ADORACIÓN NOCTURNA ESPAÑOLA , TURNO 3º - MARÍA AUXILIADORA Y SAN JOSÉ - CÁDIZ, EXTRAMUROS
TIEMPO LITÚRGICO
martes, 9 de septiembre de 2025
domingo, 7 de septiembre de 2025
CENTENARIO DE LA
ADORACIÓN NOCTURNA FEMENINA ESPAÑOLA
La Adoración Nocturna Española nace en
Madrid con la primera vigilia, el 4 de Noviembre de 1877, de la mano de Don
Luís de Trelles y Noguerol, hoy en proceso de canonización, y Don Juan de
Montalvo y O’Farril. Próximamente, en el año 2027, D.m., se celebrará el 150
aniversario de la fundación. Damos gracias a Dios.
Como también las damos por el primer
centenario oficial de la fundación de la Adoración Nocturna Femenina Española.
El día 25 de Julio de 1925
nació en Valencia la Adoración Nocturna Femenina, siendo su fundadora Doña
Anita Adrién Mur y su
primer Director Espiritual el Rvdo. Don Manuel Irurita Almandoz. Se
extendió por 37 secciones y el celo de Doña Anita la hizo llegar a otras
diócesis de España.
La fundadora de
ANFE nació en Valencia el 5 de Febrero de 1880 en
el seno de una familia cristiana. Tuvo dos hermanas religiosas y ella, postulante
dominica, no pudo serlo por padecer diabetes. Todos los días
asistía a Misa y al Jubileo. Las tardes las dedicada a obras de apostolado y
caridad.
De un libro de Actas está tomado este
párrafo: “El fuego divino que ardía en su alma quería que se
propagase a otras almas”, y su claro entendimiento, en sus ratos
de intimidad con Jesús, pensó, ideó y planeó el medio de que Jesús Sacramentado
recibiese adoración no sólo durante el día sino en las horas del descanso, del
silencio de la noche. “Velar con Jesús ¡qué dicha más grande! Estar
a los pies del Tabernáculo, en las horas de las tinieblas, cuando el enemigo de
Dios y de las almas no descansa, sino que maquina sus planes diabólicos”.
La inspiración divina la lleva a fundar una
Adoración Nocturna Femenina, para lo que tuvo que luchar contra viento y marea.
Por ser mujer hubo negativas por parte de las autoridades eclesiásticas que no
encontraban prudente que la mujer saliera de casa entrada la noche. Ella no
desmayó, rezando e insistiendo, hasta que Dios puso en su
camino a Don Manuel Irurita, canónigo de la Catedral, y el 12 de Mayo de 1925
se erigió la Asociación Archicofradía de la Adoración
Nocturna de Señoras Esclavas del Corazón Eucarístico de Jesús y de María
Dolorosa, de Valencia, siendo su
Director Espiritual el P. Irurita, hasta que fue elevado al Episcopado.
Ella, con el grupo que formó, celebraron la
primera vigilia el 27 de Junio de 1925. Pero Anita, que tenía espíritu
misionero, deseaba que la asociación fuera conocida por otras mujeres. El
Sr. Arzobispo lo ratificó y celebró una vigilia solemne en la Catedral el 25 de
Julio del mismo año. Durante la homilía dijo a las adoradoras:
“Sed
eucarísticamente piadosas y piadosamente eucarísticas”.
Fundó turnos los primeros viernes y
sábados de mes. Ensayaba los cantos para la vigilia. A las jóvenes les dejaba
el primer turno para que los padres permitiesen su asistencia. Implantó
personalmente 37 secciones en Valencia. Comenzó a escribir cartas a
otras diócesis desde el 3 de Febrero de 1932, fundando secciones:
en Orense (19 de Marzo de 1927), Pamplona y Murcia (7 de Diciembre de 1933),
Salamanca (31 de Diciembre de 1937). Posteriormente en Guipúzcoa, Vizcaya,
Villanueva de la Serena y Don Benito (Badajoz). También en Cervera y Lérida.
Tuvo la alegría de asistir personalmente a algunas de ellas. Poco a poco llegó
la Adoración Nocturna a Ibiza, Mallorca, Mahón y Seo de Urgel. También a
Barcelona y Balaguer. En Aragón habló con el Sr. Arzobispo para lo mismo.
Dado que ya estaba extendida la asociación
por bastantes diócesis, en 1933 solicitó del Obispo Auxiliar,
Doctoral de Valencia y Director del Seminario, Don
Javier Lauzurica, que fuese el Director Nacional de la Adoración.
En carta a su amiga Teresa Taberner le
explica cómo organizar y fundar secciones. Primero solicitar al Prelado de la
diócesis su autorización; segundo, lista de adoradoras activas y honorarias;
tercero, comunicar al Consejo Directivo de Valencia la fecha de inauguración. Y
contar con la bandera.
Anita sabía bien que la Eucaristía no
puede existir sin los sacerdotes y, con rifas y loterías, ayudaba a los
seminaristas necesitados. Durante la guerra civil los milicianos preguntaban ¿dónde
está esa Anita que paga la carrera a los curas? El acoso fue tal que tuvo
que trasladarse a veinticinco casas diferentes. En una ocasión huyó disfrazada
de pordiosera. En otra no pudo salir de la casa donde se escondía: registraron
todas las habitaciones menos donde ella estaba. Durante esos años, para poder
comulgar, se valía de adoradoras que le llevaban al Señor.
Tras la guerra, el 24 de
Junio de 1939, se reanuda la Adoración y tuvo que fusionar turnos
de las primeras adoradoras, reconstruir los centros, entre ellos su propio
domicilio con la sede, donde destinó un espacioso salón para la Capilla. Ella y
sus íntimas colaboradoras donaron sus joyas y monedas para una Custodia.
Más de trescientas adoradoras de Valencia, más otras de diversas diócesis, asistieron en peregrinación al Pilar, en 1940, con motivo del XIX centenario de la venida de la Santísima Virgen en carne mortal a Zaragoza en acción de gracias por el fin de la guerra.
El 3 de Agosto de 1941, a
los 61 años, el Señor la llamó a su lado. Falleció santamente
en su casa, recibiendo los sacramentos. A su entierro asistieron el Sr.
Arzobispo, muchos sacerdotes y las adoradoras de la diócesis. Sus restos
descansan en el cementerio de Valencia.
Hasta aquí su historia, que llega hasta
nuestros días, estando presente la Asociación en casi todas las diócesis
españolas, a pesar de todos los avatares que está sufriendo nuestra santa
Madre, la Iglesia. Y nos ha parecido oportuno aprovechar esta efemérides para
dar a conocer un poco a la mujer, de la que Dios se valió, para acercar a
tantas mujeres a la adoración eucarística, en una época en que no se podía
salir sola de casa y, menos, de noche.
“Oración
de Acción de Gracias por el Centenario”
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu
Santo: inmersas en esta historia de Salvación, queremos dar gracias por
nuestros 100 años como ANFE, donde, en cada vigilia, hemos sentido nuestra
misión en la Iglesia.
Hemos querido responder -con nuestras
débiles fuerzas- a este gran derroche de ternura que es nuestra historia
compartida: ¡Dios con nosotros y nosotros con Él!
Representantes de un mundo que ora y
trabaja, queremos prolongar -en horas de la noche- que la historia sigue siendo
tiempo de salvación que, nuestras noches de la vida, “tendrán siempre un
amanecer” una luz, una misma Presencia de Pascua.
Ante el Sacramento del Amor y la Unidad
ponemos voz y rostro a tantas noches de tantas historias que conforman nuestros
signos de los tiempos y, como nuestra Madre Santa María, señalar que el camino
sólo es uno: “Haced lo que Él os diga”, y sólo en Ti poner nuestra esperanza.
Ayúdanos a ser fieles a la misión
recibida, bendice nuestros esfuerzos, multiplica nuestros trabajos,
santifícanos con tu presencia para que, en todo momento, sepamos cantarte y
alabarte, Amor de los amores, y proclamar con nuestra vida: ¡Dios
está aquí!
María Teresa Díaz Gallego -Vicepresidenta Consejo Diocesano de Sevilla.
sábado, 6 de septiembre de 2025
SETPBRE : DIOS DE MI CORAZÓN
Alabado sea el Santísimo
Sacramento del Altar
LA ADORACIÓN NOCTURNA MOMENTO PARA CULTIVAR LA INTIMIDAD CON DIOS
En muchas de nuestras parroquias, iglesias y
ermitas hay imágenes del Sagrado Corazón de Jesús. A veces, también en nuestras
casas se han transmitido, quizá de generación en generación. Si nos fijamos en
la calle o en nuestras plazas, muchas estatuas de piedra o en las fachadas se
ven imágenes de Jesús señalándonos su corazón. Las hay más grandes y más
pequeñas, las hay más bellas, las hay más feuchas…
El Papa Francisco, en “Dilexit
Nos”, nos anima a que no nos detengamos
tanto en la calidad artística sino en el profundo significado
espiritual que transmiten y de paso nos dice algo precioso sobre la
Eucaristía: “Alguna de esas imágenes podrá parecernos poco atractiva y no
movernos demasiado al amor y a la oración. Eso es secundario, ya que la imagen
no es más que una figura motivadora, y, como dirían los orientales, no hay que
quedarse en el dedo que indica la luna. Mientras la Eucaristía es
presencia real que se adora, en este caso se trata sólo de una imagen
que, aunque esté bendecida, nos invita a ir más allá de ella,
nos orienta a elevar nuestro propio corazón al de Cristo vivo y unirlo a él. La
imagen venerada convoca, señala, transporta, para que dediquemos un tiempo al
encuentro con Cristo y a su adoración, como nos parezca mejor imaginarlo. De
este modo, mirando la imagen nos situamos frente a Cristo, y ante él «el amor
se detiene, contempla el misterio, lo disfruta en silencio» (Dilexit
Nos 57)
Las imágenes del Sagrado
Corazón nos invitan a ir más allá, a
representarnos interiormente a Jesús y elevar nuestro corazón al
suyo. Pero en la Eucaristía pasa algo distinto.
Allí no hay un “signo”, una “imagen”, ahí está la presencia real
del corazón de Jesús. Aunque no la vemos con los ojos, la fe nos
ayuda a saber que Jesús está allí. Siguiendo la comparación del Papa, la
Eucaristía es la “luna”, no el “dedo” que la indica. No tenemos que superar o
sobrepasar la Eucaristía, sino quedarnos allí con ella. Adorarla y celebrarla
para dejarnos transformar por el Corazón de Cristo no sólo “evocado” sino
verdaderamente “presente”.
Estar una noche adorando la
Eucaristía es también estar junto al Dios de mi corazón.
Aquel que más yo amo, aquello que es más importante para mí. No a través de
imágenes o recuerdos, no “virtualmente” u “online”. Cuando queremos a alguien
de veras, cuando le llevamos en el Corazón queremos estar con Él,
presencialmente, personalmente. Las imágenes, los recuerdos son bonitos, pero
sirven para quien está lejos o separado. Para estar con Jesús no hay mejor
manera que adorarle en el Sacramento del Altar. D. Luis de Trelles, fundador
de la Adoración Nocturna se dirigía así con un cariño precioso a su Dios: “ Dios
de mi corazón y mi Señor Jesucristo; aunque
estéis disfrazado y encubierto en los velos sacramentales, yo pecador, os
descubro con la luz de la fe que me inspiráis, en el Santísimo Sacramento del
Altar… quisiera amaros con aquella pureza de intención con que
os adoran los Ángeles, pero percibo mi pobreza espiritual y mi incapacidad de
ofreceros nada digno de Vos. Ya que nada mejor puedo hacer, os
ofrezco mis humildes votos y tibios deseos, reunidos a los que manan del divino
Corazón de Jesús en la santa Eucaristía; y os presento los
sentimientos y latidos de ese horno de caridad por
mis pecados y los del mundo, y para sufragio de las benditas almas del
purgatorio: esperando que admitáis esta ofrenda, pobre
en cuanto mía y grande por lo que de ella es vuestro, para otorgarme la gracia
de no pecar más y luego la dicha de veros eternamente en la gloria. (LS
3, 1872, p.316)
Hoy no hay preguntas de reflexión. Hoy repítele la oración al Dios de tu corazón, y pídele a Luis de Trelles hacerlo con su mismo fervor. Luego busca una imagen del Corazón de Jesús, mira la Eucaristía y dile. “Aquí te veo, pero no estás, allí estás aunque no te vea”.
viernes, 15 de agosto de 2025
LA VIRGEN MARÍA FUE ASUNTA AL CIELO, EN CUERPO Y ALMA
Assumpta est María in Caelum
…y se extendió
por toda la Tierra, como un perfume, la Devoción a Nuestra Señora, que era una
quintaesencia de su presencia en la Tierra…
El dogma de la Asunción de Nuestra Señora
fue ardientemente deseado por las almas católicas del mundo entero, porque es
una afirmación más a respecto de la Madre de Dios que la coloca completamente
fuera de paralelo con cualquier otra mera criatura y justifica el culto de
hiperdulía que la Iglesia le tributa.
Nuestra
Señora tuvo una muerte suavísima, tan suave que es calificada por los autores,
con una propiedad de lenguaje muy bonita, la “Dormición de la Bienaventurada
Virgen María” (Dormitio Beatae Mariae
Virgine), indicando que Ella tuvo una muerte
tan suave, tan próxima de la resurrección que, a pesar de constituir verdadera
muerte, entretanto es más parecida con un simple sueño. Nuestra Señora después de la muerte resucitó como Nuestro Señor Jesucristo, fue llamada a la vida por Dios y subió a los Cielos en
presencia de todos los Apóstoles allí reunidos, y de muchos fieles.
Esa
Asunción representa para la Virgen santísima una verdadera glorificación a los
ojos de los hombres y de toda la humanidad hasta el fin del mundo, bien como
anticipación de la glorificación que Ella debería recibir en el Cielo.
La Iglesia Triunfante entera va a recibirla con todos
los coros de ángeles; Nuestro Señor Jesucristo la acoge; San José asiste a la
escena; después Ella es coronada por la Santísima Trinidad. Es la glorificación de Nuestra Señora a los ojos de
toda la Iglesia triunfante y a los ojos de toda la Iglesia militante.
Con certeza en ese día, la Iglesia purgante también
recibió una efusión de gracias extraordinarias. Y no es temerario pensar que casi todas las almas que
estaban en el Purgatorio fueron entonces liberadas por Nuestra Señora en ese
día, de manera que allí hubo igualmente una alegría enorme. Así podemos
imaginar como fue la gloria de nuestra Reina.
Algo de eso
se repetirá – creo – cuando fuere instaurado el Reino de María, cuando viéremos
el mundo todo transformado y la gloria de Nuestra Señora brillar sobre la
Tierra.
(Profesor Plinio Correa de Oliveira
el 14 de Agosto de 1965)
LA DEFINICIÓN
DOGMATICA
Asunción significa que María fue
llevada en cuerpo y alma al cielo por el
poder de Dios, a diferencia de
la Ascensión del Señor que lo hizo por su propio poder. El Papa Pío XII,
en la Bula “Munificentissimus Deus”, del 1 de noviembre de 1950, proclamó
solemnemente el dogma de la Asunción de María con estas palabras:
"Pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente
revelado que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el
curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste" (Dz. 2333).
EXPLICACION DEL CONTENIDO DEL DOGMA
De la
definición pontificia conviene destacar dos aspectos importantes:
1.-Que la Asunción
de María ocurre inmediatamente después del término de su vida mortal y,
2.-Se hace
hincapié en la glorificación de su cuerpo más que en la glorificación de su alma, como se explicará a continuación.
-Cumplido el Curso de su vida terrena:
La Asunción de María, ocurre
inmediatamente después del término de su vida inmortal, así pues, para entender
correctamente esta frase hay que considerar las siguientes cuestiones:
a) el significado de la fórmula: La fórmula
significa que la Asunción de
María no hay que aplazarla hasta el final de los tiempos, como sucederá con todos los hombres, sino como hecho
que ya ocurrió; y, además que el cuerpo santísimo de la Virgen no sufrió descomposición alguna, como ocurre con los cadáveres.
b) la intención del Papa al usar dicha fórmula y no
otra: El Papa quiso
prescindir de la cuestión de la muerte de María en la fórmula definitoria, y por ello la expresión
utilizada es igualmente válida, tanto si se entiende que la Virgen murió al
final de su vida terrena, cuanto si se piensa en la glorificación del cuerpo
mediante la donación de la inmortalidad gloriosa sin pasar por la muerte.
c) las posibles conclusiones: En la Bula
aparece repetidas veces el tema de la muerte de María, pero ello (estudiado
bien el texto), no favorece ni niega la postura contraria. Hay que decir, en
resumen, que aún no se ha llegado a una solución definitiva sobre este punto.
-La glorificación celeste del cuerpo de Santa María:
Este es el
elemento esencial del dogma de la Asunción. Enseña que la Virgen, al término de su vida en este mundo, fue llevada al cielo en cuerpo y alma, con todas las
cualidades y dotes propias del alma de los bienaventurados e igualmente con todas las cualidades de los cuerpos gloriosos. Se trata, pues, de la glorificación de María, en su
alma y en su cuerpo, tanto si la incorruptibilidad y la inmortalidad le
hubieren sobrevenido sin una muerte previa como si le hubiesen sobrevenido
después de la muerte mediante la resurrección.
Una vez visto el contenido del dogma, con más fuerza y claridad se
aprecia el hincapié que se hace sobre la glorificación corporal de María (más
que la de su alma), si tenemos en
cuenta lo siguiente:
a) María estuvo exenta de todo pecado: del original y
del actual.
b) Tuvo plenitud de gracia y santidad correspondientes a su condición y dignidad de ser la
Madre de Dios.
c) El premio o castigo del alma (para todos los hombres) es inmediato a la muerte. Por consiguiente, resulta sencillo entender que el premio del alma de María (por su excelsa santidad) estaba ya decidido, esto es, su glorificación; por ello, resultaría superflua la definición si no tratara sobre todo de la glorificación inmediata del cuerpo, que es en lo que consiste el privilegio de la Asunción.
martes, 5 de agosto de 2025
lunes, 21 de julio de 2025
10 CONSEJOS DE SAN BENITO PARA MEJORAR LA VIDA DIARIA
Quizás hayan
pasado 1500 años de su muerte, pero sus ideas tienen una validez eterna…
ESCUCHAR
(ESCUCHA, HIJO…)
Así empieza la Regla. Para escuchar,
primero debemos mantener silencio. Lo cierto es que, para un monje benedictino,
hablar sin necesidad, sin decir nada de valor, era algo que se castigaba. La
mayoría de nosotros no estamos ceñidos a semejante nivel de rigor, pero, en
efecto, el silencio nos permite
reflexionar sobre nosotros mismos y ser más atentos a los demás, nos ayuda a ser más pacíficos y nos pone en presencia de Dios.
EL TRABAJO NOS AYUDA A CONSERVAR LA MENTE SANA
“La ociosidad es
la enemiga del alma”, escribe Benito,
que mandaba a sus monjes dividir su tiempo entre el trabajo, la lectura y la
oración, de forma tal que desarrollaran un equilibrio entre cuerpo, mente y
alma.
TRANSFORMAR TODA TAREAS EN ORACIÓN
Para san Benito,
toda tarea participa de la obra creadora de Dios y del sufrimiento de Cristo. El trabajo debería considerarse como un servicio al
prójimo y una forma de oración.
NUESTROS DÍAS DEBERÍAN SEGUIR UN RITMO
En un monasterio,
la Regla impone un tiempo para todo:
para rezar, trabajar, leer, meditar… Estos antiguos
principios se siguen enseñando, en esencia, como parte de las habilidades de
gestión del tiempo en escuelas de negocios y en libros de autoayuda,
animándonos a establecer ciertos tiempos de inicio y de finalización para cada
tarea.
SER ATENTOS CON LOS DEMÁS
Para San Benito,
el respeto debe caracterizar todas nuestras relaciones con las personas.
“Recíbanse a todos los huéspedes que llegan como a Cristo”, dice san Benito en
la Regla, en especial “al recibir a pobres y peregrinos”. Si todos somos atentos y considerados con el prójimo —incluso con nuestros enemigos—, contribuiremos a construir un mundo que refleje el
amor de Dios.
PRACTICAR LA DISCIPLINA
El santo abad decía a sus monjes que
pusieran fin de forma puntual a cualquier cosa que estuvieran haciendo cuando
llegara el momento de pasar a otra tarea, por difícil que fuera hacer el
cambio, en obediencia a la voluntad de Dios. Quizás no tengamos a un abad que
nos dicte cuál es nuestro horario, pero forzarnos a nosotros mismos a seguir un programa bien diseñado nos libera realmente
de la esclavitud de nuestros impulsos.
LEER A MENUDO PARA NUTRIR MENTE Y ALMA
San Benito hacía que sus monjes dedicaran
una parte importante del día a leer la Escritura
u otros libros edificantes, entre periodos de trabajo, oración y la cena. Leer buenos libros puede darnos ideas frescas,
hacernos más empáticos, ensanchar nuestra mente y enseñarnos sabiduría del
pasado y del presente.
ENTENDER Y RESPETAR NUESTRAS PROPIAS PRIORIDADES
Para los monjes,
la mayor prioridad es buscar a Dios, en especial en la oración. La Regla entera
se organiza en torno a este principio. San Benito repite una y otra vez, con
fórmulas que varían ligeramente: “Nada absolutamente antepongan a Cristo”. Tenemos que saber cuáles son nuestras prioridades y
respetarlas en la manera en
que empleamos nuestro tiempo.
HACER LAS PACES CON LOS DEMÁS
En diversos modos y circunstancias, San
Benito insta a sus monjes a disculparse siempre que pudieran haber ofendido a
otro. Les recuerda el requerimiento de la Sagrada Escritura: “Busca la paz y síguela” y el bien de
“reconciliarse antes de la puesta del sol con quien se haya tenido alguna discordia”. Esto nos ayuda a crecer en
bondad, además de a contribuir a la estabilidad de la comunidad.
VIVIR CADA DÍA COMO SI FUERA EL ÚLTIMO
El santo abad
decía a sus monjes que debían “tener la muerte presente ante los ojos cada
día”. Esto nos ayuda a recordar
nuestras prioridades y centrarnos en lo esencial.
Quizás no seamos monjes, pero los monjes sí son personas como el resto de nosotros y la naturaleza humana no cambia. El entendimiento que tenía San Benito de la humanidad continúa siendo valioso hoy día. Confiamos en que estos consejos nos iluminen o nos recuerden algunas formas que tenemos para ser más felices y mejores personas, con la ayuda de Dios.
martes, 15 de julio de 2025
JULIO :
ADORAR Y AGRADECER
Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar
¡GRACIAS A DIOS!
Es una de las primeras palabras
que enseñamos a los niños: GRACIAS.
Porque de pequeños todo lo recibimos gratis, por amor, sin méritos previos.
Pues no lo olvidemos, ante Dios nunca dejamos de ser niños, todo lo
que nos concede lo recibimos gratis, por eso
tenemos que darle gracias. Una y otra vez. La gente agradecida es muy
agradable, porque sabes que cualquier servicio que le hagas va a ser apreciado
y valorado ¡Seamos también nosotros agradecidos con Dios! En
nuestras velas nocturnas, hemos de dedicar un tiempo oportuno para la acción de
gracias a través de la Eucaristía. Así nos lo explicaba
nuestro fundador: “La Creación es un beneficio inexplicable a no ser por el
amor: la Conservación, la Redención, la Gracia Divina, los
Sacramentos, son otros tantos beneficios derivados de
la bondad de Dios. ¿Cómo recompensarlos?
Imposible. ¿Cómo agradecerlos? Imposible también;
porque todos aquellos dones supremos tienen un valor infinito que no admite, en
lo humano, equivalencia ni precio. Pues bien, el Señor, que
es rico en misericordia, nos otorgó este favor también de darnos
un medio sobre excelente de agradecer, ofreciéndonos en la sagrada Hostia una
acción de gracias, no sólo adecuada, sino perfectamente digna
de aquellas mercedes, así como del generoso Autor de ellas y de infinito
aprovechamiento además para los mismos que han recibido los beneficios”. (L.S.
T. V, 1874, págs.121-123)
El que es agradecido
ensancha su corazón y se hace capaz de recibir nuevos dones.
Nosotros hemos recibido inmensos beneficios de la generosidad de Dios: la vida,
la fe, el bautismo, la presencia eucarística… Nuestro corazón no llega a
abarcar la inmensidad de tanto bien…, por eso necesitamos el Corazón de Cristo
en la Eucaristía para agradecer, como se merece, tanto don. Por
eso nos unimos a Jesús que más de una vez dijo “Te doy gracias, Padre”.
Los miembros del cuerpo místico de Cristo nos
unimos a la oración de Jesús en la noche. Dar gracias es lo propio de la
oración de la Iglesia y lo hace siempre en cada Eucaristía. Y
cuanto más lo hace, más se manifiesta lo que somos, es decir, obra de la gracia
de Dios. Gracias a Él hemos sido liberados, gracias a Él somos renovados.
¡Gracias por tus gracias, Gracia Eterna! (Cf. CEC 2637)
Cualquier momento es bueno
para dar gracias, porque estamos continuamente recibiendo.
Todo lo cotidiano, todo lo que acontece, todo lo que tenemos, incluso lo que no
tenemos o nos hiere… Todo es susceptible de formar parte de nuestra acción de
gracias. Así nos lo enseña San Pablo: “En
todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de
vosotros” (1 Ts 5, 18). En
nuestra vigilia mensual hemos de recoger, por tanto, todo lo ocurrido y
recibido durante el mes anterior y presentarlo ante el Señor. Jesús quiere que
le agradezcamos; así nos lo enseña en el Evangelio: “De camino a Jerusalén, Jesús pasaba por los
confines entre Samaría y Galilea, y al entrar en un pueblo, le salieron al
encuentro diez leprosos. Se detuvieron a cierta distancia y gritaban: «Jesús,
Maestro, ten compasión de nosotros.» Jesús les dijo: «Id y presentaos a los
sacerdotes.» Mientras iban quedaron sanos. Uno de ellos, al verse sano, volvió
de inmediato alabando a Dios en alta voz, y se echó a los pies de Jesús con el
rostro en tierra, dándole las gracias. Era un samaritano. Jesús entonces
preguntó: «¿No han sido sanados los diez? ¿Dónde están los
otros nueve? ¿Así que ninguno volvió a glorificar a Dios fuera de este
extranjero?» Y Jesús le dijo: «Levántate
y vete; tu fe te ha salvado» (Lc, 17, 11-19).
Danos Señor un corazón agradecido, que,
como el leproso, sepamos volver a ti después de tu don. Que
no te ofendamos por el desagradecimiento. Que en esta noche caigamos a tus pies
alabándote y dando gracias por tantas lepras como nos has quitado.
Velar
en oración, en adoración y en acción de gracias. Es uno de los consejos que nos
da San
Pablo: “Sed perseverantes en la oración, velando en
ella con acción de gracias” (Col 4, 2).
En nuestro mundo, muchas veces
desagradecido para con nuestro Dios, tenemos la misión de dar gracias, en lo
que hemos recibido personalmente, pero también en dar gracias por lo que
reciben otros. En algún idioma, gracias se dice reconocer. Porque hay que caer
en la cuenta, del bien recibido y del amor con el que se da el don. Pero
que este espíritu agradecido no se quede sólo entre las paredes de la Iglesia,
sino que lo convirtamos en jaculatoria cotidiana, en condimento de nuestra
conversación interior, que se nos agudice la mirada para saber ver la mano de
Dios en todas las cosas, como nos enseña San Josemaría:
“Acostúmbrate a elevar tu corazón a Dios, en acción de gracias, muchas veces al
día. Porque te da esto y lo otro. Porque te han despreciado. Porque no tienes
lo que necesitas o porque lo tienes. Porque hizo tan hermosa a su Madre, que es
también Madre tuya. Porque creó el Sol y la Luna y aquel animal y aquella otra
planta. Porque hizo a aquel hombre elocuente y a ti te hizo premioso… Dale
gracias por todo, porque todo es bueno”.
E incluso en las cosas no
tan buenas que han ocurrido en nuestra vida, que Dios ha
permitido porque sabe sacar de los pozos más oscuros el agua viva de su gracia.
Es impresionante el testamento de Santa Bernardita en
este sentido: Por la pobreza en la que vivieron papá y
mamá, por los fracasos que tuvimos, porque se arruinó el molino, por haber
tenido que cuidar niños, vigilar huertos frutales y ovejas; y por mi constante
cansancio... te doy gracias, Jesús. Te
doy las gracias, Dios mío, por el fiscal y por el comisario, por los gendarmes
y por las duras palabras del padre Peyremale... No
sabré cómo agradecerte, si no es en el paraíso, por
los días en que viniste, María, y también por aquellos en los que no viniste.
Por la bofetada recibida, y por las burlas y ofensas sufridas; por aquellos que
me tenían por loca, y por aquellos que veían en mí a una impostora; por alguien
que trataba de hacer un negocio..., te doy las gracias, Madre. Por
la ortografía que jamás aprendí, por la mala memoria que siempre tuve, por mi
ignorancia y por mi estupidez, te doy las gracias. Te doy las gracias porque,
si hubiese existido en la tierra un niño más ignorante y estúpido, tú lo
hubieses elegido (...) Y por el alma que me diste, por el
desierto de mi sequedad interior, por tus noches y por tus
relámpagos, por tus rayos... por todo. Por ti mismo, cuando
estuviste presente y cuando faltaste... te doy las gracias, Jesús.
Para el diálogo y la meditación.
■ ¿Cuántas veces usas esta bella expresión
¡gracias a Dios!?
■ ¿Te gusta que te reconozcan y agradezcan los favores que haces?
■ ¿Cómo mostrarnos más agradecidos para con
Dios?