TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

domingo, 27 de noviembre de 2011

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 27 DE NOVIEMBRE, 1º DE ADVIENTO

PERMANECED FIELES

Marcos 13, 33-37    «Estad atentos y vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento. Al igual que un hombre que se ausenta: deja su casa, da atribuciones a sus siervos, a cada uno su trabajo, y ordena al portero que vele; velad, por tanto, ya que no sabéis cuándo viene el dueño de la casa, si al atardecer, o a media noche, o al cantar del gallo, o de madrugada. No sea que llegue de improviso y os encuentre dormidos. Lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!»
Otras lecturas: Isaías 63,16-67,19b;64,2-7; *Salmo 80,2-3, 15-16, 18-19; 1 Corintios 1,2-9
LECTIO:
   Comenzamos nuestra preparación para este gran tiempo de Adviento, no con el nacimiento de Jesús, sino dirigiendo la mirada más lejos: hacia la Segunda Venida del Señor.
   En los versículos anteriores de Marcos 12, Jesús enseña importantes verdades respecto a los que ocurrirá antes de que vuelva a la tierra al final de la historia. Aunque desviar nuestra atención de la especulación estéril y disgregadora en torno a las fechas para dirigirla al servicio fiel.
   Por eso, Jesús concluye esta enseñanza sobre su segunda venida con unos pocos versículos anteriores que se centran en la necesidad de mantenerse alerta y permanecer fieles a la misión que nos ha encomendado realizar. Para ayudarnos a entender este tema, Jesús utiliza la parábola del Señor que deja a sus criados para que cumplan con sus obligaciones mientras se marcha de viaje. Nadie sabe con exactitud cuándo regresará el Señor.
MEDITATIO:
¿Cuál es el mensaje central de la parábola de hoy? ¿Es que Jesús espera encontrarnos, cuando vuelva, realizando la labor que nos ha pedido llevar acabo?
En la parábola, a cada uno de los criados se le ha señalado su tarea’ (versículo 34). ¿Qué tarea’ ha encontrado Jesús que realicen todos los cristianos? ¿Qué cosas ye ha confiado a ti personalmente?
Considera lo que puede ocurrir a la hora de debatir con otros cristianos sobre el momento en que vendrá Jesús. Compáralo con nuestra responsabilidad respecto a nuestros compañeros de servicio en la parábola de Jesús. ¿Cuál es más constructiva?
Marcos 13 nos recuerda que un día este mundo llegará a su fin. ¿No estaremos perdiendo demasiado tiempo ocupándonos de las cosas temporales?
ORATIO:
   Alaba a Dios: un día Jesús vendrá de nuevo con gran poder y gloria pero el fin de la historia se encuentra bajo su control directo.
   Ora por quienes todavía no han aceptado el perdón de Dios. Orar que El Espíritu Santo les revele a Jesús y respondan a su gracia y a su misericordia.
   Pídele a Dios que te conceda la gracia y la fuerza que necesites para servirle y cumplir su voluntad. Ora para que Dios no te deje caer en el cansancio o el desánimo
CONTEMPLATIO:
   Las dos lecturas adicionales de la liturgia de este día están tomadas de Isaías y Corintios. La primera, de Isaías 63 y 64, es un llamamiento apasionado a la confesión directa con Dios para poder restablecer la relación rota con Él. A pesar de conocer el amor y la fidelidad extraordinaria de Dios, los hijos de Israel se descarriaron una y otra vez. Todos podemos identificarnos con ellos en diversos momentos de nuestra vida. La razón por la que Jesús vino a la tierra fue proporcionarnos un camino de retorno. El arrepentimiento restaura nuestra relación con Dios.     ¡Alaba a Dios! 1 Corintios 1,3-9 nos ofrece este aliento. Nos recuerda que no nos han dejado solos para intentar vivir la vida cristiana por nuestra cuenta.    Podemos aprovechar la riqueza espiritual que se nos ha dado en Cristo. Jesús interviene en nuestras vidas para ayudarnos a mantenernos fieles hasta el día en que regrese.
 Sociedad Bíblica España

1 comentario:

  1. Ha llegado el momento de recomenzar. Así cada año al inicio de nuestro año cristiano con estas semanas que nos adentran y preparan como tiempo fuerte para ese otro tiempo de gracia que es la Navidad. Pero es preciso que tal adentramiento tenga que ver con nuestra vida real, que haya una correspondencia entre lo que esperamos de veras y lo que se nos está prometiendo. Las palabras que envuelven la Palabra de Dios de este primer domingo de adviento son la espera y la vigilancia. Una espera que nos asoma al acontecimiento que –lo sepamos o no- aguardamos que suceda, y una vigilancia que nos despierta para no estar dormidos cuando le veamos pasar. ¿Cómo estaba la gente que, por primera vez, se las tuvo que ver con eso que nosotros hoy llamamos adviento? Había un gran grito que colgaba en sus gargantas: necesitaban algo nuevo, Alguien nuevo. Efectivamente, necesitaban abrazar una novedad que les arrebatase de sus zafiedades vulgares, de sus encerronas sin salida, de sus dramas insolubles, de sus trampas disfrazadas, de sus odios y tristezas, de sus errores y horrores...
    Alguien que de verdad fuese la respuesta adecuada a sus búsquedas y anhelos. Era el primer adviento, la sala de espera de Alguien que realmente mereciera la pena y les soltase la cautiva posibilidad de ser felices. ¿Cabe esperar a Alguien que en el fondo esperan nuestros ojos, oídos y corazón... o tal vez ya estamos entretenidos suficientemente como para arriesgarnos a reconocer que hay demasiados frentes abiertos en nosotros y entre nosotros que, precisamente, están reclamando la llegada del Esperado?
    El adviento que hoy comenzamos es una pedagogía de cuatro semanas que nos acompañará hasta la Navidad. Irán apareciendo los temas y los personajes con los que el evangelio de cada domingo nos invitará a esperar vigilando. “Vigilad”, dice Jesús en el evangelio de este domingo, porque el que ha venido hace veinte siglos y ha prometido volver al final de los tiempos, llega incesantemente al corazón y a la vida de quien no se cierra. Vigilad, es decir, entrad en la sala de espera del adviento, poned vuestras preguntas al sol, porque va a venir Aquel que únicamente las ha tomado en serio y Aquel que únicamente las puede responder: Jesucristo, redentor del hombre. Vigilad, estad despiertos, la espera que os embarga no es una quimera pasada y cansada sino la verdadera razón que cada mañana pone en pie nuestra vida para reconocer a Aquel que cada instante no deja de pasar. Por eso no repetimos cansinos viejos ritos que no nos dicen nada ya, sino la novedad eterna que nos regala este tiempo de esperanza y espera.


    + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
    Arzobispo de Oviedo

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