Qué
significa «entrar en la cuaresma»
Con el ayuno y
el rito de imposición de la ceniza, entramos en la Cuaresma. Pero, ¿qué significa "entrar
en la Cuaresma"? Significa iniciar un tiempo de particular *empeño en el combate espiritual que nos opone al mal presente en el mundo, en cada uno de
nosotros y en torno a nosotros. Quiere decir *mirar
el mal cara a cara y disponerse a luchar contra sus efectos, sobre todo contra sus causas, hasta
la causa última, que es Satanás.
Significa no descargar el problema del mal en los demás, en la sociedad o en
Dios, sino reconocer las propias responsabilidades y afrontarlo
conscientemente.
A este propósito, resuena con mucha urgencia, para nosotros cristianos, la invitación de Jesús a que cada
uno tome su "cruz" y lo siga con humildad y confianza (cf. Mt 16,24). La "cruz", por pesada que sea, no es sinónimo de
desventura, de desgracia que hay que evitar lo más posible, sino de oportunidad
para seguir a Jesús y así adquirir fuerza en la lucha contra el pecado y el
mal. Por tanto, entrar en la Cuaresma significa *renovar la decisión personal y
comunitaria de afrontar el mal junto con Cristo. En efecto, el camino de la cruz es el único que
conduce a la victoria del amor sobre el odio, del compartir con los demás sobre
el egoísmo, de la paz sobre la violencia. Vista así, la Cuaresma es en verdad
una ocasión de fuerte empeño ascético y espiritual, fundado en la gracia de
Cristo… recuerda las
palabras que Jesús pronunció precisamente al inicio de su misión pública, y que volvemos a
escuchar muchas veces durante estos días de Cuaresma: «Convertíos
y creed en el Evangelio», rezad y haced penitencia. Acojamos la invitación de María, que hace eco a la de Cristo, y
pidámosle que nos obtenga "entrar" con fe en la Cuaresma, para vivir
con alegría interior y empeño generoso este tiempo de gracia…
En este primer domingo de Cuaresma, os animo a que os dejéis llevar sin
temor por el Espíritu Santo para seguir más de cerca a Cristo en su camino
hacia la Pascua. Pidamos a la Virgen María que interceda por nosotros, para que
sepamos responder con generosidad a la llamada que Dios nos hace a la
conversión y a la renovación de nuestra fe.
De Benedicto XVI, Pp..
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