TIEMPO LITÚRGICO

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lunes, 21 de julio de 2025

10 CONSEJOS DE SAN BENITO PARA MEJORAR LA VIDA DIARIA


     Quizás hayan pasado 1500 años de su muerte, pero sus ideas tienen una validez eterna…

ESCUCHAR  (ESCUCHA, HIJO…)

  Así empieza la Regla. Para escuchar, primero debemos mantener silencio. Lo cierto es que, para un monje benedictino, hablar sin necesidad, sin decir nada de valor, era algo que se castigaba. La mayoría de nosotros no estamos ceñidos a semejante nivel de rigor, pero, en efecto, el silencio nos permite reflexionar sobre nosotros mismos y ser más atentos a los demás, nos ayuda a ser más pacíficos y nos pone en presencia de Dios.

EL TRABAJO NOS AYUDA A CONSERVAR LA MENTE SANA

  “La ociosidad es la enemiga del alma”, escribe Benito, que mandaba a sus monjes dividir su tiempo entre el trabajo, la lectura y la oración, de forma tal que desarrollaran un equilibrio entre cuerpo, mente y alma.

TRANSFORMAR TODA TAREAS EN ORACIÓN

  Para san Benito, toda tarea participa de la obra creadora de Dios y del sufrimiento de Cristo. El trabajo debería considerarse como un servicio al prójimo y una forma de oración.

NUESTROS DÍAS DEBERÍAN SEGUIR UN RITMO

  En un monasterio, la Regla impone un tiempo para todo: para rezar, trabajar, leer, meditar… Estos antiguos principios se siguen enseñando, en esencia, como parte de las habilidades de gestión del tiempo en escuelas de negocios y en libros de autoayuda, animándonos a establecer ciertos tiempos de inicio y de finalización para cada tarea.

SER ATENTOS CON LOS DEMÁS

  Para San Benito, el respeto debe caracterizar todas nuestras relaciones con las personas. “Recíbanse a todos los huéspedes que llegan como a Cristo”, dice san Benito en la Regla, en especial “al recibir a pobres y peregrinos”. Si todos somos atentos y considerados con el prójimo —incluso con nuestros enemigos—, contribuiremos a construir un mundo que refleje el amor de Dios.

PRACTICAR LA DISCIPLINA

  El santo abad decía a sus monjes que pusieran fin de forma puntual a cualquier cosa que estuvieran haciendo cuando llegara el momento de pasar a otra tarea, por difícil que fuera hacer el cambio, en obediencia a la voluntad de Dios. Quizás no tengamos a un abad que nos dicte cuál es nuestro horario, pero forzarnos a nosotros mismos a seguir un programa bien diseñado nos libera realmente de la esclavitud de nuestros impulsos.

LEER A MENUDO PARA NUTRIR MENTE Y ALMA

  San Benito hacía que sus monjes dedicaran una parte importante del día a leer la Escritura u otros libros edificantes, entre periodos de trabajo, oración y la cena. Leer buenos libros puede darnos ideas frescas, hacernos más empáticos, ensanchar nuestra mente y enseñarnos sabiduría del pasado y del presente.

ENTENDER Y RESPETAR NUESTRAS PROPIAS PRIORIDADES

  Para los monjes, la mayor prioridad es buscar a Dios, en especial en la oración. La Regla entera se organiza en torno a este principio. San Benito repite una y otra vez, con fórmulas que varían ligeramente: “Nada absolutamente antepongan a Cristo”. Tenemos que saber cuáles son nuestras prioridades y respetarlas en la manera en que empleamos nuestro tiempo.

HACER LAS PACES CON LOS DEMÁS

  En diversos modos y circunstancias, San Benito insta a sus monjes a disculparse siempre que pudieran haber ofendido a otro. Les recuerda el requerimiento de la Sagrada Escritura: “Busca la paz y síguela” y el bien de “reconciliarse antes de la puesta del sol con quien se haya tenido alguna discordia”. Esto nos ayuda a crecer en bondad, además de a contribuir a la estabilidad de la comunidad.

VIVIR CADA DÍA COMO SI FUERA EL ÚLTIMO

  El santo abad decía a sus monjes que debían “tener la muerte presente ante los ojos cada día”. Esto nos ayuda a recordar nuestras prioridades y centrarnos en lo esencial.

  Quizás no seamos monjes, pero los monjes sí son personas como el resto de nosotros y la naturaleza humana no cambia. El entendimiento que tenía San Benito de la humanidad continúa siendo valioso hoy día. Confiamos en que estos consejos nos iluminen o nos recuerden algunas formas que tenemos para ser más felices y mejores personas, con la ayuda de Dios.

martes, 15 de julio de 2025

JULIO :  ADORAR Y AGRADECER

Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar

 LA ADORACIÓN NOCTURNA MOMENTO PARA CULTIVAR LA INTIMIDAD CON DIOS

             ¡GRACIAS A DIOS!

   Es una de las primeras palabras que enseñamos a los niños: GRACIAS. Porque de pequeños todo lo recibimos gratis, por amor, sin méritos previos. Pues no lo olvidemos, ante Dios nunca dejamos de ser niños, todo lo que nos concede lo recibimos gratis, por eso tenemos que darle gracias. Una y otra vez. La gente agradecida es muy agradable, porque sabes que cualquier servicio que le hagas va a ser apreciado y valorado ¡Seamos también nosotros agradecidos con Dios! En nuestras velas nocturnas, hemos de dedicar un tiempo oportuno para la acción de gracias a través de la Eucaristía. Así nos lo explicaba nuestro fundador: “La Creación es un beneficio inexplicable a no ser por el amor: la Conservación, la Redención, la Gracia Divina, los Sacramentos, son otros tantos beneficios derivados de la bondad de Dios. ¿Cómo recompensarlos? Imposible. ¿Cómo agradecerlos? Imposible también; porque todos aquellos dones supremos tienen un valor infinito que no admite, en lo humano, equivalencia ni precio. Pues bien, el Señor, que es rico en misericordia, nos otorgó este favor también de darnos un medio sobre excelente de agradecer, ofreciéndonos en la sagrada Hostia una acción de gracias, no sólo adecuada, sino perfectamente digna de aquellas mercedes, así como del generoso Autor de ellas y de infinito aprovechamiento además para los mismos que han recibido los beneficios”. (L.S. T. V, 1874, págs.121-123)

   El que es agradecido ensancha su corazón y se hace capaz de recibir nuevos dones. Nosotros hemos recibido inmensos beneficios de la generosidad de Dios: la vida, la fe, el bautismo, la presencia eucarística… Nuestro corazón no llega a abarcar la inmensidad de tanto bien…, por eso necesitamos el Corazón de Cristo en la Eucaristía para agradecer, como se merece, tanto don. Por eso nos unimos a Jesús que más de una vez dijo “Te doy gracias, Padre”.

   Los miembros del cuerpo místico de Cristo nos unimos a la oración de Jesús en la noche. Dar gracias es lo propio de la oración de la Iglesia y lo hace siempre en cada Eucaristía. Y cuanto más lo hace, más se manifiesta lo que somos, es decir, obra de la gracia de Dios. Gracias a Él hemos sido liberados, gracias a Él somos renovados. ¡Gracias por tus gracias, Gracia Eterna! (Cf. CEC 2637)

   Cualquier momento es bueno para dar gracias, porque estamos continuamente recibiendo. Todo lo cotidiano, todo lo que acontece, todo lo que tenemos, incluso lo que no tenemos o nos hiere… Todo es susceptible de formar parte de nuestra acción de gracias.   Así nos lo enseña San Pablo: “En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros” (1 Ts 5, 18). En nuestra vigilia mensual hemos de recoger, por tanto, todo lo ocurrido y recibido durante el mes anterior y presentarlo ante el Señor. Jesús quiere que le agradezcamos; así nos lo enseña en el Evangelio:  “De camino a Jerusalén, Jesús pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, y al entrar en un pueblo, le salieron al encuentro diez leprosos. Se detuvieron a cierta distancia y gritaban: «Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros.» Jesús les dijo: «Id y presentaos a los sacerdotes.» Mientras iban quedaron sanos. Uno de ellos, al verse sano, volvió de inmediato alabando a Dios en alta voz, y se echó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole las gracias. Era un samaritano. Jesús entonces preguntó: «¿No han sido sanados los diez? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Así que ninguno volvió a glorificar a Dios fuera de este extranjero?» Y Jesús le dijo: «Levántate y vete; tu fe te ha salvado» (Lc, 17, 11-19).

   Danos Señor un corazón agradecido, que, como el leproso, sepamos volver a ti después de tu don. Que no te ofendamos por el desagradecimiento. Que en esta noche caigamos a tus pies alabándote y dando gracias por tantas lepras como nos has quitado. Velar en oración, en adoración y en acción de gracias. Es uno de los consejos que nos da San Pablo: “Sed perseverantes en la oración, velando en ella con acción de gracias” (Col 4, 2).

   En nuestro mundo, muchas veces desagradecido para con nuestro Dios, tenemos la misión de dar gracias, en lo que hemos recibido personalmente, pero también en dar gracias por lo que reciben otros. En algún idioma, gracias se dice reconocer. Porque hay que caer en la cuenta, del bien recibido y del amor con el que se da el don. Pero que este espíritu agradecido no se quede sólo entre las paredes de la Iglesia, sino que lo convirtamos en jaculatoria cotidiana, en condimento de nuestra conversación interior, que se nos agudice la mirada para saber ver la mano de Dios en todas las cosas, como nos enseña San Josemaría: “Acostúmbrate a elevar tu corazón a Dios, en acción de gracias, muchas veces al día. Porque te da esto y lo otro. Porque te han despreciado. Porque no tienes lo que necesitas o porque lo tienes. Porque hizo tan hermosa a su Madre, que es también Madre tuya. Porque creó el Sol y la Luna y aquel animal y aquella otra planta. Porque hizo a aquel hombre elocuente y a ti te hizo premioso… Dale gracias por todo, porque todo es bueno”.

   E incluso en las cosas no tan buenas que han ocurrido en nuestra vida, que Dios ha permitido porque sabe sacar de los pozos más oscuros el agua viva de su gracia. Es impresionante el testamento de Santa Bernardita en este sentido: Por la pobreza en la que vivieron papá y mamá, por los fracasos que tuvimos, porque se arruinó el molino, por haber tenido que cuidar niños, vigilar huertos frutales y ovejas; y por mi constante cansancio... te doy gracias, Jesús. Te doy las gracias, Dios mío, por el fiscal y por el comisario, por los gendarmes y por las duras palabras del padre Peyremale... No sabré cómo agradecerte, si no es en el paraíso, por los días en que viniste, María, y también por aquellos en los que no viniste. Por la bofetada recibida, y por las burlas y ofensas sufridas; por aquellos que me tenían por loca, y por aquellos que veían en mí a una impostora; por alguien que trataba de hacer un negocio..., te doy las gracias, Madre. Por la ortografía que jamás aprendí, por la mala memoria que siempre tuve, por mi ignorancia y por mi estupidez, te doy las gracias. Te doy las gracias porque, si hubiese existido en la tierra un niño más ignorante y estúpido, tú lo hubieses elegido (...) Y por el alma que me diste, por el desierto de mi sequedad interior, por tus noches y por tus relámpagos, por tus rayos... por todo. Por ti mismo, cuando estuviste presente y cuando faltaste... te doy las gracias, Jesús.

Para el diálogo y la meditación.

¿Cuántas veces usas esta bella expresión ¡gracias a Dios!?

¿Te gusta que te reconozcan y agradezcan los favores que haces? 

¿Cómo mostrarnos más agradecidos para con Dios?


sábado, 5 de julio de 2025

SAN ROQUE  ACOGIÓ ESTE AÑO LA VIGILIA DE LAS ESPIGAS EN EL 75º ANIVERSARIO FUNDACIONAL DE SU SECCIÓN

  Durante la noche del sábado 28 al domingo 29 de junio celebramos la tradicional Vigilia de las Espigas en la parroquia de Santa María la Coronada de la ciudad de San Roque, para conmemorar los 75 años transcurridos desde la fundación de la Sección por el Rvdo. P. Caldelas, coincidiendo en este año Santo de la Esperanza.

   Organizada por el Consejo diocesano de la Adoración Nocturna Española para agradecer a Dios, de manera particular, por tantos años de vida adoradora nocturna como ha cumplido esta Sección gaditana; contamos, en esta ocasión, con la presencia de las Secciones de Cádiz, Ceuta, San Fernando ANFE, Barbate ANFE y la de San Roque, que ejerció de anfitriona.      

  Comenzaba esta querida Vigilia con la tradicional procesión de Banderas que, seguidas por los Adoradores participantes, partía desde la Plaza de la Iglesia hasta el Templo y continuaba con el saludo del Presidente diocesano que recordaba, en palabras del decreto “Perfecte Caritatis”, cuando el Concilio Vaticano II trataba sobre la renovación de los Institutos Religiosos, el mantener -“ fielmente el espíritu y propósitos propios de los fundadores, así como las sanas tradiciones”- y al Padre José M.ª Iraburu, que en su obra -La Adoración Eucarística Nocturna-, afirma que: -“Como Obra de la Iglesia la Adoración Nocturna ha de crecer siempre en una fidelidad constante a sus propias raíces”-.              

  Con el rezo solemne de Vísperas y la Santa Misa, que presidió D. José Manuel Sánchez Cote, Párroco de Santa María, y concelebrada por D. Guillermo Domínguez, Consiliario de la Obra, y D. Juan Ramón Rouco, continuaba la celebración.   En su homilía, D. José Manuel, tras centrarnos en la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, nos  exhortó a -“…ofrecer los frutos de la Vigilia de las Espigas como signo de gratitud y esperanza; que, tras el mandato de Cristo de “velad y orad”, velemos para que nuestra fe no se adormezca y no se pierda entre la cizaña del mundo […]”-

  Tras los turnos de vela al Santísimo Sacramento, que ocuparon la noche hasta las 5,30h., se continuó con el rezo del Santo Rosario y la oración de Laudes.     

  Despuntando el alba, y tras la procesión Eucarística desde el Templo parroquial hasta el parque de “Los Cañones”, el Rvdo. D. Guillermo Domínguez, Consiliario diocesano de la Adoración Nocturna, impartía la Bendición Eucarística  sobre el mar y los campos de nuestra diócesis así como sobre toda la actividad humana que, gracias a la Providencia, hace posible que de los “frutos del mar y de  la tierra y del trabajo del hombre” podamos obtener lo necesario para nuestro sustento.

  Culminaba así la Vigilia de las Espigas 2025, poniéndose un sentido broche de oro a las Bodas de Diamante de la Sección de San Roque, que había comenzado la noche anterior a las 23.30 horas. 

  Con la Reserva Eucarística y la despedida del Consiliario Diocesano, que agradeció expresamente a la Sección Sanroqueña, tanto masculina como femenina, las esmeradas atenciones recibidas, se puso rumbo a las poblaciones de destino con un piadoso obsequio que nos hará recordar durante mucho tiempo este sentido ANIVERSARIO.

PACO DE LA TORRE – Presidente Diocesano.