TIEMPO LITÚRGICO

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viernes, 18 de noviembre de 2011

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 20 DE NOVIEMBRE, SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO

Mateo 25:31-46  Cuando venga el Hijo del hombre rodeado de esplendor y de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones se reunirán delante de él, y él separará a unos de otros como el pastor separa las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Y dirá el Rey a los de su derecha:
   ‘Venid vosotros, los que mi Padre ha bendecido: recibid el reino que se os ha preparado desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me recibisteis, anduve sin ropa y me vestisteis, caí enfermo y me visitasteis, estuve en la cárcel y vinisteis a verme.’ Entonces los justos preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber? ¿O cuándo te vimos forastero y te recibimos, o falto de ropa y te vestimos? ¿O cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?’ El Rey les contestará: ‘Os aseguro que todo lo que hicisteis por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicisteis.’ “Luego dirá el Rey a los de su izquierda: ‘Apartaos de mí, malditos: id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me recibisteis, anduve sin ropa y no me vestisteis, caí enfermo y estuve en la cárcel, y no me visitasteis.’ Entonces ellos preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o falto de ropa, o enfermo o en la cárcel, y no te ayudamos?’ El Rey les contestará: ‘Os aseguro que todo lo que no hicisteis por una de estas personas más humildes, tampoco por mí
lo hicisteis.’  Estos irán al castigo eterno, y los justos, a la vida eterna.”
Otras Lecturas: Ezequiel 34:11-12, 15-17; Salmo 23:1-3, 5-6; 1 Corintios 15:20-26, 28
LECTIO:
   Se acerca el final del año litúrgico, y abordamos la última parte de quinto discurso del evangelio según san Mateo. No se trata de una parábola en sentido estricto, aun cuando pinta una escena viva del juicio final. Es un pasaje complejo, por lo que tan sólo nos vamos a fijar en unos pocos aspectos.
   En la mayoría de las anteriores parábolas el Rey representa a Dios Padre. En cambio, en esta es Jesús mismo quien se identifica con el Rey que vendrá a juzgar a todos los pueblos. Jesús sabe que va a ser rechazado por los dirigentes religiosos y que va a ser crucificado. Cuando vuelva su verdadera identidad quedará fuera de toda discusión.
   La imagen del pastor que separa a las ovejas de las cabras tenía que resultarle familiar al pueblo de Israel de aquella época. Las ovejas y las cabras pastaban juntas durante el día, pero al llegar la noche, había que separar a las cabras: como eran menos resistentes al fío, había que mantenerlas juntas al calor.
   La división entre justos y pecadores corrobora gran parte de la doctrina anterior de Jesús. Acudir compasivamente a quienes nos rodean es una expresión natural de la fe en Jesús. Conducirse con obediencia a Jesús, amar a nuestro prójimo, no deja lugar a nuestra indiferencia ante las necesidades de los demás.
MEDITATIO:
Medita en torno a Ezequiel 34:11-17. Considera todas las maneras distintas en que un pastor atiende y cuida de sus ovejas. ¿Qué te dice todo ello sobre el modo en Dios se ocupa de ti?
¿De qué manera nos ayuda a entender este pasaje Santiago 2:14-26?
¿Cuáles son tus sentimientos respecto al juicio de Dios?
¿Qué tiene que decirnos este pasaje sobre nuestra actitud respecto a los demás?
ORATIO:
Da gloria a Jesús como Rey sentado en su trono y rodeado por sus ángeles. Pídele a Dios que te haga consciente de las necesidades de los demás y de cuándo y cómo debes ayudarlos. Puede que Dios te hable respecto a personas que padecen hambre o sed, tanto material como espiritualmente.
CONTEMPLATIO:
Agradécele a Dios el estar reconciliados con él gracias a que Jesús pago el precio del rescate de nuestros pecados en la cruz.
Sociedades Bíblicas Unidas

1 comentario:

  1. Llegamos al término de todo un año en el que hemos ido acompañando a Jesús, Dios hecho hombre, a través de los diferentes momentos de su vida y ministerio redentor. Acabando el año cristiano se nos presenta una solemni¬dad del Señor que en¬marca el sentido de este domingo último: Cristo Rey del Universo. Recordemos que Herodes, al comienzo de la vida del Señor, y Pilato al final, cada uno desde sus intere¬ses, tuvie¬ron miedo de este Jesús Rey. Pero la realeza de Jesús no era una alternativa política-re¬ligiosa de nadie, ni traía su persona ninguna subversión con apariencia pia¬dosa y aden¬tros revolucionarios. Ni Pilato ni Herodes entendieron la realeza de Jesús, y por eso la persiguieron cada uno a su modo. Su realeza, se ha ido presentando y desgranando como un auténtico servicio: rei¬nar para servir. Por eso rechazará la propuesta de Satanás en la ten¬tación del poderío (Mt 4,8); o se marchará lejos huyendo al monte cuando la gente quería coronarle rey tras la multiplicación de los panes y los peces (Jn 6,15). Jesús se reco¬noce rey, pero de otra manera. Es un rey que no tiene reparo en hacerse uno con los súbditos más desfavorecidos.
    El juicio final del que nos habla este Evangelio, en el cual estarán presentes todas las naciones ante el trono de la gloria del Hijo del Hombre, será precisamente el juicio de quien tanto ha amado a sus ovejas, como admirablemente di¬buja Ezequiel en la 1ª lec¬tura (Ez 34,11-16). Es la imagen del Buen Pastor que Jesús hará suya después (Jn 10,1-21). ¿Cómo temer el juicio de quien tanto nos amó.
    Pero este juicio misericordioso no sólo tendrá lugar solemnemente al final de los tiempos. Porque si la vida nueva consiste en encontrar, y reconocer, y amar al Hijo de Dios para permanecer así en la luz y en la verdad. Esto es lo que nos dice la pa¬rábola de este Evangelio desde la estrecha vinculación que el rey-pastor Jesús hace de su persona con cada uno de los hombres, especialmente los más desfavorecidos.
    Por eso hemos de repetir otra vez que debemos vigilar sobre nuestra fe y nues¬tra vida cristiana, pero no al modo pagano: “por si acaso viene Dios y nos pilla” (actitud típica de quien sólo revisa y “pone al día” su cristianismo ante determinadas situaciones: boda, primera comunión de los hijos, una operación o cualquier otro peligro de muerte, etc.). Dios no es ese inevitable intruso en nuestra vida, del que se puede prescindir y al que se trata de esquinar. El juicio final está continuamente antici¬pado en lo cotidiano de nuestra vida. El cristianismo no puede zanjarse en un curso in¬tensivo, habiendo vivido descristiana¬mente el resto de la vida. De la misma manera que cuanto decimos y hacemos por Jesús, tiene una verificación también cotidiana en el amor al prójimo: “os aseguro que cuanto hicisteis con uno de esos mis humildes herma¬nos, conmigo lo hicísteis” (Mt 25,40).


    + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
    Arzobispo de Oviedo

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