TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

martes, 26 de noviembre de 2024


NOVIEMBRE ADORAR CON LOS SANTOS

Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar

LA ADORACIÓN NOCTURNA MOMENTO PARA CULTIVAR LA INTIMIDAD CON DIOS

CUM SANCTIS TUIS 


     “Te adoro profundamente en ese Augusto Sacramento, y te doy rendidas gracias por haber instituido ese compendio de maravillas, resumen de tus finezas, y evidente testimonio de la ternura de tu amor. Y para dártelas más incesantes, convido a todos los justos de la tierra y bienaventurados del cielo, uniendo con ellos los afectos de mi corazón, y deseando ardientemente alabarte y ensalzarte por toda la eternidad... En todos ellos te adoro humildemente desde este lugar, uniendo mis débiles obsequios con el fervor y devoción de los Santos más fieles y amantes de tu Corazón Santísimo. Admite, Jesús amoroso, mis ardientes súplicas, para que adorándote Sacramentado por nuestro amor en esta vida, te bendiga y ensalce después eternamente. Amén” (Luis de Trelles: Hablando con Jesucristo Sacramentado. Oraciones, FLT, Vigo, 2013, p.156).

   Profunda y bella oración. Trelles invita a los santos a unirse a su adoración. Nosotros hoy somos invitados por los santos a unirnos a su adoración. Todos los justos, del cielo y de la tierra se inclinan ante uno sólo: Dios Nuestro Señor. Que podamos nosotros ser contados entre los santos más fieles y amantes del Corazón de Jesús.

  La comunión de los santos, ese gran misterio que trasciende el espacio y el tiempo y une a todos los miembros de la Iglesia. Los de arriba y los de abajo, los que luchan y los que ya han vencido, los que se purifican y los limpios. Todos quedan unidos por la gracia divina que los transforma interiormente y los asemeja a Jesús.  Cada uno a su manera, pero todos convergen en un mismo centro, en un mismo altar. La unión se realiza por la intercesión, por las súplicas, por los favores de unos para con otros, pero si en algún lugar se hace fuerte esta comunión es en la Eucaristía.

    La más excelente manera de unirnos a la Iglesia celestial tiene lugar cuando celebramos juntos con gozo común las alabanzas de la Divina Majestad, y todos, de cualquier tribu, y lengua, y pueblo, y nación, redimidos por la sangre de Cristo (cf. Ap 5, 9) y congregados en una sola Iglesia, ensalzamos con un mismo cántico de alabanza a Dios Uno y Trino. Así, pues, al celebrar el sacrificio eucarístico es cuando mejor nos unirnos al culto de la Iglesia celestial, entrando en comunión y venerando la memoria, primeramente, de la gloriosa siempre Virgen María, mas también del bienaventurado José, de los bienaventurados Apóstoles, de los mártires y de todos los santos (Lumen Gentium 50).

   Así que hoy, ante esta custodia no simplemente estoy yo, ni siquiera sólo mi Turno de adoración, hoy y aquí toda la Iglesia adora a su Dios. Hoy hemos de adorar con todos los santos a Aquel que los hizo santos. Hoy estamos invitados a introducirnos en aquella muchedumbre innumerable de la que habla el Apocalipsis: (Apoc. 7, 9-12) “Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y el Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos”.

   Blancas vestiduras, resplandecientes cual recién bautizados, llenos de gracia y ante el trono donde se sienta Cristo, el cordero inmaculado. Palmas en las manos, como los mártires que han derramados su sangre en testimonio. Qué alegría poder pertenecer a esa muchedumbre un día. Contemplemos ese espectáculo, mejor, hagámonos parte de él. “Y gritan con fuerte voz: «La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.» Y todos los Ángeles que estaban en pie alrededor del trono de los Ancianos y de los cuatro Vivientes, se postraron delante del trono, rostro en tierra, y adoraron a Dios diciendo: «Amén. Alabanza, gloria, sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.»”

   Sólo el Cordero nos trae la salvación, sólo Dios salva. Nadie más. Nada más. Sólo Él merece plena y total adoración. Con los ángeles y los santos, repitamos también nosotros esa preciosa letanía. Situémonos como ellos rostro en tierra postrados delante del trono y simplemente, adoremos. Nos podría entrar un poco de vértigo, pensar que no somos dignos de incluirnos entre el número de los santos, no estamos a la altura de un San Pablo, de un San Francisco Javier, de un San Agustín… Pero recordemos, como santa Teresita, que, en el jardín de las almas, Dios quiere flores muy variadas: “Él ha querido crear grandes santos, que pueden compararse a los lirios y a las rosas; pero ha creado también otros más pequeños, y éstos han de conformarse con ser margaritas o violetas destinadas a recrear los ojos de Dios cuando mira a sus pies. La perfección consiste en hacer su voluntad, en ser lo que él quiere que seamos.”

  Tomemos ejemplo de ella, ¿qué hizo para llegar a ser santa?: “Me presenté ante los ángeles y los santos y les dije:” «Yo soy la más pequeña de las criaturas. Conozco mi miseria y mi debilidad. Pero sé también cuánto les gusta a los corazones nobles y generosos hacer el bien. Os suplico, pues, bienaventurados moradores del cielo, os suplico que me adoptéis por hija. Sólo vuestra será la gloria queme hagáis adquirir, pero dignaos escuchar mi súplica. Ya sé que es temeraria, sin embargo, me atrevo a pediros que me alcancéis: vuestro doble amor». (Santa Teresita, Historia de un alma).

    En esta noche de adoración, pidamos con audacia a todos los santos, su doble amor: a Dios y a los hermanos, para adorar en su compañía. «Nosotros adoramos a Cristo porque es el Hijo de Dios; en cuanto a los mártires, los amamos como discípulos e imitadores del Señor, y es justo, a causa de su devoción incomparable hacia su rey y maestro; que podamos nosotros, también, ser sus compañeros y sus condiscípulos (Martirio de san Policarpo 17, 3).

Preguntas para el diálogo y la meditación.

 ¿Qué santos invito a adorar conmigo?

 ¿Hay algún santo que inspire más particularmente tu oración?

 ¿Cómo vives el misterio de la comunión de los santos? 

martes, 12 de noviembre de 2024

 ¿Es bíblico el purgatorio?

(Continuación)



c) Mateo 5, 25, 26. Lucas 12,58-59

   «Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo».
   En este pasaje
Jesús hace referencia a un castigo temporal que no puede ser el infierno ni tampoco el cielo. En esta parábola, Dios es el juez, y si no nos hemos reconciliado con nuestro prójimo antes de ver a Dios, Dios nos pedirá cuentas por el mal que les hicimos.

   Este texto es prueba del purgatorio, y es citado para probarlo por los santos padres: Tertuliano en De anima c.58, San Cipriano en Epístola 51:20, Orígenes en Homilía 35 sobre Lucas 12. San Jerónimo en Mateo c,5, San Ambrosio en Comentario sobre Lucas 12.

   «Una cosa es defender el perdón y otra cosa es alcanzar la gloria: una cosa es cuando se lo arroja a la cárcel, no salir de allí hasta que se haya pagado lo máximo, otra cosa a la vez es recibir el salario de la fe y el coraje. Una cosa es ser torturado por un largo sufrimiento por los pecados, limpiado y purgado por el fuego,  para haber purgado todos los pecados sufriendo. Una cosa es ser estar en suspenso hasta la sentencia de Dios en el día del juicio para ser coronado inmediatamente por el Señor. » (San Cipriano Epistola 51,20)


d) 1Corintios 3,11-15.

   «Pues nadie puede poner otro fundamento fuera del ya puesto, que es Jesucristo. Mas si uno edifica sobre este fundamento oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada uno se pondrá de manifiesto; porque el día lo descubrirá, por cuanto en fuego se ha de revelar; y qué tal sea la obra de cada uno, el fuego mismo lo aquilatará. Si la obra de uno, que él sobreedificó, subsistiere, recibirá recompensa; si la obra de uno quedare abrasada, sufrirá detrimento; él sí se salvará, aunque así como a través del fuego».

   Será necesario advertir de nuevo que no se trata de buscar en este texto la idea desarrollada de purgatorio, sino su núcleo esencial. El texto trata del caso concreto de los obreros apostólicos, pero a propósito de ellos expone una doctrina de sumo interés:

  1) Se trata de hombres que han edificado sobre el fundamento, que es Cristo, cosas de mayor o menor valor (v. 12), no de hombres que hayan rechazado ese fundamento como punto de partida de su construcción y trabajo.

   2) El día del juicio se pondrá de manifiesto el valor de le que cada uno de ellos ha edificado (v. 13); el «fuego» de que se habla dos veces en este (v. 13) no es el fuego del purgatorio, sino una imagen del juicio divino (adviértase que se ejercita no sólo sobre las materias deleznables, que no lo resisten y se incendian, sino también sobre las sólidas que lo resisten).

   3) «Si la obra de uno, que él sobreedificó, subsistiere, recibirá [el que edificó tal obra] recompensa»; se trata, por tanto, de la hipótesis de premio inmediato, porque la obra era sólida y ha resistido el juicio divino.

   4) «Si la obra de uno quedare abrasada, sufrirá detrimento»; el sujeto de «sufrirá detrimento» no es la obra que se abrasa, sino el que la edificó; la expresión «sufrirá detrimento» (v.15) se opone al «recibirá recompensa» del versículo anterior, y añade algo nuevo a la frase que le precede inmediatamente, «si la obra de uno quedare abrasada»; en otras palabras, el «sufrirá detrimento» no se reduce a que el operario apostólico ve cómo su obra se destruye, sino que implica una pena (en oposición a la recompensa).

   5) Todo ello es más claro si se atiende a la metáfora final: «él sí sé salvará, aunque así como a través del fuego» (v.15); el detrimento que sufrirá no es tal que implique no salvarse; se salvará, pero con dificultad y angustia (de nuevo el fuego no es aquí el fuego del purgatorio, sino una imagen de situación angustiosa): «ellos serán salvados, pero no sin dolor y sin angustia, como se salvan a través de las llamas las gentes sorprendidas por un incendio repentino».

   6) El fundamento nadie lo puede cambiar; ya está puesto y es Cristo Jesús. Pero, con estos cimientos, si uno construye con oro, otro con plata o piedras preciosas, o con madera, caña o paja, la obra de cada uno vendrá a descubrirse. El día del Juicio la dará a conocer porque en el fuego todo se descubrirá. El fuego probará la obra de cada cual: si su obra resiste el fuego, será premiado; pero, si es obra que se convierte en cenizas, él mismo tendrá que pagar. El se salvará, pero como quien pasa por el fuego". De manera que hay un fuego después de la muerte que, diferente al del infierno, es temporal. El alma que por allí pasa se salvará. A ese estado de purgación le llamamos el "purgatorio".

   Citado como argumento a favor del purgatorio por San Cipriano en Epístola 51:20,San Ambrosio en Comentario Salmo 116, Sermón 20, San Jerónimo en comentario Amós cap.4, San Gregorio Magno Dialogos 4:39 y Orígenes en Hom. in Ex. 4 , San Agustin comentario salmo 37.

   «Ni me corrijas con tu ira, sino purifícame en esta vida y transfórmame de modo tal, que no necesite ya el fuego corrector, como los que se han de salvar, aunque como pasados por el fuego. ¿Y esto por qué, sino porque edifican sobre el fundamento de leña, heno, paja? Que edifiquen sobre oro, plata, piedras preciosas, y estarán a salvo de uno y otro fuego; no sólo del eterno, que sin fin atormentará a los malvados, sino del que corregirá a los que se salvarán como pasando por fuego. Así es como se dice: Él sí se salvará, pero como quien pasa por fuego5. Y al decir: se salvará, se le quita importancia a ese fuego. Pero también, aunque se salvaron por el fuego, será más doloroso que lo que el hombre pueda padecer en esta vida» (San Agustín Comentario salmo 37).

 e) Malaquías 3,2-3

   «¿Quién podrá soportar el Día de su venida? ¿Quién se tendrá en pie cuando aparezca? Porque es él como fuego de fundidor y como lejía de lavandero. Se sentará para fundir y purgar. Purificará a los hijos de Leví y los acrisolará como el oro y la plata; y serán para el Señor los que presentan la oblación en justicia».

  Este texto es citado para apoyar la doctrina del purgatorio por Orígenes en  Hom. 6 en Éxodo, San Ambrosio en PS 36,  San Agustín en  Ciudad de Dios lib. 20 cap. 25.

«De la cita que acabamos de hacer se deduce la existencia evidente en aquel juicio de ciertas penas expiatorias para algunos. De las palabras: ¿Quién resistirá el día de su llegada? ¿Quién será capaz de aguantar su presencia? Será como fuego de fundidor, como lejía de lavandero: se sentará como fundidor a refinar la plata, refinará y purificará como plata y oro a los hijos de Leví, ¿qué otra cosa se puede entender? Algo parecido dice también Isaías: Lavará el Señor la suciedad de los hombres y de las mujeres de Sión, y fregará la sangre del interior de su ciudad con el viento justiciero, con un soplo ardiente A no ser que digamos que quedan limpios de sus inmundicias, y, por así decir, acrisolados, cuando los malos sean separados de ellos por condenación judicial, de forma que la separación y condenación de unos sea la purificación de los otros, ya que en adelante vivirán sin estar mezclados con ellos. Pero al decir: Refinará y purificará como plata y oro a los hijos de Leví; y ellos ofrecerán al Señor hostias en justicia; entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, muestra claramente que los mismos que han de ser purificados agradarán a partir de entonces al Señor con sacrificios en justicia; ellos mismos son quienes quedarán limpios de su propia injusticia, por la que desagradaban al Señor. Las hostias ofrecidas con plena y perfecta justicia serán ellos mismos cuando se hallen purificados. ¿Qué ofrenda más aceptable a Dios podrá ser presentada por hombres así que sus propias personas? Pero esta cuestión de las penas expiatorias la dejaremos para otra ocasión con el fin de tratarla más a fondo » (San Agustín Ciudad de Dios XX,25)

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lunes, 11 de noviembre de 2024

¿Es bíblico el purgatorio? 


     Una de las principales controversias entre la teología católica y el protestantismo y las sectas es "el purgatorio". Según la teología protestante es una doctrina inventada por la Iglesia Católica que no tiene apoyo en las Escrituras. ¿Es cierto esto? En este artículo intentaré responder a esto y profundizar en esta doctrina desde las Escrituras y los Padres de la Iglesia.

¿Que enseña el magisterio sobre el purgatorio?

   Se define el purgatorio como :

   Estado transitorio de purificación necesaria para aquellos que, habiendo muerto en gracia de Dios y teniendo segura su salvación, necesitan mayor purificación para llegar a la santidad necesaria para entrar en el cielo. Esta purificación es totalmente distinta al castigo del infierno. El purgatorio es doctrina de fe formulada en los Concilios de Florencia (cf. DS 1304) y de Trento (cf. DS 1820; 1580).

  La realidad del purgatorio la negaron los cátaros, los valdenses, los reformadores y parte de los griegos cismáticos. Los concilios unionistas de Lyon y Florencia hicieron la siguiente declaración contra los griegos cismáticos, que se oponían principalmente a la existencia de una lugar especial de purificación, al fuego del purgatorio y al carácter expiatorio de sus penas : «Las almas que partieron de este mundo en caridad con Dios, con verdadero arrepentimiento de sus pecados, antes de haber satisfecho con verdaderos frutos de penitencia por sus pecados de obra y omisión, son purificadas después de la muerte con las penas del purgatorio» ; Dz 464, 693; cf. Dz 456, 570 s.

    El purgatorio no es para la salvación de nadie, sino para la purificación de los que ya son salvos. ¿Por qué sufrir, si el sufrimiento de Jesús fue completo en la Cruz? Sí lo fue. Es exactamente porque padeció Jesús en la Cruz que tenemos que sufrir. Somos imitadores de Cristo. Revivimos la vida de Jesús en la Tierra. Esto incluye sus sufrimientos: me gozo en lo que padezco por vosotros, cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo que es la iglesia (Col 1, 24). No es porque Cristo no sufrió bastante, sino porque su vida está en nosotros. Y si no padecemos por amor en esta tierra, tendremos que padecer en la próxima: Quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado (1 P 4, 1). Los protestantes piensan que la doctrina del purgatorio disminuye la gracia salvadora de Cristo. Pero no es cierto. El enfoque no está tanto en el poder salvador de Dios, sino en nuestra respuesta a Él como seres libres. El purgatorio es simplemente la etapa final de la santificación.

  El purgatorio es la etapa final de la santificación. Los protestantes creen en la santificación aunque su significado es generalmente muy nebuloso e incierto. ¿Qué hace que uno piense que la muerte de alguna manera lo hace inmediatamente santo, santificado, aunque pudo haberse acercado a la muerte lleno de egoísmo, de pensamientos malvados, de la avaricia, y del miedo? El purgatorio es la etapa final del santificación, la santificación sin la cual nadie verá a Dios (Heb 12:14). "Nunca entrará en ella nada impuro, ni los idólatras ni los farsantes, sino sólo aquellos que tienen su nombre escrito en el libro de la vida, el libro del Cordero” (Apocalipsis 21:27). Si el proceso de la santidad no se ha terminado en la tierra, si nosotros todavía estamos llenos de egoísmo y amor propio, Dios, en su infinita misericordia, continua este proceso luego de nuestra muerte para que podamos un día gozar de su gloria.

¿Habla la Biblia de otro lugar además del cielo y del infierno?

  La doctrina de la Iglesia sobre el Purgatorio encuentra fundamento en la Biblia, cuando esta se sabe interpretar correctamente. Basta con dar las evidencias bíblicas a favor de la doctrina del purgatorio. Cada una de estas evidencias vendrá acompañada por un texto de los padres de la Iglesia que demuestran que ellos los interpretaban igual que nosotros:

a) 2 Macabeos 12, 43ss. 

   «Y habiendo recogido dos mil dracmas por una colecta, los envió (Judas Macabeo) a Jerusalén para ofrecer un sacrificio por el pecado, obrando muy bien y pensando noblemente de la resurrección, porque esperaba que resucitarían los caídos, considerando que a los que habían muerto piadosamente está reservada una magnífica recompensa; por eso oraba por los difuntos, para que fueran librados de su pecado».

  Para la exégesis de la perícopa conviene advertir los siguientes elementos:
  
1) El autor inspirado alaba no sólo la acción, sino la persuasión de judas («obrando muy bien y pensando noblemente de la resurrección»), lo que no podría hacer si el modo de pensar de judas fuera falso.

   2) Los elementos esenciales de ese modo de pensar son: a) que aquellos difuntos no han muerto en estado de condenación o enemistad con Dios («considerando que a los que habían muerto piadosamente está reservada una magnífica recompensa»); b) sin embargo, algo les falta todavía, de lo cual deben ser librados («para que fueran librados de su pecado»); c) todo ello se hace en orden a la resurrección para que en ella reciban la misma suerte que los demás judíos piadosos.

     El texto del 2 Macabeos 12, 43-46 da por supuesto que existe una purificación después de la muerte.

b) Mateo 12, 32:

   «El que insulte al Hijo del Hombre podrá ser perdonado; en cambio, el que insulte al Espíritu Santo no será perdonado, ni en este mundo, ni en el otro»

   Sugiere que hay otro lugar y que la expiación puede suceder después de la muerte. Esto significa que en la otra vida hay pecados que sí se perdonan y otros que no se perdonan. Estos pecados que sí se perdonan en la otra vida ¿Dónde se perdonan?. ¿En el infierno? No puede ser porque en el infierno no hay redención. En el cielo tampoco, porque nada manchado entra allá (Apocalipsis 21, 27). Luego, debe un tercer lugar en la otra vida donde sí se perdonan.

   Esta cita los padres de la Iglesia la usaron para probar el purgatorioSan Agustín en Ciudad de Dios 21:24, San Gregorio Magno Diálogos 4:39, San Beda en Comentario sobre Marcos 3…

   «Pero, sin embargo, debemos creer que antes del día del juicio hay un fuego del Purgatorio por ciertos pecados pequeños: porque nuestro Salvador dice que el que habla blasfemia contra el Espíritu Santo no lo perdonará, ni en este mundo, ni en el mundo por venir . De la oración que aprendemos, que algunos pecados son perdonados en este mundo, y algunos otros pueden ser perdonados en el próximo: porque lo que se niega con respecto a un pecado, se entiende que se concede sobre otro. Pero, sin embargo, esto, como dije, no debemos creer, sino solo en relación con los pecados pequeños y muy pequeños, como, por ejemplo, la charla diaria ociosa, la risa inmoderada, la negligencia en el cuidado de nuestra familia, errores ignorantes en asuntos sin gran peso...» (San Gregorio Diálogos 4,39)