TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 3 de septiembre de 2011

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 4 DE SEPTIEMBRE, 23º DEL TIEMPO ORDINARIO

RECONCILIAOS

Mateo 18:15-20  “Si tu hermano te ofende, habla con él a solas para moverle a reconocer su falta. Si te hace caso, has ganado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a una o dos personas más, porque toda acusación debe basarse en el testimonio de dos o tres testigos. Si tampoco les hace caso a ellos, díselo a la congregación; y si tampoco hace caso a la congregación, considéralo como un pagano o como uno de esos que cobran impuestos para Roma.
 “Os aseguro que todo lo que atéis en este mundo, también quedará atado en el cielo; y todo lo que desatéis en este mundo, también quedará desatado en el cielo.
 “Además os digo que si dos de vosotros os ponéis de acuerdo aquí en la tierra para pedir algo en oración, mi Padre que está en el cielo os lo dará. Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”
Otras Lecturas: Ezequiel 33:7-9; Salmo 95:1-2, 6-9; Romanos 13:8-10
LECTIO:
     El evangelio de este domingo forma parte de lo que se conoce como ‘eclesiología’ de Jesús. La palabra griega ekklesia aparece solamente dos veces en los evangelios: aquí, en el versículo 17, y dos capítulos atrás, en Mateo 16:18.
     La enseñanza de Jesús se centra en este caso en las relaciones entre los miembros de la comunidad eclesial local. Era plenamente consciente de la fragilidad humana de sus discípulos…y de nosotros mismos. Habrá ocasiones en que nuestros hermanos cristianos hayan pecado contra nosotros, y otras en que seamos nosotros quienes lo hayamos hecho contra ellos. Por eso Jesús da algunas instrucciones prácticas sobre la manera de abordar la cuestión.
     La primera línea de actuación es intentar buscar una solución individualmente. Si esto da resultado, y tu hermano reconoce su pecado y se arrepiente, el perdón es la salida natural y se restauran las buenas relaciones. No hay por qué implicar a nadie más.
     Si esta manera de abordar el problema no lo resuelve, Jesús recomienda recurrir a uno o dos más. La cita de Deuteronomio 19:15 hace referencia a las instrucciones de Dios, según las cuales cualquier acusación debe ser refrendada por más de un único testigo. En la práctica, esto añade un contraste respecto a nuestra propia opinión sobre a la situación, por lo que es importante escoger a personas que puedan ser objetivas.
     Si la persona interesada sigue sin arrepentirse, entonces el asunto debe llevarse a la iglesia entera. Se ofrece entonces una tercera ocasión para el arrepentimiento. Si vuelve a rechazarse, entonces al interesado no se le puede tratar como miembro de la comunidad eclesial. La corrección fraterna era una obligación muy seria en la iglesia primitiva y sigue siéndolo hoy día.
     Al final de este pasaje, en los versículos 19 y 20, Jesús pronuncia dos promesas sorprendentes. Jesús promete estar presente entre nosotros si nos reunimos en su nombre. También promete que si dos cristianos se ponen de acuerdo para pedir algo a Dios en la oración, sus ruegos no quedarán sin respuesta.
     Mediante su presencia viva en la comunidad cristiana, Jesús inspira nuestras oraciones y nuestras decisiones. Por eso es de vital importancia abordar y resolver las divisiones en la comunidad.
MEDITATIO:
¿Por qué le da Jesús tanta importancia a ocuparse del pecado en la comunidad eclesial? ¿Por qué es necesario el perdón?
¿Te resulta fácil resolver los conflictos con los otros cristianos, o prefieres ignorarlos?
¿Por qué os hace daño, a ti y al otro, el pecado?
Lee Romanos 13:8-10 (abajo encontrarás un fragmento del pasaje). ¿De qué manera relacionas la lectura del evangelio de hoy y nuestra actitud hacia quienes pecan contra nosotros? ‘No tengáis deudas con nadie, aparte de la deuda de amor que tenéis unos con otros… Los mandamientos… quedan comprendidos en estas palabras:  “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” El que tiene amor no hace daño al prójimo…
ORATIO:
El padrenuestro nos recuerda que el perdón de nuestras propias ofensas depende de nuestra voluntad de perdonar a quienes nos ofenden. Pídele a Dios que en tu vida se cumpla su voluntad y aprendas a perdonar a quienes han pecado contra ti.
CONTEMPLATIO:
En Juan 17:11 Jesús ora para que sus seguidores sean uno como él y el Padre son uno.
Piensa en la importancia que tiene la unidad en tu comunidad local y el lugar que ocupa en ella el perdón.

1 comentario:

  1. Puede ser una forma de desdén dejar al prójimo en su soledad más triste, cuando debe afrontar en solitario no sólo las pruebas que le desafían, sino también los errores que le destruyen y le confunden. Con un falso respeto, podemos caer en una indiferencia cruda y dura: el "es 'tu' problema" se revela como uno de los estribillos más torpes e in¬solidarios de nuestro hoy cotidiano. ¿Qué dice Jesús en este Evangelio sobre la actitud cristiana al respecto? "Si tu hermano peca, repréndelo" (Mt 18,15). Primero a solas, luego con algún hermano más como testigo, y finalmente si es necesario, con toda la comuni¬dad delante.
    Lo que hay en el fondo de este modo cristiano de afrontar el pecado ajeno es pre¬cisamente considerar que el problema del otro es también el mío, es decir, que el Pueblo de Dios que Jesús ha puesto en marcha es co-responsable de su salvación. Formamos parte de una misma comunidad de origen y destino, no somos islas autosuficientes, sino que más bien somos ese nuevo Pueblo que camina junto en la peregrinación apasionante de la vida y de la fe. Por eso no es indiferente que otros vivan en la luz o en la tiniebla, en la verdad o en la mentira, en el amor o en el egoísmo. Sería hipocresía si yo reprendiese al hermano tomándome a mí como la medida, cuando sabemos que en verdad la medida es únicamente Dios. Por eso puedo y debo re¬prender al otro, cuando también yo me pongo en el punto de mira, porque es la Verdad de Dios la que juzga: tanto al otro como a mi. No se avisa o se reprende al otro porque en mí no exista la limitación, sino porque existe deseo tanto para él como para mi, de vivir en la Verdad. Porque vivir en cristiano no es ser impecables, sino desear dejar de ser pecado¬res. No tanto por nuestro esfuerzo cuanto por la Gracia de Dios. Por eso es posible la alegría y la esperanza aun en medio de nuestras fragilidades y cansancios.
    Otra cuestión es el modo de reprender, es decir, la actitud con que se hace. En el cristiano está excluida una reprensión que nazca de la arrogancia, de la soberbia, del puritanismo fariseo. La reprensión cristiana tiene otra matriz que es preci¬samente la que la hace bella y justa: ser para el otro como un vigía fraterno que avisa del peligro, que señala el error, que urge a la conversión y anima a la confianza esperan¬zada. Y por eso nace del amor más grande: desear la Verdad y la Luz que provie¬nen de Dios, como el mayor bien que el otro puede tener. La reprensión cris¬tiana en una compañía llena de perdón y ternura que nos acompaña hacia el encuentro con la misericordia de Dios.


    + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
    Arzobispo de Oviedo

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