TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

domingo, 18 de abril de 2021

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 18 DE ABRIL DEL 2021, 3º DE PASCUA (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Arzobispo de Toledo. Primado de España)

 « PAZ  A VOSOTROS…  ¿ POR QUÉ OS ALARMÁIS ? »

 

Lc. 24.35-48

 

     En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros.» Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo: « ¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.»

   Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: « ¿Tenéis ahí algo que comer?» Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.» Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.»

 Otras Lecturas: Hechos 3,13-15.17-19; Salmo 4; 1Juan 2,1-5

 LECTIO:

El Resucitado se presenta en medio de aquel grupo con el saludo pascual: Paz a vosotros. Era una paz concreta y adecuada, justo la que necesitaban aquellos hombres tan “llenos de miedo por la sorpresa que creían ver a un fantasma”. Todo el relato es un alegato de realismo: la Resurrección no fue algo pacíficamente creído y adquirido por los discípulos, por lo que Jesús tendrá que convencerles de tantas maneras de que no era un fantasma, y que, al que vieron agonizar y morir colgado en una cruz, aquél mismo, estaba ahora delante de ellos [...]

    Esto es lo que Jesús trata de explicarles con su aparición resucitada: no es el final sino el comienzo, porque empieza el tiempo nuevo, la hora de la Iglesia. Por eso Jerusalén era punto de llegada y de partida. Ahora nos toca a nosotros prolongar aquello que entonces comenzó… (+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm. Arzobispo de Oviedo).


 MEDITATIO:

   En el centro de este tercer domingo de Pascua está la experiencia del Resucitado hecha por sus discípulos, todos juntos. Eso se evidencia especialmente en el Evangelio que nos introduce de nuevo otra vez en el Cenáculo, donde Jesús se manifiesta a los apóstoles, dirigiéndoles este saludo: «La paz con vosotros». Es el saludo del Cristo Resucitado Jesús no es un fantasma. De hecho, no se trata de una aparición del alma de Jesús, sino de su presencia real con el cuerpo resucitado. Jesús se da cuenta de que los apóstoles están desconcertados al verlo … por eso, para convencerlos, les dice: «Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo». Y era tanta la alegría que tenían dentro que esta alegría no podían creerla: «¡No puede ser! ¡No puede ser así! ¡Tanta alegría no es posible!» [...] (Papa Francisco)

  Jesús nos ha enseñado el amor. Un amor que, en su Resurrección demostró ser más poderoso que el pecado y que la muerte, y quiere salvar a todos aquellos que experimentan en su propio cuerpo las esclavitudes de nuestros tiempos. (Papa Francisco)

 ORATIO:

     Te damos gracias, Oh Cristo resucitado, vida y paz nuestra. Hoy en tu visita gloriosa, has atravesado las puertas de nuestro egoísmo y las murallas de nuestros temores.

Paz a vosotros, mis amigos,

que estáis tristes y abatidos…

paz que acoge, perdona y sana,

paz dichosa y llena de vida.

 CONTEMPLATIO:

 « ¿Por qué surgen dudas en vuestro corazón? Soy yo »

      Tiene Jesús mucho interés en disipar toda duda o vacilación acerca de su resurrección. El evangelio de este domingo tiene ese objetivo. Una vez que los discípulos se han encontrado con Jesús, vuelven a preguntarse; pero, ¿será verdad? O, ¿será una ilusión de mi mente? Esta duda nos asalta a todos antes o después, porque si es verdad, todo cambia en nuestra vida. Y si no es verdad, todo sigue igual y va perdiendo consistencia. Por tanto, si no se nos plantea nunca esta duda es porque quizá no estemos dispuestos a cambiar nada, y para eso mejor ni siquiera dudar.

     La resurrección de Jesús es el punto central de nuestra fe cristiana. Incluso la muerte de Cristo y la pasión que le precede adquiere todo su sentido con la luz de la resurrección. Si Cristo no hubiera resucitado, esa pasión y esa muerte, por muy aparatosas que fueran, se quedarían en una expresión de buena voluntad, pero sin ninguna consecuencia en nosotros. Sería un buen ejemplo, sin más. Por el contrario, como ha sucedido, si la resurrección de Jesucristo es un acontecimiento real e histórico, aunque desborde nuestra mente, se convierte en una luz y una energía potentísimas, que nos hacen entender el significado de la pasión y de la muerte de Jesús, y su victoria sobre la muerte, que nadie más ha alcanzado. Nos cambia el horizonte futuro de nuestra vida, de nuestra muerte y del más allá de la muerte. Porque la resurrección de Jesucristo es anticipo de nuestra propia resurrección, incluso corporal [...] Vale la pena detenernos en esta Pascua a considerar la fuerza tan potente de la resurrección de Cristo en cada uno de nosotros y en la humanidad entera, no sea que tengamos reprimida esa energía por nuestra incapacidad o por la obstrucción de nuestro corazón. (+ Demetrio Fernández - Obispo de Córdoba)

 

…   Yo sé que después de su resurrección tuvo un cuerpo verdadero, como sigue aun teniéndolo. Por esto, cuando se apareció a Pedro y a sus compañeros, les dijo: Tocadme y palpadme, y daos cuenta de que no soy un ser fantasmal e incorpóreo. Y, al punto, lo tocaron y creyeron, adhiriéndose a la realidad de su carne y de su espíritu. Esta fe les hizo capaces de despreciar y vencer la misma muerte. Después de su resurrección, el Señor comió y bebió con ellos como cualquier otro hombre de carne y hueso, aunque espiritualmente estaba unido al Padre. (S. Ignacio de Antioquía)

1 comentario:

  1. Jesús resucitado en persona camina a nuestro lado y le reconocemos al partir el pan, como hicieron todos los discípulos de todos los tiempos, cuando descubren que caminando con El, nuestro corazón no solo se caldea, sino que arde de amor.

    Ese ardor nos recuerda la promesa del Espíritu Santo, el fuego de Pentecostés que forma en nosotros los sentimientos del Corazón de Cristo y nos lanza a evangelizar.
    El saludo es la paz, fruto del Espíritu Santo que junto con el amor y la alegría, son la prueba de algodón, de que Dios está siempre con nosotros y que vive en nosotros con la fuerza de su misericordia.
    Siempre estamos llamados a evangelizar, a llevar el gozo y la alegría del Señor a todos aquellos que nos encontramos en el camino de la vida.


    + Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
    Primado de España

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