TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 24 de septiembre de 2011

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 25 DE SEPTIEMBRE, 26º DEL TIEMPO ORDINARIO

AUTÉNTICOS SERVIDORES

 Mateo 21:28-32  Jesús les preguntó: – ¿Qué os parece esto? Un hombre que tenía dos hijos le dijo a uno de ellos: ‘Hijo, ve hoy a trabajar a la viña.’  El hijo le contestó: ‘¡No quiero ir!’, pero después cambió de parecer y fue.  Luego el padre se dirigió al otro y le dijo lo mismo. Este contestó: ‘Sí, señor, yo iré’, pero no fue. ¿Cuál de los dos hizo lo que el padre quería?
–El primero –contestaron ellos. Entonces Jesús les dijo: –Os aseguro que los que cobran los impuestos para Roma, y las prostitutas, entrarán antes que vosotros en el reino de Dios. Porque Juan el Bautista vino a mostraros el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los cobradores de impuestos y las prostitutas sí le creyeron. Vosotros, aun después de ver todo eso, no cambiasteis de actitud ni le creísteis.
Otras Lecturas: Ezequiel 18:25-28; Salmo 25:4-9; Filipenses 2:1-11

LECTIO:
   Para entender esta parábola nos conviene volver la mirada al comienzo de este capítulo. Mateo 21 se abre presentándonos a Jesús que llega a Jerusalén, y es recibido con honores de héroe. Algunos proclaman que es ‘hijo de David’ o incluso el Mesías tanto tiempo esperado. Jesús, poco después, provoca el caos en el templo: vuelca las mesas, desparrama el dinero del templo y expulsa a quienes estaban comprando y vendiendo.
   No es de extrañar que los jefes de los sacerdotes y los ancianos quieran saber con qué autoridad actúa de aquella manera (versículo 23). Jesús, a su vez, les hace una pregunta astuta respecto a Juan Bautista, lo cual les deja desconcertados (versículos 25-27).
   Jesús reafirma su argumento contra los dirigentes religiosos contándoles la parábola de los dos hijos. El padre le pide al hijo mayor que vaya a trabajar a su viña.
   El hijo se niega a hacerlo, pero después cambia de idea y va a trabajar. El otro hijo comienza aceptando, pero sus acciones no concuerdan con sus palabras, y no actúa en consecuencia. Los dirigentes religiosos se ven forzados a concluir que fue el hijo mayor quien en realidad hizo lo que quería el padre.
   Jesús entonces manifiesta que son las prostitutas y los recaudadores de impuestos quienes actúan como el hijo mayor. Mientras rechazan en principio el llamamiento de Dios para servirle, más tarde cambian de actitud y aceptan el mensaje de Juan. Y aceptan también el mensaje de Jesús. Se convierten y comienzan a vivir según la pauta del Evangelio
   Lo sorprendente de la conclusión es que los dirigentes religiosos están en realidad actuando como el otro hijo. Mantienen las apariencias externas de la religiosidad, pero se niegan a cumplir la voluntad de Dios. Rechazan a los mensajeros de Dios. Rechazaron a Juan Bautista y ahora rechazan a su propio Mesías.
MEDITATIO:
Esta parábola nos ofrece la oportunidad de comprobar nuestra relación para con Dios. Puede que inicialmente le dijéramos ‘sí’, pero ¿seguimos obedeciéndole? ¿O nos limitamos a mantener las apariencias de que le servimos mientras en realidad hacemos Esta parábola nos ofrece la oportunidad de comprobar nuestra relación para con Dios. Puede sólo lo que queremos?
Considera cómo quiere Dios que le sirvas en este momento concreto de tu vida. ¿De qué manera estás respondiendo a su llamada?
¿Qué podemos aprender de esta parábola respecto a la gracia de Dios y a nuestra actitud hacia los demás?
ORATIO:
   Elabora tu propia respuesta a la llamada de Dios. En estos versos del Salmo 25:5, 9-10 puedes encontrar una oración muy útil:
‘Guíame, encamíname en tu verdad, pues tú eres mi Dios y salvador. ¡En ti confío a todas horas¡ Guía por su camino a los humildes; ¡los instruye en la justicia!
  Él siempre procede con amor y verdad con quienes cumplen su pacto y sus mandamientos.

CONTEMPLATIO:
   Lee Filipenses 2:1-11. Medita sobre la maravillosa descripción de la humildad y grandeza de Jesús en los versos 5-11. Y considera luego tu respuesta a la exhortación de Pablo:
‘No hagáis nada por rivalidad u orgullo, sino con humildad; y considere cada uno a los demás como mejores que él mismo. Que nadie busque su propio bien, sino el bien de los otros.’



Lectio Divina de Sociedad Bíblica España

1 comentario:

  1. Estamos ahítos del “glamour” de las mil pasarelas en las que exhibimos trucados lo que quizás no somos en verdad. Este truco que maquilla la humilde realidad de nuestra vida, parece que logra engañar a todos los incautos que nos ven pasar. Vivimos en una sociedad que ama el control, la burocracia, la etiquetación. Como antaño, es difícil salir del sambenito que te colocan y con el que casi te obligan a ser y a vivir. No obstante, no siempre corresponde esa etiqueta con la verdad honda que se es¬conde detrás del escaparate personal. Siempre hemos de distinguir entre la persona y el personaje, entre la verdad y la apariencia, entre el contenido y el continente.
    El Evangelio de este domingo, nos presenta un lúcido y duro diálogo de Jesús con los ancianos y sumos sacerdotes de Israel. No se dirige a sus discípulos, gente sencilla y hasta vulgar, sino a aquellos que eran el colectivo más influyente y determinante entre los varios grupos judíos.
    Jesús trae a colación a los pecadores formales pero que pueden tener un fondo diverso. La apariencia de esta gente, es posiblemente desastrosa, impresentable, desaconsejable; pero lo que hay por dentro es diverso; tanto, tanto, que hasta pudiera ser parecido al de Dios. Son los peca¬dores que viven mal, pero sólo por fuera, porque el corazón nunca ha negado de verdad a Dios ni a los demás lo que en un momento dado pudieran pedir. Lo cual no quiere decir que no tengan que cambiar, o que no tengan que convertirse seriamente. Pero su malvi¬vir, su pecado real, no ha llegado a corromper el corazón hasta el punto de disfrazarse de falsa disponibilidad, como hacen los del "sí" que luego resulta "no".
    Para comprender este Evangelio hay que tener presente lo que Jesús dice en otras ocasiones en las que aborda el mismo tema de la apariencia hipócrita. Son, por ejemplo, los dos que oran en el templo: uno se pavonea de su virtud pasando la factura a Dios despreciando al prójimo que está al fondo, mientras que éste sólo sabe pedir perdón; son los dos hijos del padre bueno: el pró¬digo y el que sin haber salido nunca de casa jamás estuvo de corazón con su padre; es la mujer adúltera: los impecables oficiales que querían tirar piedras puritanas, pero que es¬taban manchadas de complicidad e hipocresía.
    Jesús descubre el fondo del corazón, más allá de la apariencia. Es más fácil cam-biar y convertirse quien tiene un corazón entrañable y un rostro manchado, que quien tapa con extraños cosméticos la fealdad de su cara... fiel reflejo de un corazón endure-cido y lleno de sí.


    + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
    Arzobispo de Oviedo

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