«Tú eres mi Señor, mi bien, nada hay fuera de ti» (Sal 16, 2)
La Palabra de Vida de este mes está sacada
del libro de los Salmos, que recoge las oraciones por excelencia, inspiradas
por Dios al rey David y a otros orantes para enseñarles cómo dirigirse a Él. En los Salmos todos
tenemos nuestro sitio, pues tocan las cuerdas más íntimas del alma, expresan los sentimientos
humanos más profundos e intensos: la duda, el dolor, la
ira, la angustia, la desesperación, la esperanza, la alabanza, el
agradecimiento, la alegría. Por eso los puede pronunciar cualquier hombre y
mujer de toda época y cultura y en cualquier momento de la vida.
«Tú eres mi
Señor, mi bien, nada hay fuera de ti»
El salmo 16 era el
preferido de muchos autores espirituales. Por ejemplo, santa
Teresa de Jesús comentaba: «Quien a Dios tiene nada le falta: solo Dios basta».
El padre Antonios Fikri, teólogo de la Iglesia Ortodoxa, señalaba: «Este es el
salmo de la resurrección, por eso la Iglesia lo reza en las primeras horas [...],
ya que Jesús resucitó al alba. Este salmo nos da esperanza en
nuestra herencia eterna, y por eso lo encontramos bajo el título de
"dorado": quiere decir que es una palabra de oro, una joya de la
Sagrada Escritura». Hagamos la prueba de repetirlo pensando en cada palabra:
«Tú eres mi
Señor, mi bien, nada hay fuera de ti»
Esta oración nos envuelve, sentimos que la
presencia activa y amorosa de Dios comprende todo nuestro ser y el de la
creación, percibimos que Él recoge nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro.
En Él encontramos la fuerza para afrontar con confianza los sufrimientos que
nos asaltan por el camino y la serenidad para elevar la mirada, más allá de las
sombras de la vida, a la esperanza. Entonces, ¿cómo podremos vivir la Palabra
de Vida de este mes? Esta es la experiencia de C. D.: «Hace algún tiempo empecé
a sentirme mal, por lo que me sometí a una serie de pruebas médicas que
requerían largos tiempos de espera. Al final, cuando me enteré de lo que tenía,
la enfermedad de Parkinson, ¡fue un duro golpe! Tenía 58 años, ¿cómo era
posible? Me preguntaba: ¿por qué? ¡Soy profesor de Ciencias Motoras y
Deportivas, la actividad física es parte de mí! Me parecía perder algo
demasiado importante. Pero volví a pensar en la elección que había hecho cuando
era joven: "Tú, Jesús abandonado, eres mi único bien”: Gracias a los
fármacos, pronto empecé a sentirme mucho mejor, pero no sé exactamente lo que
me sucederá. He decidido vivir el momento presente. Tras el diagnóstico se me
ocurrió escribir una canción, cantarle a Dios mi sí: ¡el alma se llena de
paz!».
La frase de este salmo también había
tenido una resonancia especial en el alma de Chiara Lubich, que escribió: «Estas
sencillas palabras nos ayudarán a tener confianza en Él, nos entrenarán a
convivir con el Amor, y así, estando cada vez más unidos a Dios y llenos
de Él pondremos una y otra vez las bases de nuestro verdadero ser, hecho a su
imagen»[1]. Unámonos, pues, en este mes de
junio, para elevar a Dios ésta «declaración de amor» a Él e irradiar paz y
serenidad en nuestro entorno.
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