TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 4 de junio de 2011

PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN


Después de la Ascensión, todos perseveraban concordes en la oración en común, junto con María, la madre de Jesús, y con los apóstoles. Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos juntos. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se posaron sobre cada uno de ellos. Se llenaron del Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería (cf. Hch 1,12-14; 2,1-4).




Dejemos que sea el Espíritu quien ore en nosotros:
-Para que los hombres seamos iluminados por el mismo Espíritu de la verdad, reconozcamos la salvación de Dios y confesemos su nombre.
-Para los hombres, por la fuerza del Espíritu, veamos nuestras vidas renovadas, nuestros corazones reconciliados y nuestras manos abiertas.
-Para que los hombres acojamos el soplo de amor del Espíritu, seamos misericordiosos, trabajemos por la justicia y la paz.
-Para que los cristianos quedemos trasformados por el Evangelio, sigamos siempre sus caminos y proclamemos la Buena Nueva.
Oración: Dios y Padre nuestro, que concedes sin cesar tu Espíritu a nuestra tierra, convierte nuestros corazones para que tu obra de amor y de vida se realice en todos los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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