«LA PIEDRA QUE DESECHARON LOS ARQUITECTOS ES AHORA LA
PIEDRA ANGULAR»
Mt. 21. 33-43
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes
y a los ancianos del pueblo otra parábola: «Había un propietario que plantó una
viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la
arrendó a unos labradores y se marchó lejos.
Llegado el tiempo de los frutos, envió sus
criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero
los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a
otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e
hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo diciéndose:
“Tendrán respeto a mi hijo”. Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron:
“Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia”. Y
agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron.
Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué
hará con aquellos labradores?». Le contestan: «Hará morir de mala muerte a esos
malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a
su tiempo».
Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca
en la Escritura: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra
angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente?” Por eso os digo que se os quitará a
vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.
Otras
Lecturas: Isaías 5,1-7; Salmo 79; Filipenses 4,6-9
LECTIO:
Mateo continúa mostrando el enfrentamiento
y la tensión creciente entre Jesús y los dirigentes religiosos. La viña, en la Biblia, es imagen de lo
que pertenece a Dios.
Jesús denuncia-anuncia el destino y la suerte que espera a los profetas. Los
verdaderos profetas son siempre calumniados, perseguidos y martirizados, por
quienes actúan como si la viña fuese suya.
La parábola va dirigida a los dirigentes
religiosos, de todos los tiempos, que se consideran propietarios de la viña, y
la “explotan” en beneficio propio. Se sublevan contra el único Dueño, persiguen
a los profetas, arrojan fuera al Hijo, prescinden de Él y de su mensaje y
ocupan su lugar. Jesús pregunta a quienes dirige la parábola y espera
respuesta. Los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que se dirigía a
ellos.
Dios
con su infinita paciencia siempre da una nueva oportunidad para cambiar de
actitud. Por eso hemos de estar muy atentos para no arrinconar ni silenciar a
los mensajeros de Dios que nos recuerdan con sus anuncios y
sus denuncias la historia por Él soñada.
La Iglesia, como nuevo Pueblo de Dios,
está llamada a mostrar el Reino de Dios, ser un espejo en el que el mundo pueda
mirarse. Es decir, cada una de las comunidades y cada uno de los cristianos,
estamos llamados a anticipar en nosotros y entre nosotros lo que sería el
mundo entero si aceptase la manifestación de Jesucristo, su Palabra y su
Persona.
Si el Reino de Dios es el mundo nuevo en
el que habita la justicia y la paz, la verdad y la misericordia, la bondad y la
belleza, la luz y la gracia, nosotros
estamos llamados a proclamar ese Reino desde los gestos cotidianos que nos
hacen ser lámpara sobre el candelero y ciudad sobre el monte: esto es la
Iglesia, para que los demás viendo en nosotros la obra de Dios, glorifiquen a
Dios y realicen su proyecto.
MEDITATIO:
Hoy la palabra de Dios presenta la imagen
de la viña como símbolo del pueblo que el Señor eligió. Como una viña, el
pueblo requiere mucho cuidado, requiere un amor paciente y fiel. Así se
comporta Dios con nosotros, y así estamos llamados a comportarnos nosotros para
que produzca los frutos del reino de Dios. (Papa
Francisco)
Podemos tener la tentación de «apoderarnos» de la viña, a causa de la
codicia que nunca falta en los seres humanos. El sueño de Dios siempre se
enfrenta con la hipocresía de algunos servidores suyos. Y para satisfacer esta
codicia, los malos pastores cargan sobre los hombros de las personas fardos
insoportables, que ellos mismos ni siquiera tocan con un dedo. (Papa Francisco)
Para cultivar y guardar bien la viña, es preciso que nuestro corazón y
nuestra mente estén custodiados en Jesucristo por la «paz de Dios, que supera
todo juicio». De este modo, nuestros pensamientos y nuestros proyectos serán
conformes al sueño de Dios: formar un pueblo
santo que le pertenezca y que produzca los frutos del Reino de Dios. (Papa Francisco)
ORATIO:
Señor, tú que abarcas con tu mano
inmaculada el orbe entero, ten paciencia. con nosotros y compadécete de
nuestras iniquidades,
Y,
aunque nosotros seamos tus viñadores ingratos,
Tú
siempre nos envías profetas, sacerdotes, hermanos
y
¡hasta tu propio Hijo!, para regresar a tu inmenso Amor.
¡Gracias,
Padre! ¡Gracias, Jesús!
Visítanos con tu bondad y concédenos,
ayudados con tu gracia, huir de las múltiples tramas del Maligno y, con la
gracia del Espíritu Santo, ampara nuestras vidas de sus insidias.
CONTEMPLATIO:
Esa viña también podemos ser tú y yo:
tantos dones que hemos recibido de parte de Dios con tanto amor y delicadeza, y
que, tal vez, no hemos respondido siempre a esos cuidados del Viñador. Quizá no
le hayamos dado frutos buenos, sino sólo uvas amargas. ¿Somos uno de esos viñadores homicidas
que rechazan a Cristo con su rebeldía, incredulidad o indiferencia?
Contemplemos como Jesús nos invita cada
día, a acogerlo en nuestro corazón y en nuestra vida con entusiasmo y alegría,
como el gran regalo de Dios que nos ama. A abrir el entendimiento a sus
palabras de vida y esperanza. A recibir los dones que tiene para darnos con la
mejor disposición posible. A llenarnos de su amor y su bondad…
Respondamos a Jesús que nos invita a ser dócil a sus
enseñanzas. A vivir la vida con dignidad. A amar y respetar a todas las
personas que encontramos en el camino. A ser honesto, justo y veraz. A dar
lugar en nuestro corazón a la fraternidad. A ser solidarios con los que sufren.
A hacer de nuestra vida entera un servicio a los demás.
■… Ahora
comprendo la necesidad de volver a ti; ábreme la puerta, porque estoy llamando;
enséñame el camino para llegar hasta ti. Solo tengo voluntad; sé que lo caduco
y transitorio debe despreciarse para ir en pos de ti seguro y eterno. Esto
hago, Padre, porque esto solo sé, y todavía no conozco el camino que lleva
hasta ti. Enséñamelo tú, muéstramelo tú, dame la fuerza para el viaje. Si con
la fe llegan a ti los que te buscan, no me niegues la fe; si con la virtud,
dame la virtud; si con la ciencia, dame la ciencia. Aumenta en mí la fe,
aumenta la esperanza, aumenta la caridad. ¡Oh, cuan admirable y singular es tu
bondad! (Agustín de Hipona)
Frutos (Mt. 21. 33-43)
ResponderEliminarEsta parábola de los viñadores homicidas es la única parábola donde Jesús narra su pasión con todo tipo de detalles. Es la pasión contada por el protagonista.
No se puede entender la vida de Jesús sin su muerte, sin su pasión y sin su resurrección, sin la pasión por su viña, que es Israel, que es la Iglesia, que es toda la humanidad, que somos cada uno de nosotros.
Aquí está narrada toda la historia de la salvación. El continuo desvivirse del Padre, de Dios. Su amor a la viña como cariño y amor incondicional para que dé fruto y fruto abundante. Después de todos los intentos se comete el fallo garrafal más grande que se puede cometer, la viña, mi vida es mía y hago con ella lo que quiero, lo que me da la gana. El drama del corazón humano que no acoge la vida, la salvación como un regalo, sino como propiedad para hacer lo que quiera con ella.
Uno por uno, ante el Amor de Dios por su viña, lo van rechazando. No lo hacen como debieran. Acoger a los profetas, y a todos los enviados del Señor, los rechazan y en vez de dar frutos, dan “agrazones”.
Por fin, Jesús narrando su pasión, su propia pasión, dice que el Amo, el padre envía a la viña para hacerla fructificar a su propio Hijo. Lo sacan fuera de la viña y lo matan. Es preciosa y precisa la narración. Así hizo su pueblo con el Señor, lo sacaron fuera y lo crucificaron. Fuera de las murallas muere el que sólo quería que su pueblo fructificara en amor.
Es preciso descubrir que el Señor quiere que demos fruto en nuestra vida, que seamos capaces de transformar nuestra vida. Sin embargo, no aceptamos ni las soluciones ni los proyectos de su Corazón. La pasión del Señor es nuestra salvación, pero sigue esperando de nosotros el fruto de nuestra viña. El fruto abundante.
Pero, cuál es nuestra acogida y amor a los proyectos de su corazón, que subsisten de edad en edad. Ante tanto amor despreciado y olvidado el Señor interroga nuestra vida. ¿Qué hemos hecho cada uno de nosotros con nuestra vida, con nuestra viña?
+ Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria Cáceres