TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

viernes, 17 de junio de 2016

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 12 DE JUNIO, 12º DEL TIEMPO ORDINARIO (Comentario de + José Manuel Lorca Planes-Obispo de Cartagena)

«Y VOSOTROS, ¿QUIÉN DECÍS QUE SOY?»


Lc. 9.18-24

            Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos contestaron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros dicen que ha resucitado uno de los antiguos profetas». Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Pedro respondió: «El Mesías de Dios».
       Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie, porque decía: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».
       Y, dirigiéndose a todos, dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará.

Otras Lecturas: Zacarías 12, 10-11.ss; Salmo 62; Gálatas 3,26-29

LECTIO:
                El evangelista Lucas trata con cariño el tema de la oración en su evangelio: al insistir en cómo oraba Jesús está invitando a sus discípulos y a nosotros a que no olvidemos esta dimensión fundamental del cristiano: “es preciso orar sin desfallecer”.
       «¿Quién dice la gente que soy yo?». A Jesús no le interesa tanto lo que diga la gente, sino lo que los suyos digan de Él mismo, porque ellos serán los que después de la resurrección tendrán que anunciar al mundo quién es Jesús.
       Para Pedro y los suyos Jesús es el Mesías de Dios”. Después de oír a Pedro, Jesús completa su definición realizando el primer anuncio de la pasión. El hijo del hombre tiene que padecer y ser ejecutado…
       Jesús les formula esta invitación: El que quiera seguirme…”Jesús invita  porque sabe que a su lado podremos ser realmente felices. Pero no nos engaña. El caminar a su lado implica renuncia y sufrimiento. Uno no puede aceptar la cruz como una obligación pesada que nos asfixia. La cruz, el querer compartir el camino con Jesús se acepta libremente y por amor. ¿El premio? Ganar la vida eterna.

MEDITATIO:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy?».
     La pregunta de Jesús a sus discípulos alcanza, después de dos mil años, a cada uno de nosotros y pide una respuesta. Una respuesta que  se encuentra  en la experiencia de quien sigue de verdad a Jesús, con la ayuda de un «gran trabajador», el Espíritu Santo. (Papa Francisco)
     Pedro respondió con firmeza: «Tú eres el Mesías». Y después de esta confesión probablemente se sintió «satisfecho dentro de sí: ¡he respondido bien!. Sin embargo, el diálogo con Jesús no termina así. En efecto, «el Señor  comenzó a explicar lo que tenía que suceder». Pero Pedro no estaba de acuerdo con lo que había oído: no le gustaba ese camino proyectado por Jesús. (Papa Francisco)
«Y vosotros, ¿quién decís que soy?».
     También hoy Jesús «se dirige a nosotros y nos pregunta: para ti, ¿quién soy yo? Y, también nosotros seguramente daremos la misma respuesta de Pedro, la que hemos aprendido en el catecismo: ¡Tú eres el Hijo de Dios vivo, Tú eres el Redentor, Tú eres el Señor! (Papa Francisco)
     Jesús a Pedro y a sus discípulos no les dijo: ‘¡Conocedme!’, sino que les dijo: ‘¡Seguidme!’. Y en este seguir a Jesús nos hace conocerle. Seguir a Jesús con nuestras virtudes, y con nuestros pecados, pero seguirle siempre. No es un estudio de cosas, que es necesario, sino una vida de discípulo. (Papa Francisco)
     Para conocer a Jesús se necesita un encuentro cotidiano con Él, todos los días, con nuestras victorias y nuestras debilidades. Es un camino que no podemos recorrer solos. Es necesaria la intervención del Espíritu Santo (Papa Francisco)

ORATIO:
     Señor, ayúdanos a seguirte fielmente, procurando siempre dar lo mejor que tenemos, lo mejor que somos, sin medida, sin condiciones. Perdónanos nuestras debilidades.

Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,…

Tu gracia vale más que la vida,…
Toda mi vida te bendeciré…
Porque fuiste mi auxilio.

CONTEMPLATIO:
“Vosotros, quién decís que soy yo?
     Si dejamos apagar nuestra fe en Jesús, perderemos nuestra identidad. No acertaremos a vivir con audacia creadora la misión que Jesús nos confió; no nos atreveremos a enfrentarnos al momento actual, abiertos a la novedad de su Espíritu.
     Jesús es el "Mesías de Dios", el Enviado del Padre. ¿Sabemos los cristianos acoger, cuidar, disfrutar y celebrar este gran regalo de Dios? ¿Es Jesús el centro de mi vida, de nuestras celebraciones, encuentros y reuniones?  ¿Quién es hoy Jesús para los cristianos?
     Jesús es "Hijo de Dios". Él nos puede enseñar a confiar más en su bondad de Padre, a escuchar con más fe su llamada a construir un mundo más fraterno y justo para todos. ¿Estamos descubriendo el verdadero rostro de Dios encarnado en Jesús? ¿Sabemos anunciarlo y comunicarlo como una gran noticia para todos? No es cuestión de palabras, es cuestión de vida. Con la vida se anuncia a Jesús.

…  Cristo, nuestra vida, bajó acá para llevarse nuestra muerte y matarla con la abundancia de su vida; con tonante voz nos llamó para que volviéramos a Él (…)  Y luego desapareció de nuestra vista para que lo busquemos en nuestro corazón y allí lo encontremos. Se fue, pero aquí está. No se quiso quedar largo tiempo con nosotros, pero no nos dejó (Agustín de Hipona).

1 comentario:

  1. La fama de Nuestro Señor se estaba extendiendo de una forma admirable por su tierra, de tal forma que era normal que fuera buscando lugares apartados y tranquilos para rezar e instruir a sus discípulos, cosa que se ve con claridad desde el principio, de cómo tomó muy en serio prestarle atención al pequeño grupo de incondicionales. Nos podemos imaginar lo que tuvo que pasar para llevar adelante su ministerio, el de la predicación, la oración y la instrucción a sus discípulos; cada día sería una aventura porque la gente le salía al encuentro buscando sus palabras y sus poderes sobrenaturales. En esta ocasión, el Evangelio nos ha situado dentro del círculo de sus discípulos, allí donde ellos le cuentan los acontecimientos del exterior y allí donde se sorprenden de la sabiduría de las respuestas de Jesús. Jesús les hace confidentes de sus pensamientos, de las preocupaciones que llevaba a su oración y les pregunta por lo que piensa la gente de Él. ¡Cómo es el Señor!, no le hacían falta esas informaciones, sino más bien lo que pretendía era que respondieran a la llamada del Señor cada uno de ellos con valentía, pero ahí les vemos “sacando balones fuera”, excepto Pedro, que se atreve a hacer una firme confesión de fe.
    Jesucristo les pone a pensar en dos direcciones, una acerca de Él mismo, de lo que debe padecer, de que va a ser desechado, maltratado, ejecutado y de que al tercer día resucitará; y en segundo lugar, de lo que espera de ellos si deciden seguirle: que se nieguen a sí mismos, que carguen con su cruz cada día y se pongan en camino tras Él. Puede que a alguien le extrañe cómo se ha presentado Jesús, poniendo por delante el misterio de su pasión, sus sufrimientos y dolores… y que si alguno decide seguirle, que sepa que debe coger la cruz cada día, ¡menuda propaganda! El Señor sabía lo que hacía, sabía que en ese tiempo había muchas expectativas de mesianismos terrenales y Él les salió al encuentro antes, para que no se confundieran. Mientras la gente esperaba un mesías terrenal, la misión de Cristo es otra, traer el rescate de la infinita deuda contraída con el Padre por causa del pecado. Lo que Jesús trae es la salvación, la misericordia, el perdón de Dios y esto es más grande que todas las expectativas de reinos y poderes humanos. Jesús quiere que no se hagan falsas ilusiones, sino que escuchen sus palabras y que vean su testimonio de vida, desde luego muy lejano de los criterios mundanos. Esta es la escuela de Jesús.
    Otro tema que nos sugiere la Palabra es el de la llamada y de las condiciones que le pone el Señor al llamado, especialmente las de negarse a sí mismo y cargar con la cruz. Nuestro descanso está en que Él es el que lleva la iniciativa. Nadie se hace a sí mismo discípulo, el que invita se ha adelantado a pedírtelo antes; tú puedes ponerte en camino hacia Jesús, pero sólo después de que el Señor haya salido a tu encuentro; sentir la llamada al seguimiento es sentirse escogido, alcanzado y ganado por el Señor Jesús y, luego, todo es gracia, es un regalo y una implicación en la misma aventura que lleva Él, anunciar el perdón y la misericordia de Dios. A todos nos vendrá bien releer esta Palabra.
    + José Manuel Lorca Planes-Obispo de Cartagena

    ResponderEliminar