¿Qué rezaba Jesús durante su vida? (Continuación)
Rezar una poesía a Dios a la vez que se le recita una oración, es lo que han venido haciendo judíos y cristianos a lo largo de la historia gracias a los Salmos. El mismo Jesús los recitó durante su vida...
-¿Cómo se clasifican?
Resulta muy complejo separar
los Salmos por categorías, ya que es muy grande la variedad de
géneros o posibles clasificaciones. Una de las formas más comunes para
distinguir entre unos y otros es si la composición tiene un origen personal o
comunitario. Sin embargo, hay casos en los que el Salmo corresponde a la
plegaria de un rey o de un sacerdote, por lo que se trataría de una oración
colectiva. Otro tipo de clasificación sería las diferentes formas que utilizan
de dirigirse a Dios, ya sea con la fórmula de Yahveh o con la de Elohim.
Sin embargo, existen algunas
características comunes que bien podrían agrupar a
los Salmos:
Los himnos: cantos
de alabanza, de glorificación desinteresada, que no contienen peticiones o
ruegos. Comienzan por una invitación a la alabanza y en el
desarrollo se ofrecen los motivos por los que Dios ha de ser glorificado. Algunos
tratan de la Creación y otros, por ejemplo, de la historia del pueblo de
Israel. La redacción es casi siempre impersonal, lo que facilita su uso litúrgico.
Las súplicas: prima el ruego personal sobre el colectivo. En
general todos son una respuesta religiosa a las desgracias y
la persecución de los enemigos. Normalmente desembocan en
un reconocimiento de que por las propias fuerzas el orante no puede salir de
tal situación y que le resulta imprescindible la acción de Dios. Algunos
ejemplos son "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?",
Miserere y De profundis.
Salmos de acción de
gracias: en este apartado los hay tanto de oración
colectiva como de plegaria personal. La introducción es muy
semejante a la de los himnos, a la que sigue una narración
de los motivos para dar gracias y se añade una oración de
súplica. Concluyen con la acción de gracias propiamente dicha y actos de confianza
en el poder de Dios.
Salmos reales: algunos
hablan sobre el rey de Israel y otros muestran la realeza divina.
Inicialmente fueron usados para la consagración de reyes o para ceremonias
reales, con la caída de la monarquía son reutilizados en sentido
mesiánico. Algunos de los más representativos son el Salmo 2, el
45, el 47 o el 93.
Cánticos de Sion: se trata de Salmos que cantan las glorias de Sion. Recuerdan
los diversos momentos de la presencia de Dios con su pueblo,
desde el diálogo con Moisés pasando por el Arca de la Alianza y hasta llegar al
Templo de Jerusalén.
Salmos didácticos y Salmos de sabiduría: se trata de composiciones
destinadas a la enseñanza y se caracterizan por elementos
formales que ayudan a hacerlos más didácticos y memorizables: como seguir un
orden alfabético en la primera letra de algunos versos. Suelen
tratar de la Ley Judía.
Algunos estudiosos defienden que podría
haber otras categorías añadidas a estas últimas, como las de
Salmos mesiánicos, de profecía, de maldición, o Salmos mixtos, es decir, que
tienen formas o contenidos propios de los diversos géneros mencionados
anteriormente.
Cabe destacar que en el siglo IX era el
único libro litúrgico que podía pertenecer a un laico. Una peculiaridad que
solo se vio alterada con la llegada en el siglo XIV de los Libros de Horas. Los
salterios se utilizaron en diferentes momentos de la historia de la Iglesia
para hacer recitaciones diarias, aparte de la misa, y los monjes y sacerdotes
solían aprendérselo de memoria.
Los Salmos son, posiblemente, unas de las piezas literarias que más tiempo han acompañado a la cultura Occidental. Ejemplo de esa presencia e importancia es cómo la literatura y la música los han hechos suyos en muchos momentos y de muy diferentes formas. El Salmo Miserere, por ejemplo, alcanzará una gran relevancia cultural gracias a versiones de compositores como Giovanni Pierluigi da Palestrina o Gregorio Allegri. También es de destacar que muchos de los coros en La Creación, el oratorio de Joseph Haydn, y varios de los de El Mesías, de Haendel, están basados en Salmos. Ya en una época mucho más reciente, en el siglo XX, Ígor Stravinski escribió una Sinfonía de los Salmos (1930) para coro y orquesta, y Leonard Bernstein compuso en 1965 los Chichester Psalms.
El rezo de los Salmos ha sido algo muy
importante para cristianos y judíos de todas las generaciones. Desde la época
de los primeros cristianos, la lectura en pequeñas comunidades de estas
composiciones ayudó a la consolidación de la fe a medida que se expandía la
cristiandad.
Para la Iglesia los Salmos tienen tanta importancia que forman parte fundamental del Oficio Divino o Liturgia de las Horas. Un conjunto de oraciones, del que forman parte los Laudes (alabanza al amanecer) o las Vísperas (al anochecer), que la Iglesia ha querido que sea rezado en diferentes horas del día para consagrar por entera la vida a Dios. Católicos de todo el mundo, ya sean religiosos o seglares, siguen rompiendo en la actualidad los quehaceres diarios para alabar a Dios con el rezo de los Salmos.
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