NUESTRA PARTICIPACIÓN EN LA
ORACIÓN:
(Continuación) ...
Necesidad de la oración cristiana
A la luz de cuanto
hemos visto, resulta claro que la oración no
es algo optativo para la vida espiritual, sino una necesidad vital, como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 2744): «Orar es una necesidad vital: si
no nos dejamos llevar por el Espíritu caemos en la esclavitud del pecado (Cf. Ga
5,16-25). ¿Cómo puede el Espíritu Santo ser “vida
nuestra”, si nuestro corazón está lejos de él? Nada vale como la oración: hace posible lo que es imposible, fácil lo que es difícil. Es imposible que el hombre que ora pueda pecar (San Juan
Crisóstomo, Sermones de
Ana, 4, 5: PG 54, 666). Quien
ora se salva ciertamente, quien no ora se condena ciertamente (San Alfonso
María de Ligorio, Del
gran mezzo della preghiera)».
Por este motivo, el Catecismo
de la Iglesia Católica usa la expresión «llamada universal a
la oración», en el subtítulo del capítulo primero de la cuarta parte del Catecismo (la dedicada a la oración): La Revelación de la
oración. La llamada universal a la oración. Aunque esta expresión
no es todavía frecuente, está muy ligada a otra más conocida: «Vocación
universal a la santidad en la Iglesia», título del capítulo quinto de la
Constitución dogmática “Lumen
Gentium”, del Concilio
Vaticano II. Da la impresión, pues, de que el Catecismo de la Iglesia Católica, al recordar
las enseñanzas del último Concilio ecuménico haya querido así poner
de relieve la necesidad de la oración para alcanzar la santidad cristiana.
Precisamente por
esto, los santos han insistido siempre en la
necesidad de la oración para tener vida espiritual y progresar en ella. Por ejemplo, Santa Teresa de Jesús ha escrito: «Decíame poco ha un gran letrado que son las almas que no tienen
oración como un cuerpo con perlesía o tullido, que aunque tiene pies y manos,
no los puede mandar»[1]. Y San Francisco de Sales predicaba en un sermón: «Sólo las bestias no oran, por lo que los que no
oran, se les asemejan»[2]. Por su parte, San Josemaría Escrivá afirma: «¿Santo, sin
oración?... —No creo en esa santidad» (Camino, 107).
José Luis Illanes / Manuel Belda
1-S. Teresa de Jesús, Moradas del
castillo interior. Primeras moradas, 1, 6, en Obras completas, «B. A. C., 212», Madrid 19868, p. 474.
2-S. Francisco de Sales, Œuvres de Saint François de Sales, Evêque et Prince de Genève et Docteur de l’Eglise. Edition complète, Annecy 1892-1964, vol. 9, p. 62. La traducción es nuestra.
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