TIEMPO LITÚRGICO

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domingo, 11 de febrero de 2018

PARA EL DIALOGO Y LA MEDITACIÓN












FEBRERO: Eucaristía y Doctrina Social de la Iglesia
 
     El designio de amor de Dios para la humanidad marca el título y contenido del capítulo 1º del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia.
La base de la Doctrina social es el Humanismo cristiano, que lejos de precisar negar a Dios para poner en valor al ser humano (como pretende el humanismo ateo), parte del amor de Dios para la humanidad para fundar y manifestar la belleza y dignidad de la persona humana, de cada hombre y mujer que vienen a la vida.

El designio de amor de Dios para la humanidad.

     No toda religión es capaz de engendrar un humanismo. Muchas concepciones religiosas o filosóficas, para nosotros incompletas o erradas, diluyen al ser humano en la naturaleza o lo presentan como un simple esclavo, al capricho de un dios o poder que lo utiliza. El actual transhumanismo (más allá del humanismo), terriblemente pesimista (en lo antropológico), invita a poner la esperanza en la autoinmolación de la humanidad, para dar lugar a una pretendida nueva realidad, que siendo pura hechura humana, llegaría a superar al hombre mismo. Esta fe tecnológica levanta sus cimientos sobre el dar por sentada la visión más reductiva y sesgada de lo que es el ser humano. Hay algo demoníaco en todo esto. Lo mismo hemos de decir de ciertas ten- dencias ecologistas para las que el problema del planeta es el ser humano y no dudan en sacrificar a éste, con tal de salvar al resto. La encíclica Laudato  (24 mayo 2015) del Papa Francisco es una contundente réplica a este ecologismo antihumano.
     Ante los verdaderos y urgentes problemas de las injusticias, las guerras, las hambrunas, la crisis económica, los desequilibrios norte/sur, las migraciones masivas con sus millones de refugiados, la Iglesia tiene que seguir apostando por cada ser humano y su dignidad. Pero ha de tener en cuenta que no puede limitar su acción a asistir, aunque ésta sea una tarea urgente e ineludible, pero tenemos que hacer más. Tenemos que proponer una verdadera esperanza: Jesucristo, evangelio de la esperanza. Éste es el gran tesoro que la Iglesia administra con el encargo de hacerlo a favor de todos y siempre. Y Cristo ofrecido íntegramente. Por eso estamos obligados personal y, sobretodo, eclesialmente a ofrecer y construir la verdad sobre el ser humano y el mundo, sobre su ser y su obrar, su presente y futuro, como la alternativa a las propuestas de los falsos humanismos o del posthumanismo / transhumanismo.
     El Compendio al desarrollar este punto sigue primeramente un itinerario por la Historia de la Salvación: 1º La acción liberadora de Dios en la historia de Israel; y 2º Jesucristo, cumplimiento del designio de amor del Padre. Para entrar luego a analizar conceptos y responsabilidades diversas: La persona humana en el designio de amor de Dios; Designio de Dios y misión de la Iglesia. Viendo estos contenidos se comprende hasta qué punto la Eucaristía, celebrada y vivida a lo largo de cada Año Litúrgico, está totalmente implicada en estos contenidos y ayuda a vivirlos y hacerlos realidad en los fieles y en el mundo.
     La Celebración de la Eucaristía hace presente a Cristo y configura a la Iglesia como su Esposa y Cuerpo, particularmente a través de la Comunión. La Adoración realiza una suerte de recolocación del ser humano ante Dios; nos devuelve a nuestro puesto, su efecto, perfeccionando los actos de fe, esperanza y caridad; posee un efecto redentor y restaurador en quien adora, pero con repercusión, en la misma línea, en su hábitat más cercano e incluso a nivel cósmico.
     La Eucaristía persuade sobre el amor que Dios nos tiene de modo personal y eclesial, no como simple enunciación teórica que se repite, sino como contundente verificación práctica de la misma. En cada Eucaristía (celebrada-comulgada-adorada) Dios entrega su amor, se entrega Él como amor a cada creyente. ¿Cómo no nos estremecemos ante la Eucaristía? Dios dándose, dando a su Hijo en carne y hasta la muerte de cruz. Por eso, la dignidad del hombre, su libertad, su grandeza, se expresan particularmente cuando éste se arrodilla ante la Eucaristía, ante Dios humanado y humillado, ante Dios amor.

Preguntas para el diálogo y la meditación.

¿Conoces la existencia del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, preparado por el Pontificio Consejo “Justicia y Paz (BAC-Planeta, Madrid 2005)? ¿Qué uso haces de él?

¿Tu vivencia de la Eucaristía (celebrada-comulgada-adorada) te hace comprender y vivir el amor de Dios? ¿Das testimonio de ello?

¿Cómo ayudar a descubrir la fuerza redentora y creadora que actúa en el Sacramento? ¿Son nuestras actitudes, en la celebración y en la adoración, una ayuda en este sentido?

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