TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

sábado, 29 de noviembre de 2025

 ADVIENTO: EL TIEMPO QUE LATE EN EL CORAZÓN

   Este tiempo litúrgico —que abre cada año el ciclo cristiano y prepara el corazón para el Nacimiento del Señorestá cargado de historia, simbolismo y teología… Antiguos concilios, lecciones de grandes Papas, interpretaciones medievales y claves bíblicas se unen para mostrar que el Adviento es mucho más que una preparación: es el pulso mismo de la fe cristiana.

 Cuando Benedicto XVI explicaba la profundidad del Adviento, lo hacía desde la raíz misma de la palabra. Recordaba que San Pablo, en su Primera Carta a los Tesalonicenses, habla de la parousia, la venida del Señor. De esa expresión griega deriva el término latino adventus, origen del nombre con el que hoy la Iglesia designa este tiempo. Pero para el Pontífice, Adviento no significaba únicamente esperar la llegada del Señor al final de los tiempos. Incluía también la idea de visitatio, una visita íntima y personal de Dios que irrumpe hoy en la vida de cada creyente. Es Dios entrando en el corazón humano, tocando su historia concreta y hablándole en lo profundo… un acontecimiento presente: la venida cotidiana del Señor que no deja de acercarse.

   Aunque no existe una fecha precisa del origen del Adviento, hay documentos que evidencian su antigüedad en las Iglesias locales. En el año 380, el Concilio de Zaragoza estableció uno de los primeros marcos de preparación previa a la Navidad. Su cuarto canon invitaba a los cristianos a acudir cada día al templo desde el 17 de diciembre hasta el 6 de enero, reforzando así la centralidad del misterio de la Encarnación. Siglos después, el beato dominico Santiago de la Vorágine profundizó en la estructura del Adviento; Para él, las cuatro semanas de este tiempo representan las cuatro venidas de Cristo.

  Aunque la Iglesia enfoca especialmente dos de estas venidas —la histórica y la futura—, esta visión medieval subraya un mensaje esencial: el Adviento abarca toda la vida cristiana, desde el nacimiento de Jesús en Belén hasta su retorno como juez misericordioso.

  El 17 de diciembre comienza lo que muchos llaman la “Semana Santa” de la Navidad, aunque el Misal Romano utiliza el nombre oficial de Ferias Mayores de Adviento. Estos días constituyen la segunda parte del Adviento y presentan una estructura litúrgica muy rica. Los Evangelios narran los acontecimientos inmediatamente previos al Nacimiento del Señor, tomadas de san Mateo y san Lucas, mientras que la primera lectura recorre profecías mesiánicas del Antiguo Testamento que anuncian al Mesías esperado… En esta semana intensa, el ritmo litúrgico se vuelve más solemne, más contemplativo y más expectante, como si toda la Iglesia contuviera la respiración ante la inminente irrupción del Emmanuel… El propósito de esta semana es claro: conducir a los fieles al corazón del misterio navideño, recordando que la Encarnación no es un episodio pasado, sino el acontecimiento que transformó para siempre la historia humana.

  Juan Pablo II, en 1978, apenas iniciado su pontificado, ofreció una de las catequesis más profundas sobre este tiempo litúrgico. Para él, el Adviento no era simplemente un periodo dentro del año litúrgico, sino el ADN espiritual del cristianismo. “El cristianismo no es solo una religión del Adviento —afirmaba— sino el Adviento mismo”… Así, Juan Pablo II invitaba a los fieles a vivir el Adviento no como un tiempo pasajero, sino como un modo de existir.


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