«YO SOY LA PUERTA: QUIEN ENTRE POR MÍ SE SALVARÁ»
Jn. 10. 1-10
En aquel tiempo, dijo Jesús: «En verdad, en verdad os digo:
que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas,
sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por
la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas
atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca
fuera.
Cuando ha sacado todas
las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su
voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la
voz de los extraños.»
Jesús les puso esta
comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió
Jesús: « En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han
venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta:
quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El
ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que
tengan vida y la tengan abundante.»
Otras
Lecturas: Hechos 2,14a.36-41; Salmo 22; 1Pedro 2,20b-25
LECTIO:
Aquel pueblo… tenía en su tradición creyente la
afirmación de que Dios
es “como un pastor”, y
al igual que con otras metáforas (padre, madre, amigo, esposo), Israel fue
haciendo una meditación religiosa sobre su relación con Dios desde la vivencia
del pastor y las ovejas. Esa reflexión no era siempre amablemente bucólica.
Ante esta situación de abandono del rebaño y de
aprovechamiento de unos malos pastores, el Señor anunciará por medio de su
profeta que enviará un verdadero pastor, que será Él mismo. Y vendrá descrito con unas actitudes
marcadas por la ternura y la misericordia, que
serán las que Jesús hace de sí mismo como Pastor.
Jesús, para presentarse como Buen Pastor,
empleará la imagen de los verdaderos pastores. Los pastores de Israel tenían
pocas ovejas, las suficientes para sobrevivir sus familias. Las conocían por su
nombre y, a su nivel, formaban parte del conjunto familiar. Por ello eran
queridas, cuidadas, protegidas.
Un pastor nunca abandonaba a sus ovejas, ni éstas eran
extrañas para él. En tramos difíciles y oscuros, las ovejas se sentían
serenadas cuando la voz del pastor y los pequeños golpes de su cayado sobre sus
lomos, les permitían entrever que no estaban solas, sino acompañadas por su
pastor, aunque la niebla o la noche no dejasen ver su figura.
Así
es Dios: un pastor que nos conoce, nos conduce y ama hasta dar su vida. Conocer la voz de
este Pastor es dar la vida por aquello que se escucha y por aquel que lo
pronuncia. El es el Pastor de nuestra felicidad, el que nos conduce por los
caminos de justicia en los que esa felicidad es posible.
…Seguir
a Jesús, saberse ovejas de su redil, es vivir en paz y en luz, serenamente y sin
temores extraños... aunque la vida sea dura, aunque amenacen nubarrones o nos
envuelva la oscuridad.
MEDITATIO:
Contemplando esta página del Evangelio,
podemos comprender el tipo de relación que Jesús tenía con sus discípulos: una
relación basada en la ternura, en el amor, en el conocimiento recíproco y en la
promesa de un don inconmensurable: «Yo he venido —dice Jesús— para que tengan vida
y la tengan en abundancia». Tal relación es el modelo de las relaciones entre
los cristianos y de las relaciones humanas. (Benedicto
XVI)
También
hoy,
como en tiempos de Jesús, muchos
se proponen como «pastores» de nuestras existencias; pero sólo el Resucitado es el verdadero
Pastor que nos da la vida en abundancia.
Invito
a todos a tener confianza en el Señor que nos guía. Pero no sólo nos guía: nos
acompaña, camina con nosotros. Escuchemos su palabra con mente y corazón
abiertos, para alimentar nuestra fe, iluminar nuestra conciencia y seguir las
enseñanzas del Evangelio. (Benedicto
XVI)
Pero, en un momento determinado, Jesús
dijo, refiriéndose a sus ovejas: «Mi Padre, que me las ha dado…». Esto es muy
importante, es un misterio profundo, no fácil de comprender: si yo me siento
atraído por Jesús, si su voz templa mi corazón, es gracias a Dios Padre, que ha
puesto dentro de mí el deseo del amor, de la verdad, de la vida, de la belleza…
y Jesús es todo esto en plenitud. Esto nos ayuda a comprender el misterio de la
vocación, especialmente las llamadas a una especial consagración. (Papa Francisco)
A
veces Jesús nos llama, nos invita a seguirle, pero tal vez sucede que no nos damos cuenta de que es Él. Quisiera
preguntaros: ¿habéis sentido alguna vez la voz del Señor que, a través de un
deseo, una inquietud, os invitaba a seguirle más de cerca? ¿Habéis tenido el deseo de ser apóstoles de
Jesús? Pregunta a Jesús qué quiere de ti y sé valiente… Las vocaciones nacen en
la oración y de la oración; y sólo en la oración pueden perseverar y dar fruto.
(Papa Francisco)
ORATIO:
Jesús, pastor y sustento de tus fieles,
guía seguro y sendero de vida, tú que conoces a todos por su nombre y nos
llamas todos los días uno a uno, haznos capaces de reconocer tu voz y de sentir
el calor de tu presencia.
El
Señor es mi pastor, nada me falta.
Conoce
mis proyectos e ilusiones, me guía por caminos de justicia,
¡Gracias al Señor que me crea, sostiene y guía con su presencia cargada de Vida.
CONTEMPLATIO:
¿Cuál es ahora el redil cuya puerta es Cristo?
En las comunidades cristianas necesitamos
vivir una experiencia nueva de Jesús reavivando nuestra relación con él.
Ponerlo decididamente en el centro de nuestra vida. Pasar de un Jesús confesado
de manera rutinaria a un Jesús acogido vitalmente.
Es
importante sentirnos llamados por Jesús “por nuestro nombre”. Dejarnos atraer por él personalmente. Descubrir poco a
poco, y cada vez con más alegría, que nadie responde como él a nuestras
preguntas más decisivas, nuestros anhelos más profundos y nuestras necesidades
últimas.
Es vital caminar teniendo a Jesús “delante
de nosotros”. No
hacer el recorrido de nuestra vida en solitario.
Experimentar en algún momento, aunque sea de manera torpe, que es posible vivir
la vida desde su raíz: desde ese Dios que se nos ofrece en Jesús, más humano, más
amigo, más cercano y salvador que todas nuestras teorías.
¿Cuál es ahora el redil cuya puerta es Cristo?
El futuro de la fe entre nosotros se está
decidiendo, en buena parte, en la conciencia de quienes en estos momentos nos
sentimos cristianos. Ahora mismo, la fe se está reavivando o se va extinguiendo
en nuestras parroquias y comunidades, en el corazón de los sacerdotes y fieles
que las formamos. La
increencia empieza a penetrar en nosotros desde el mismo
momento en que nuestra relación con Jesús pierde fuerza, o queda adormecida por
la rutina, la indiferencia y la despreocupación. Por eso, el Papa Francisco ha
reconocido que “necesitamos crear espacios motivadores y sanadores... lugares
donde regenerar la fe en Jesús”. Hemos
de escuchar su llamada.
■… El guardián saca fuera sus propias ovejas, y el pastor las lleva
fuera, llamándolas por su nombre, va delante de ellas y ellas le siguen.
¿Adonde? Al redil, al corazón del Padre, donde está su morada, su ser, su
reposo. Ahora bien, todos los que quieran incorporarse deben pasar por la
puerta que es Cristo en su humanidad. Éstas son sus ovejas, que tienen como
meta y sólo buscan a Dios, única y exclusivamente en sí mismo, y ninguna otra
cosa que no sea su honor y su voluntad (Juan Taulero).