TIEMPO LITÚRGICO
martes, 7 de marzo de 2023
sábado, 4 de marzo de 2023
¿Qué tal el ayuno y la abstinencia
de los malos pensamientos?
Al hablar de Cuaresma muchos se acuerdan del ayuno
y la abstinencia. Creen que, por
reducir un poco los alimentos del Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, y
porque los viernes en lugar de comer carne toman pescado, ya son penitentes.
La verdad es que hacer eso no cuesta gran cosa;
pero, ¿qué tal el ayunó y la abstinencia de los malos pensamientos, el ayuno
de las malas palabras y las malas acciones? Eso ya es otra cosa, que cuesta inmensamente más. Y se trata de
seguir esta rigurosa dieta más que la de los alimentos.
Ayunar
de los malos pensamientos. Cuantas
malas ideas circulan con semáforo verde por la vía pública de nuestro cerebro, como son: las etiquetas que les ponemos a los demás, la pornografía,
las intenciones malévolas, esos resentimientos largamente alimentados, etc.
Ayunar
de las palabras malas.
Un buen porcentaje de nuestra mercancía verbal es
de muy mala calidad. Las murmuraciones, las críticas son un manjar envenenado con el que se alimentan
muchas personas. El que no critica a su prójimo es una maravilla del universo;
y estas maravillas se dan muy poco. Lo normal es criticar, murmurar, comerse al
prójimo. Se critica todo y a todos con desvergüenza.
En una
ocasión encontré a una persona que me pidió sinceramente un consejo: ¿que podía
hacer para erradicar su hábito de murmurar?. Le aconseje que rezara un avemaría
cada vez que se le escapara una crítica. Tomó el consejo muy en serió, y el resultado
fue que el primer día tuvo que rezar casi tres rosarios completos. Luego, poco
a poco, fueron disminuyendo las avemarías, hasta que no tuvo que rezar ninguna,
porque había vencido el habito de murmurar. El consejo es válido, y el que
desee dejar de ser un murmurador, puede intentarlo.
Podemos
intentar también el ayunó de palabras sonoras, chistes de doble sentido, etc. Hay mucho de que ayunar, por ejempló, de las malas acciones. Ayuna de
verdad el que deja de cometer maldades. Ayunar de las bebidas alcohólicas; ayunar del robo, las injusticias, fraudes, peleas, adulterios, infidelidades; ayunar de
películas pornográficas, de envidias, malos deseos contra los demás y tantas cosas
más.
Si
durante este ayunó y abstinencia del mal, se toma una dieta abundante de
caridad con el prójimo, de sacramentos, de renovación espiritual, de buenas obras,
entonces tendrá sentido la Cuaresma. De
lo contrario, será una comedia aquello de correr a la Iglesia a que me pongan
ceniza o asistir a los Oficios. Algunos están
seguros de que ya se les borraron sus maldades, porque les impusieron la
ceniza; como si fuera así de fácil. Más bien, el ir a recibir ceniza significa comprometerse
a hacer ayunó y abstinencia de alguna de aquellas cosas malas que se dan en mi
vida. ¿En qué va a consistir mi ayuno y abstinencia durante esta Cuaresma?
del Padre Mariano de Blas
viernes, 3 de marzo de 2023
DEL BLOG DEL OBISPO
MENSAJE AL INICIO DE LA CUARESMA.
Tiempo de liberar el
corazón.
Con el Miércoles de Ceniza ha
comenzado la Cuaresma, este
tiempo tan valioso e importante para la Iglesia que nos conduce a la
celebración de la Pascua. La Iglesia mira al encuentro definitivo
con su Esposo en la Pascua eterna. Haciendo oración y viviendo la caridad
intensifica su camino de purificación espiritual para obtener aquí con más
abundancia la vida nueva en Cristo, esa vida que ya se nos transmitió en el Bautismo cuando, “al participar de la muerte y resurrección de Cristo”,
comenzó para nosotros la aventura gozosa y entusiasmante de ser discípulos de
Jesús.
En estas semanas tratamos de hacernos semejantes a Cristo. Este es el objeto de la transformación que tiene lugar al participar en la muerte y resurrección del Señor: que yo pueda conocerle a Él, el poder
de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a
él en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos (cf. Flp 3, 10-11).
El recorrido cuaresmal culmina en el Triduo
Pascual. Al renovar las promesas bautismales la
noche de Pascua
reafirmamos que Cristo es el Señor de nuestra vida, la vida que Dios nos
comunicó cuando renacimos “del agua y del
Espíritu Santo”. Entonces renovaremos el compromiso de corresponder a la acción de
la gracia para ser discípulos. Sumergirnos desde ahora en la muerte y en la resurrección de
Cristo nos impulsa cada día a liberar nuestro corazón del peso de las cosas
materiales y de ese vínculo egoísta con la “tierra”
que nos empobrece y nos impide estar disponibles y abiertos a Dios y al prójimo. El gran mandamiento
del amor al
prójimo nos exige, además, tomar conciencia de que tenemos una responsabilidad
con las criaturas, porque también son hijos de Dios. Si somos hermanos en
humanidad y, en muchos casos, también en la fe, hemos de ver en el otro a un
verdadero hermano a quien el Señor ama infinitamente. De esta mirada de
fraternidad brotarán naturalmente de nuestro corazón la solidaridad, la
justicia, la misericordia y la compasión que tanto necesita la sociedad. La caridad nos hace también responsables
del bien espiritual de nuestros hermanos a través del anuncio de Cristo
Salvador y la corrección fraterna, para acompañar
a cada uno, como Dios hace con nosotros.
El mundo exige hoy a los cristianos un
testimonio renovado de amor y fidelidad al Señor. La cuaresma nos ofrece el itinerario
que necesitamos para reconocer nuestra debilidad y caminar con decisión hacia
Él, y acoger la gracia renovadora del sacramento de la Penitencia revisando
la propia vida. La
clave es, por tanto, el encuentro personal con el Señor. En Él, que es Amor (cf. 1 Jn, 4, 7-10), encuentra sentido la oración, el ayuno
y la limosna; y la Cruz nos habla, como una Palabra suya que manifiesta el
poder de Dios (cf. 1
Co, 1, 18), donde se levanta
al hombre de sus caídas y adquiere la salvación, donde encontramos el amor en
su forma más radical (Encíclica Deus
caritas est, 12). Dado que en la vida de fe quien no avanza, retrocede, hemos de
vencer la tentación de la tibieza, o de sofocar el Espíritu, de negarse a «comerciar con los talentos» que se nos
han dado para nuestro bien y el de los demás (cf. Mt 25,25ss).
Esta Cuaresma nos
ofrece cada día ese momento favorable de gracia que nos invita a entregarnos a
Jesús, a tener confianza en
Él, a permanecer en Él, a compartir su estilo de vida, a aprender de Él el amor
verdadero, a seguirle en el cumplimiento diario de la voluntad del Padre, la
única gran ley de vida cristiana. Contemplemos, pues, el misterio de la
cruz que nos hace semejantes a Él en su muerte (cf. Flp 3, 10) para vivir una conversión profunda y
dejarnos transformar por la acción del Espíritu Santo. Renovemos nuestro camino
de fe, tanto personal como comunitario, esperando gozar la alegría pascual.
+ Rafael, Obispo de Cádiz y Ceuta