TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 8 de octubre de 2011

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 9 DE OCTUBRE, 28º DEL TIEMPO ORDINARIO

EL BANQUETE DE BODAS

Mateo 22.1-14  Jesús se puso a hablarles otra vez por medio de parábolas. Les dijo: “El reino de los cielos puede compararse a un rey que hizo un banquete para la boda de su hijo.  Envió a sus criados a llamar a los invitados, pero estos no quisieron acudir.  Volvió a enviar más criados, encargándoles: “Decid a los invitados que ya tengo preparado el banquete. He hecho matar mis novillos y reses cebadas, y todo está preparado: que vengan a la boda.” Pero los invitados no hicieron caso. Uno se fue a sus tierras, otro a sus negocios  y otros echaron mano a los criados del rey y los maltrataron hasta matarlos.  Entonces el rey, lleno de ira, ordenó a sus soldados que mataran a aquellos asesinos y quemaran su pueblo.  Luego dijo a sus criados: ‘Todo está preparado para la boda, pero aquellos invitados no merecían venir.  Id, pues, por las calles principales, e invitad a la boda a cuantos encontréis.’  Los criados salieron a las calles y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y así la sala del banquete se llenó de convidados. “Cuando el rey entró a ver a los convidados, se fijó en uno que no iba vestido para la boda.  Le dijo: ‘Amigo, ¿cómo has entrado aquí, si no vienes vestido para la boda?’ Pero el otro se quedó callado. Entonces el rey dijo a los que atendían las mesas: ‘Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a la oscuridad. Allí llorará y le rechinarán los dientes.’ Porque muchos son llamados, pero pocos escogidos.”
Otras Lecturas: Isaías 25:6-10; Salmo 23; Filipenses 4:12-14, 19-20
LECTIO:
   Todavía tenían que sentirse conmocionados sus oyentes por la parábola de los arrendatarios injustos, cuando Jesús vuelve a la carga con esta otra parábola que explica a qué se parece el reino de los cielos.
   Un rey está preparando el banquete de bodas de su hijo. Envía a sus criados para decirles a los invitados que está todo preparado, pero éstos no muestran el menor interés. Por si fuera poco, echaron mano a los criados e incluso mataron a algunos de ellos. El rey responde quemando la ciudad (aludiendo probablemente a la destrucción de Jerusalén el año 70 dC).
   El rey da entonces instrucciones a sus criados para que inviten a todos los que encuentren en las calles, incluso a ‘malos y buenos’. El rey entra a saludar a los invitados, descubre a uno que no lleva el traje apropiado para una boda, y lo echa de la fi esta. Jesús concluye la parábola con estas palabras: ‘Muchos son llamados, pero pocos escogidos’.
Jesús no ofrece una interpretación de la parábola, pero es evidente que el rey es Dios y Jesús su hijo. Las autoridades judías y la gente son los primeros en la lista de invitados.
    La manera en que son tratados los siervos del rey recuerda el trato recibido por los profetas de Dios y repite las acciones de los arrendatarios de la parábola anterior. La invitación queda abierta a todos. Hay multitud de ejemplos en los evangelios donde aquellos a quienes las instituciones religiosas consideran ‘pecadores’ se convierten en seguidores de Jesús. Ha llegado la hora en la que tanto gentiles como judíos están invitados a la fiesta.
   ¿Qué podemos decir del invitado que no llevaba traje de fi esta? Aunque Dios ha invitado a ‘malos y buenos’, no espera que nos presentemos de ese modo. Sólo podemos estar en presencia de Dios si hemos recibido su santificación. Si rechazamos la invitación de Dios tendremos que enfrentarnos al juicio ya a la exclusión de su presencia. La invitación está ahí. Nosotros tenemos que escoger nuestra respuesta y ser elegidos por Dios.
MEDITATIO:
¿Cuál es tu respuesta a la invitación de Jesús? ¿Estás dispuesto a aceptarla o está demasiado ocupado?
Muchas personas de tiempos de Jesús, incluyendo a aquellos que se consideraban religiosos, eran en realidad ciegos y sordos espiritualmente hablando. Eran incapaces de ver la acción de Dios en Jesús. ¿Cómo podemos permanecer espiritualmente alertas?
¿Cuál es el ‘traje de fiesta’ que Jesús espera que llevemos puesto?
¿Por qué crees que Jesús utiliza la imagen de un banquete de bodas en esta parábola?
ORATIO:
Utiliza el Salmo 23 como punto de partida para tus oraciones de este día.
CONTEMPLATIO:
Medita sobre la maravillosa imagen de la salvación que se nos ofrece en Isaías 25:6-10.

1 comentario:

  1. Tantas veces el atuendo para una boda o para una fiesta, complica enormemente la vida de los novios o de los que participan en el evento festivo. El evangelio de este domingo habla de la vestidura del corazón. La parábola que escucharemos podríamos verla como una narración infantil de "buenos y malos", como si Jesús provocase a aquellos saduceos y les amenazase con quitarles lo que se les dio y tan tor¬pemente administraron, razón por la cual vendrían ahora otros que tratarían de gestio¬nar lo que ellos fueron incapaces. Pero no es así de fatalista ni de maniquea la historia; porque también entre los judíos hubo quien entendió, y quien vivió fielmente la espera del Mesías, y que al llegar éste lo reconoció. E igualmente, también entre los cristianos ha habido gente que no ha entendido nada y ha puesto a la Iglesia en la misma situación de torpe decadencia, similar a la de los judíos que hicieron de Israel una casa de maldi¬ción. Es justo reconocer todos los claroscuros de la historia.
    Lo que manifiesta la voluntad del padre de la parábola no es que invita a nuevos comensales contra los ingratos que rechazaron su primea invitación, es decir, no se trata de sentar a cualquiera y de cualquier manera en el banquete como para incomodar a los anteriores. Porque lo que se pretende no es provocar a los prime¬ros invitados, sino agradar y festejar al hijo en su boda. Por eso, porque el hijo es el crite¬rio y la medida para sentar o no a nuevos invitados, hay que examinar nuestros trajes, es decir, nuestra vida. Porque podemos ir mal vestidos independientemente de que sea¬mos de derecha o de izquierda, conservadores o progresistas, chapados a la antigua o sin chapa que valga. No es el "modelo" el que aquí es determinante, sino si con ese modo de "vestir", es decir, con ese modo de vivir, estamos a la altura de la fiesta del Hijo de Dios, de sus Bodas con la humanidad.
    Y quien nos da la clave en esto es san Pablo: "revestíos, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, pa-ciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os ha perdonado, perdonaos también vosotros. Y por encima de todo esto, revestíos del amor que s vínculo de la perfección... y sed agradecidos" (Col 3,12-15). Este es el traje de fiesta propio del cristiano. Los que andan ocupados en otras cuestiones secundarias y en otros telares, jamás entenderán esta vestimenta evangélica sin la cual no se puede uno sentar en la Boda del Hijo de Dios.

    + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
    Arzobispo de Oviedo

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