« ¿CON QUÉ PODEMOS COMPARAR EL REINO DE DIOS? »
Mc. 4.26-34
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega». Dijo también: «¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden anidar a su sombra». Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.
Otras Lecturas: Ezequiel 17,22-24;
Salmo 91; 2Corintios 5,6-10
Nos dice el final del Evangelio de este domingo que Jesús hablaba en parábolas.
No era un dialecto
especial, ni un idioma extraño. Era el modo sencillo de traducir de mil modos el misterio del que era
portador y portavoz a la vez. No acudía a las alambicadas explicaciones de los
letrados, tan obtusas como poco fiables, porque decían con palabras y palabrerías lo que
luego no gritaba la vida[…]
Realmente
impresiona la forma tan sencilla de explicar que hay cosas que no dependen de nosotros,
aunque en algún
momento se cuente con nosotros. Así es la vida de Dios que siembra su palabra en el surco
de nuestra libertad, de nuestra inteligencia, de nuestro corazón.
No sabemos tampoco nosotros
cómo, pero el hecho es que hay cosas que van adelante, se enderezan, logran
su armonía, y se les devuelve la bondad y la belleza primigenias.
Es la callada labor de un Dios
paciente que no deja de trabajar incluso cuando nosotros andamos distraídos,
torpes, ausentes. El resultado bendito es una gracia madura que no es
fruto de nuestro cálculo ni el resultado de nuestra conquista[…]
Jesús hablaba así, con palabras que todos entendían,
en las que era
fácil reconocerse y
comprobar aquellas gentes que cuanto les decía sencillamente les correspondía. Por eso estas parábolas se escuchaban como quien oye
una buena noticia,
y no dudaban en comparar con
otros predicadores para venir a concluir que Jesús tenía verdadera autoridad. (+ Fr. Jesús
Sanz Montes, ofm – Arzobispo de Oviedo)
MEDITATIO:
Este Evangelio está formado por dos
parábolas muy breves: la de la semilla que germina y crece sola, y la del grano
de mostaza. A través de estas imágenes tomadas del mundo rural, Jesús presenta la eficacia
de la Palabra de Dios y las exigencias de su Reino, mostrando las razones de nuestra esperanza y de nuestro
compromiso en la historia. (Papa Francisco)
Dios ha confiado su
Palabra a nuestra tierra, a cada uno de nosotros, con nuestra concreta
realidad. Podemos tener confianza, porque la Palabra de Dios es palabra
creadora, destinada a convertirse en «el grano maduro en la espiga». (Papa Francisco)
Esta Palabra si es acogida, da ciertamente sus frutos, porque Dios mismo la hace germinar y madurar a través de caminos
que no siempre podemos verificar y de un modo que no conocemos. Es siempre Dios
quien hace crecer su Reino, el hombre es su humilde colaborador, que contempla
y se regocija por la acción creadora divina y espera con paciencia sus
frutos. (Papa Francisco)
Padre, de quien procede todo don, que
sigues sembrando y haciendo crecer tu Reino de paz y amor entre nosotros,
haznos colaboradores de esta obra tuya a través de la fe que nos suscitas.
Señor Jesús,
aumenta mi esperanza,…
Para que la
semilla del amor,
que me regalaste
el día de mi bautismo,
dé los frutos
para lo que fue sembrada…
«El reino de los cielos es semejante a un grano de mostaza»
En
este domingo Marcos nos presenta parábolas de la verdad de Jesús y el Reino… Se
habla de semilla enterrada y que no se ve, y que cuando crece de hace espiga y
hortaliza, y hasta las aves hacen sus nidos ¿Qué nos sugiere a nosotros, hombres y mujeres que en este tiempo que nos
toca vivir nos invade un pesimismo de muerte?
Primero la fe confiada que me lleva a vivir sabiendo que el Señor
sigue actuando y sembrando semillas de esperanza en todos los corazones, aunque
no se vean y parezcan insignificantes y signos pobres. Por otra parte esas semillas nos indican que debemos “saber esperar” […] El Señor nos lanza a confiar en que los planes de Dios se cumplen, aunque se hagan esperar […]
Jesús
nos sugiere con el Evangelio de Marcos que lo pequeño, lo sencillo tiene
vocación de crecer, de hacerse grande, de albergar vida, como los pájaros con
sus nidos… Estas parábolas hablan de lo pequeño, del saber esperar y de que al
final vuelve la vida y que los
momentos difíciles se superan confiando en que la semilla crecerá. (+
Francisco Cerro Chaves -
Arzobispo de Toledo, Primado de España)
■… Ahora,
a través de la naturaleza de la mostaza, examinemos el contenido de esta
comparación. No hay duda de que su grano es algo vil y pequeñísimo; y solamente
cuando se le tritura es cuando esparce su fuerza. También la fe parece al principio
algo simple, pero, una vez puesta a prueba por la adversidad, expande la
gracia de su valor, hasta tal punto que con su perfume embriaga a todos los que
oyen o leen algo sobre ella. (S. Ambrosio de Milán)
Marcos nos vuelve a interpelar con parábolas lo que ha sido todo el argumento de su evangelio, el seguimiento de Cristo. Ser discípulo de Jesús es partir de lo pequeño, de lo humilde, de lo que no cuenta para el mundo. Estamos en la lógica de lo pequeño, de lo insignificante, de lo que no cuenta en las claves de la eficacia.
ResponderEliminarJesús enseña en parábolas porque es el lenguaje que entiende todo el mundo. Son a modo de cuentos que forman parte de la sabiduría de los sencillos y de los pobres que captan maravillosamente la moraleja de las parábolas.
Las parábolas de hoy son claves porque destacan a través del grano de mostaza, de lo pequeño con vocación de crecer, de hacerse un arbusto donde aniden las aves del cielo. El evangelio es buena noticia para los pequeños. No nos podemos quedar en el lamento de la pequeñez, sino en la osadía de crecer con confianza.
Seguir a Jesús es siempre una vida vivida desde todas nuestras pobrezas, llamadas a vivir creciendo en la confianza, como María, que creyó que para Dios nada hay imposible. Vivamos el discipulado como consecuencias de nuestro bautismo para ser coherentes desde nuestra pobreza.
+ Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
Primado de España