La felicidad verdadera.
Mateo 5:1-12 En aquel tiempo, al ver Jesús el
gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso
a hablar, enseñándoles: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es
el Reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que
tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos
los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a
Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos
de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es
el Reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os
calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y
contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».
Otras lecturas: Apocalipsis
7:2-4, 9-14; Salmo 23:1-6; 1 Juan 3:1-3
LECTIO:
El evangelio de Mateo está
organizado en torno a cinco enseñanzas fundamentales en las que Jesús se dirige
especialmente a sus discípulos. La primera de ellas se centra en lo que
normalmente se conoce como el ‘Sermón de la montaña’ o las ‘Bienaventuranzas’. Las
diferencias radicales que existen entre el ‘reino de los cielos’ –el señorío de
Jesús y el establecimiento de su poder en este mundo- y el reino terrenal
ocupan el centro de este sermón.
Jesús resume la manera de vivir y las actitudes que proporcionan
verdadera felicidad, o bienaventuranza, en nueve afirmaciones. Y son muy distintas de lo
que nuestro mundo dice que da la felicidad. En realidad, casi podríamos decir
que la felicidad descrita en el sermón es justamente lo opuesto a lo que la
gente de este mundo cree que les hace felices. En algunas traducciones se
utiliza la palabra ‘bienaventurados’ en lugar de ‘dichosos’. Otra manera de
expresar esto sería utilizar ‘satisfechos’, ya que hay una satisfacción, una
plenitud, en el hecho de seguir y servir a Dios en vez de limitarnos a
satisfacernos a nosotros mismos.
Esta breve lista de nueve
bienaventuranzas resume los valores
centrales de la vida según el evangelio. Algunas ya aparecían en el
Antiguo Testamento. Pero Jesús entreteje todos los hilos para ofrecernos un
magnífico punto de referencia que guíe nuestras vidas. El objetivo es siempre
el mismo: nuestra relación con Dios y con los otros. Los santos, tanto los conocidos como los
anónimos, aprendieron esto. También nosotros podemos hacerlo.
Sólo podremos encontrar la
verdadera felicidad viviendo las bienaventuranzas.
MEDITATIO:
■ ¿Cuál de las
bienaventuranzas es la que más te llama la atención?
■
¿Y cuál te parece que exige más de ti? Considera de qué manera puedes
llevar a la práctica con más intensidad la enseñanza de Jesús.
■ Fíjate en el
Sexto Domingo del Tiempo Ordinario, en el que contemplábamos el relato de este
episodio según el evangelio de Lucas. ¿Qué es lo que más te impresiona cuando
comparas las dos versiones?
ORATIO:
Lee varias veces, con calma,
las bienaventuranzas. Pídele al
Espíritu Santo que te hable. Escribe unas líneas con lo
que sientes que Dios te está diciendo sobre las actitudes de las
bienaventuranzas. Pídele a Dios que te ayude en aquellos aspectos en los que te
sientes especialmente débil.
Lee el Salmo 23:1-6. A lo
largo del día, utiliza esos versos en tu tiempo de oración.
CONTEMPLATIO:
“Mirad cómo nos ama el Padre,
que nos llama hijos de Dios, y lo somos;” 1 Juan 3:1 - Reflexiona
sobre la hondura del amor que Dios te tiene según nos revela este versículo.
Elabora tu propia respuesta personal a Dios.