TIEMPO LITÚRGICO

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domingo, 26 de abril de 2015

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 26 DE ABRIL, 4º DE PASCUA (Comentario de + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo de Oviedo)

« YO CONOZCO A MIS OVEJAS Y ELLAS ME CONOCEN A MÍ…»

Jn. 10. 11-18
            En aquel tiempo, dijo Jesús: «Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
       Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen,  igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor.
       Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre».

Otras Lecturas: Hechos 4,8-12; Salmo 117; 1Juan 3,1-2

LECTIO:
                A nadie gusta que nos digan que somos un rebaño. Un rebaño quiere decir gente que no piensa, que sigue al que va delante sin preguntarse nada, que no tiene criterio y se deja manipular.
       Ser un rebaño que sigue a este pastor, Jesús, seguro que no nos sabe mal, al contrario, nos llena de gozo y felicidad.
       ¿Quién es nuestro pastor? ¿Quién es este que va delante y al que nosotros seguimos?
       Hace unas semanas celebrábamos aquel momento culminante en el que nuestro pastor se nos daba a conocer. Era el Viernes Santo y escuchábamos conmovidos, el relato de la pasión y muerte de Jesús.
       Ahora, hoy, en este tiempo gozoso de la Pascua, en la felicidad de celebrar la resurrección del Señor este evangelio nos recuerda quién es Jesús para nosotros. Él es nuestro pastor, queremos seguirle, porque él “da la vida por sus ovejas”.
       Es en su amor fiel hasta la muerte, donde encontramos el gozo y la felicidad, nadie más nos puede guiar por caminos que merezcan la pena, por caminos que hagan vivir, por caminos por los que nos podamos sentir hombres y mujeres plenos, verdaderos. El amor que él vivió, el amor que él nos enseñó es el único que puede dar felicidad a los hombres y mujeres de ayer, de hoy y de siempre.
       Nuestro pastor nos ama a cada uno personalmente, y nosotros podemos también amarlo personalmente: “Yo... conozco a las mías, y las mías me conocen” Es un amor de persona a persona...
El encuentro de Jesús y de María Magdalena la mañana de Pascua es nuestro mismo encuentro, el de cada uno de nosotros. Es una corriente de amor entre Jesús, y cada uno de nosotros, con nuestra vida concreta, con nuestros aciertos y nuestras equivocaciones, con nuestros momentos de generosidad y nuestros egoísmos y perezas, con nuestro convencimiento de fe y nuestros olvidos. Él nos ama personalmente, nos llama siempre por nuestro nombre.
       “Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil”... No se puede ser cristiano sin ser misionero. Cristo es un derecho de todos los hombres. ¡Qué bien entendieron los primeros cristianos la exigencia misionera de la fe! Por eso, los perseguidos en Jerusalén llevan la fe a Samaría. Son como brasas encendidas que, llevadas por el viento del Espíritu, encienden otras hogueras allí donde caen.
       Jesús, Buen Pastor, ofrece a la humanidad la posibilidad de constituir una sola gran familia. La Iglesia tiene la misión de ser en el mundo sacramento de salvación, de reconciliación y de comunión entre todos los hombres.

MEDITATIO:                               
     Seguir a Jesús como buen pastor es asumir las actitudes fundamentales que Él vivió, y esforzarnos por vivirlas hoy desde nuestra propia originalidad, construyendo el reino de Dios que Él comenzó. Mientras la oración sea sustituida por la TV, el silencio interior por el ruido, la escucha o lectura de la Palabra por la última revista, novela o película… será difícil que escuches la voz del Buen Pastor que te orienta y ayuda a vivir en medio de esta sociedad de consumo.
Ante la imagen del Buen Pastor, piensa seriamente en la necesidad de aceptar lo que de buen pastor debes tener; lo que supone en la práctica diaria el hecho de haberte comprometido a seguir a Jesús que no retrocedió, por amor a los hombres, ante ninguna dificultad, ante ningún temor, ante ningún riesgo.
Ser Buen Pastor al estilo de Cristo es amar a las ovejas y para amarlas hay que conocerlas. En tu comunidad cristiana, en tu grupo… ¿os conocéis? ¿Sabes como se llama cada uno, cuales son sus gustos, sus inquietudes, sus problemas, sus deseos, qué dificultades van encontrando en el camino…?                                                                                                                                                 
 ORATIO:
     Señor, Tú que conoces a tus ovejas, Tú que sabes de mis actitudes y de mis límites, actúa en mi vida, Señor.

«Yo soy el buen pastor: conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí»

     Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra.

«Yo soy el buen pastor: yo doy mi vida por las ovejas.»

   Jesús, huésped divino y mendigo de amor a la puerta del corazón humano, haz que nada nos resulte más dulce, nada más deseable, que caminar contigo y morar en ti. Ahora, en las estaciones de la trashumancia, en las inclementes estaciones de los acontecimientos humanos; después, durante los siglos eternos, en los soleados pastos del cielo.

CONTEMPLATIO:
     Contempla a Jesús como Buen Pastor, que te llama, te invita, te anima a seguir sus huellas como discípulo. Y contémplate a ti mismo que, a veces, te desvías del verdadero Camino, de la única Verdad que es Él. Jesús hoy te invita a seguirlo, a ser su discípulo, para que tú seas portavoz de su Palabra para que otros lo conozcan y lo sigan.

«Yo soy el buen pastor: yo doy mi vida por las ovejas.»


     El Buen Pastor da la vida por sus ovejas, y tú ¿qué puedes hacer para tener las actitudes de Jesús Buen Pastor en tu familia, trabajo, compañeros, en tu comunidad…? ¿Qué haces para sentir y actuar como Él?


1 comentario:

  1. Aquel pueblo que durante tanto tiempo sabía de andanzas nómadas y peregrinas, tenía en su tradición creyente la afirmación de que Dios es “como un pastor”, y al igual que con otras metáforas (padre, madre, amigo, esposo), Israel fue haciendo una meditación religiosa sobre su relación con Dios desde la vivencia del pastor y las ovejas. Esa reflexión no era siempre amablemente bucólica. Ante esta situación de abandono del rebaño y de aprovechamiento de unos malos pastores, el Señor anunciará por medio de su profeta que enviará un verdadero pastor, que será Él mismo. Y vendrá descrito con unas actitudes marcadas por la ternura y la misericordia (Ez 34,11-16), que serán las que Jesús hace de sí mismo como Pastor (Jn 1,1-10).
    En la polémica con los fariseos, Jesús no cesará de desenmascarar su pecado de traición al pueblo que se les había confiado: la hipocresía, la arrogancia, el oportunismo, la injusticia, el afán por el poder y la influencia... etc., son las permanentes aristas que Jesús no se cansará de señalar en esos interlocutores. Jesús, para presentarse como Buen Pastor, empleará la imagen de los verdaderos pastores que dibuja el salmo 22. Los pastores de Israel tenían pocas ovejas, las suficientes para sobrevivir sus familias. Las conocían por su nombre y, a su nivel, formaban parte del conjunto familiar. Por ello eran queridas, cuidadas, protegidas. Un pastor nunca abandonaba a sus ovejas, ni éstas eran extrañas para él. En tramos difíciles y oscuros, las ovejas se sentían serenadas cuando la voz del pastor y los pequeños golpes de su cayado sobre sus lomos, les permitían entrever que no estaban solas, sino acompañadas por su pastor, aunque la niebla o la noche no dejasen ver su figura.
    Así es Dios: un pastor que nos conoce, nos conduce y ama hasta dar su vida. Conocer la voz de este Pastor es dar la vida por aquello que se escucha y por aquel que lo pronuncia. El es el Pastor de nuestra felicidad, el que nos conduce por los caminos de justicia en los que esa felicidad es posible. Hay otras voces de sirena, voces de pretendidos pastores que pastorean su propio provecho, su personal promoción, su mantenimiento en poderes que corrompen y amordazan. Seguir a Jesús, saberse ovejas de su redil, es vivir en paz y en luz, serenamente y sin temores extraños... aunque la vida sea dura, aunque amenacen nubarrones o nos envuelva la oscuridad (Sal 22).

    + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo de Oviedo

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