¡REINARÉ...! PROMESA Y ESPERANZA
De unos años a esta parte, se está
produciendo en la Iglesia un fenómeno singular: la proliferación de Años Jubilares.
Desde hace varios siglos, los fieles cristianos han vivido la ―gracia que trae
consigo un Año Jubilar.
En la Iglesia existen los Años Santos y
los Años Jubilares. El Año Santo es proclamado por el Papa para toda la
cristiandad, mientras que el Año Jubilar es la concesión del Santo Padre a una
diócesis, cuyo Obispo ha solicitado esta ―gracia por algún motivo concreto.
Tanto el Año Santo como el Año Jubilar pretenden la reconciliación de los fieles cristianos con Dios Nuestro Señor. La gracia de la indulgencia plenaria‖ vigoriza la fe y la vida cristiana. Actualmente en Paray-le-Monial se está celebrando el Año Jubilar con motivo del 350º aniversario de la primera revelación del Corazón de Jesús a santa Margarita Ma de Alacoque y, en Valladolid, con motivo del primer centenario de la colocación de la imagen del Corazón de Cristo en la torre de la catedral.
En 1673 estaba muy viva en la Iglesia la
herejía jansenista que, al presentar a los fieles un Dios justiciero, los
alejaba del trato amoroso con Él. Por eso las revelaciones de Paray quieren
mostrar el verdadero rostro de Dios: ―”Mi divino Corazón está tan
apasionado de amor a los hombres que no pudiendo contener en Él las llamas de
su ardiente caridad, es menester que las derrame para enriquecerlos con
los preciosos dones que te estoy descubriendo” (27.XII.1673),― Me
hizo ver que el ardiente deseo que tenía de ser amado de los hombres y de
apartarlos del camino de perdición, le hizo formar el designio de manifestar su
Corazón a los hombres...” (1674). ―”He
aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres, que nada ha perdonado hasta
agotarse y consumirse para demostrarles su amor...” (16-VI-1675).
Veintiún años después de la muerte de
santa Margarita, nace Bernardo de Hoyos y encuentra la misma herejía
jansenista. El Corazón de Cristo le confía la tarea de
extender por España (entonces casi medio mundo) la devoción a su Corazón y,
al quejarse de que en nuestra patria apenas si era conocida, le consuela el
Señor diciendo: REINARÉ EN ESPAÑA CON MÁS VENERACIÓN QUE EN
OTRAS PARTES. Cuando en 1923 se entroniza su imagen en la
torre más alta de la ciudad, el ambiente está más secularizado, y actualmente esa
secularización de la sociedad se ha intensificado.
Por eso, la promesa que
Cristo nos ha hecho: ―Reinaré en España” ha
de ser para cada uno de nosotros todo un reto, todo un desafío … Un
verdadero cristiano (y nosotros tenemos la obligación de serlo) es inasequible
al desaliento […] El actual Año Jubilar es el gran camino para lograr que la
Promesa del Corazón de Jesús se haga realidad en nuestra patria. Un Año jubilar
es un momento de gracia y bendición, un momento para la evangelización y revitalización
de la vida cristiana. Dado el momento que nos toca vivir, es
preciso que este Año Jubilar avive en nosotros el ―compromiso‖ de
trasladar a la plaza pública
el Reinado Social de Cristo. Nunca olvidemos la frase de san Pablo: “Oportet
Christum regnare”: es preciso que Cristo reine.
Difícilmente podremos expresar mejor lo que lleva consigo el Año Jubilar que intentando vivir algunas de sus frases: “Corazón de Jesús, en ti confiamos. Que venga tu Reino. Corazón santo, cumple la promesa que hiciste al Beato Bernardo, pues sólo un encuentro contigo, de Corazón a corazón, transformará nuestras vidas”. “Te suplicamos, Jesús, restáuranos”. “Señor Jesús, ilumínanos, enséñanos en estos próximos 10 años (desde el Año Jubilar de 2023 al Año Santo de la Redención del 2033) el camino que pasa por el pesebre y la cruz. Envíanos como heraldos de tu Reinado. ¡Cumple, Señor, tu promesa!” […] Una larga ruta de diez años. ¿Cómo hacer de esa “peregrinación” un trayecto sagrado? Viviendo la ―comunión y la ―misión. La ―comunión nos conduce a nuestra entraña más cristiana: “en esto conocerán todos que sois mis discípulos: si os amáis unos a otros”[...] Además para vivir la ―comunión entre nosotros, necesitamos también ―discernir con la luz del Espíritu Santo los diversos caminos que hagan realidad nuestra ―misión. Cristo nos ha dado a todos y cada uno de nosotros la misma misión: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio. Existen mil maneras de dar a conocer la Buena Nueva de Jesús. Una de ellas es, en palabras del Arzobispo de Valladolid, “orar ante el sagrario y promover la Adoración eucarística”. Esta ruta de la adoración la recorrió el ya venerable Luis de Trelles, fundador en España de la Adoración nocturna.
Ya desde los primeros momentos de la vida
de Jesús está presente la adoración. “(Los Magos) entraron en la casa, vieron
al niño con María y, cayendo de rodillas, lo adoraron” (Mt 2,11) […] Adorar a Dios es más
que alabarle. Es un encuentro profundo con el Señor.
Lleva consigo la entrega total a Dios en una actitud de humildad verdadera.
―Estar en adoración es responder
a un Amor que no cesa nunca de amarnos. La actitud de ―reverencia‖ no
sólo es el marco de la adoración, sino
también la consecuencia de experimentar la presencia de Dios.
En la adoración es importante
descubrir el verdadero rostro de Dios. Es vivenciar aquello de
“estás pisando tierra sagrada, descálzate”, y como el lenguaje de la adoración
es lenguaje de amor, de ahí que se trate de un estar frente a Él para ―amar y dejarse
amar, o como decía aquel
campesino al cura de Ars: “yo le miro y Él me mira”. Afortunadamente,
hoy en la Iglesia está muy vivo este espíritu de adoración.
Pasadas las incongruencias que se vivieron
en los años inmediatos al postconcilio, pronto los santos papas Pablo VI y Juan
Pablo II comenzaron a fortalecer y avivar el espíritu eucarístico, tan común y
frecuentado en la Iglesia desde siempre. En el Credo del pueblo de Dios dirá
san Pablo VI:―”Estamos obligados por obligación ciertamente suavísima a honrar
y adorar a la Hostia Santa que nuestros ojos ven”. Y san Juan Pablo II en su
Carta a los obispos sobre el misterio y el culto de la Eucaristía escribirá:
“la animación y robustecimiento del culto eucarístico son una prueba de esa
auténtica renovación que el Concilio se ha propuesto y de la que es el punto
central... La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto
eucarístico.
No escatimemos tiempo para
ir a encontrarlo en la adoración. No cese nunca nuestra adoración”.
En las actuales circunstancias de un mundo
semiateo, en el que Dios resulta irrelevante, la adoración será siempre un
gesto contracultural y, por ello, una manera fecunda de evangelizar. La
adoración es capaz de curar esta sociedad enferma que nos envuelve.
El Año Jubilar de 2023 abre la ruta de los diez años que nos distancian hoy del Año Santo de la Redención [...] Fomentemos la ruta de la adoración como uno de los mejores caminos para extender el Reino de Jesucristo. Escuchemos las palabras que el ángel dijo al profeta Elías en el desierto: “Levántate y come...! Te queda un largo camino que andar”. Los cristianos sabemos que “con pan y vino se anda el camino”. La adoración eucarística es nuestro mejor alimento.
P.
Ernesto Postigo Pérez S.J.
Vicepostulador de la causa de
canonización de Bernardo de Hoyos
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