gracia de imitarte en el servicio
y la entrega a los demás.
CONTEMPLATIO:
«Quien
quiera ser primero, que sea el último y el servidor de todos».
¿Servir a los demás si queremos ser los
primeros? Parece una locura. ¡Qué lección tan dura nos está dando Jesús en este
evangelio!
Jesús es el primero de entre todos los
hijos de Dios. Él es de quien se puede resumir su vida: "pasó haciendo el
bien". Nada lo hizo por su propia cuenta, todo por la salvación de los
hombres, sus hermanos.
Servir a los demás es el centro del
cristianismo. Lo decían los paganos del siglo I: "¡Mirad cómo se aman y
cómo están dispuestos a morir unos por otros!" Éste es el secreto del
primer puesto, la caridad para con todos.
■… Dichoso el que
soporta a su prójimo en su fragilidad como querría que se le soportara a él si
estuviese en caso semejante […] Dichoso
el siervo que no se tiene por mejor cuando es engrandecido y enaltecido por los
hombres que cuando es tenido por vil, simple y despreciable, porque cuanto es
el hombre ante Dios, tanto es y no más. ¡Ay de aquel religioso que ha sido
colocado en lo alto por los otros y no quiere abajarse por su voluntad! Y
dichoso aquel siervo que no es colocado en lo alto por su voluntad y desea
estar siempre a los pies de otros […]
(Francisco de
Asís).
El Evangelio siempre resulta molesto a nuestros intereses y egoísmos. La insistente llamada de Jesús de hacerse pequeño, “como un niño en brazos de su madre”, a confiar, choca frontalmente con nuestra autosuficiencia, con nuestro deseo de brillar y, sobre todo, de ser el protagonista de todo. La pregunta siempre del millón es, quién es el más importante en el mundo, en la Iglesia, en la familia, en mis amigos, en mi empresa. Solemos dejarnos llevar por tantos intereses humanos, por tanta falsa belleza. Por valores y criterios que no duran nada en el corazón humano. Jesús va a poner claro unas cuantas premisas.
ResponderEliminarLa primera es que el más importante es el que más ama, el que más sirve, el que más entrega su vida por amor. El Hijo del hombre va a ser entregado. El valor y la belleza de una vida siempre está en la entrega por amor. No en ser eficaz, ni en un activismo frenético sino en una vida entregada en sencillez y amor, amando como “a lo tonto”, como hacen tantas madres que son sorprendidas siempre en su corazón en un flagrante acto de entrega y amor y casi no se dan cuenta ellas mismas. Ama quien se entrega sirviendo desde el amor. Jesús nos enseña este camino que conduce a la cruz, al sacrificio, pero no se detiene hasta llegar a la vida plena y feliz.
Por otra parte, es verdad que nos ocurre a todos, como a los apóstoles y discípulos, que no nos enteramos de la fiesta. Jesús habla de dar la vida, de la entrega, de recorrer el camino desde un amor que no se para ante las dificultades, que quiere llegar hasta el final.
Es verdad que las dificultades del camino, a veces, nos echan para atrás, pero tenemos que llegar al final, no pararnos ante las dificultades, sino confiar en el Amor del Señor y saber que se ama desde el servicio humilde de los que eligen, como Jesús, el último puesto y desde la entrega se pone en manos de los pecadores para confirmarlo.
+Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres