TIEMPO LITÚRGICO

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domingo, 7 de septiembre de 2025

CENTENARIO DE LA ADORACIÓN NOCTURNA FEMENINA ESPAÑOLA



   La Adoración Nocturna Española nace en Madrid con la primera vigilia, el 4 de Noviembre de 1877, de la mano de Don Luís de Trelles y Noguerol, hoy en proceso de canonización, y Don Juan de Montalvo y O’Farril. Próximamente, en el año 2027, D.m., se celebrará el 150 aniversario de la fundación. Damos gracias a Dios.

   Como también las damos por el primer centenario oficial de la fundación de la Adoración Nocturna Femenina Española.

   El día 25 de Julio de 1925 nació en Valencia la Adoración Nocturna Femenina, siendo su fundadora Doña Anita Adrién Mur y su primer Director Espiritual el Rvdo. Don Manuel Irurita Almandoz. Se extendió por 37 secciones y el celo de Doña Anita la hizo llegar a otras diócesis de España.

   

   La fundadora de ANFE nació en Valencia el 5 de Febrero de 1880 en el seno de una familia cristiana. Tuvo dos hermanas religiosas y ella, postulante dominica, no pudo serlo por padecer diabetes. Todos los días asistía a Misa y al Jubileo. Las tardes las dedicada a obras de apostolado y caridad.

  De un libro de Actas está tomado este párrafo: “El fuego divino que ardía en su alma quería que se propagase a otras almas”, y su claro entendimiento, en sus ratos de intimidad con Jesús, pensó, ideó y planeó el medio de que Jesús Sacramentado recibiese adoración no sólo durante el día sino en las horas del descanso, del silencio de la noche. “Velar con Jesús ¡qué dicha más grande! Estar a los pies del Tabernáculo, en las horas de las tinieblas, cuando el enemigo de Dios y de las almas no descansa, sino que maquina sus planes diabólicos”.

  La inspiración divina la lleva a fundar una Adoración Nocturna Femenina, para lo que tuvo que luchar contra viento y marea. Por ser mujer hubo negativas por parte de las autoridades eclesiásticas que no encontraban prudente que la mujer saliera de casa entrada la noche. Ella no desmayó, rezando e insistiendo, hasta que Dios puso en su camino a Don Manuel Irurita, canónigo de la Catedral, y el 12 de Mayo de 1925 se erigió la Asociación Archicofradía de la Adoración Nocturna de Señoras Esclavas del Corazón Eucarístico de Jesús y de María Dolorosa, de Valencia, siendo su Director Espiritual el P. Irurita, hasta que fue elevado al Episcopado.

   Ella, con el grupo que formó, celebraron la primera vigilia el 27 de Junio de 1925. Pero Anita, que tenía espíritu misionero, deseaba que la asociación fuera conocida por otras mujeres. El Sr. Arzobispo lo ratificó y celebró una vigilia solemne en la Catedral el 25 de Julio del mismo año. Durante la homilía dijo a las adoradoras: “Sed eucarísticamente piadosas y piadosamente eucarísticas”.

  Fundó turnos los primeros viernes y sábados de mes. Ensayaba los cantos para la vigilia. A las jóvenes les dejaba el primer turno para que los padres permitiesen su asistencia. Implantó personalmente 37 secciones en Valencia. Comenzó a escribir cartas a otras diócesis desde el 3 de Febrero de 1932, fundando secciones: en Orense (19 de Marzo de 1927), Pamplona y Murcia (7 de Diciembre de 1933), Salamanca (31 de Diciembre de 1937). Posteriormente en Guipúzcoa, Vizcaya, Villanueva de la Serena y Don Benito (Badajoz). También en Cervera y Lérida. Tuvo la alegría de asistir personalmente a algunas de ellas. Poco a poco llegó la Adoración Nocturna a Ibiza, Mallorca, Mahón y Seo de Urgel. También a Barcelona y Balaguer. En Aragón habló con el Sr. Arzobispo para lo mismo.

 Dado que ya estaba extendida la asociación por bastantes diócesis, en 1933 solicitó del Obispo Auxiliar, Doctoral de Valencia y Director del Seminario, Don Javier Lauzurica, que fuese el Director Nacional de la Adoración.

  En carta a su amiga Teresa Taberner le explica cómo organizar y fundar secciones. Primero solicitar al Prelado de la diócesis su autorización; segundo, lista de adoradoras activas y honorarias; tercero, comunicar al Consejo Directivo de Valencia la fecha de inauguración. Y contar con la bandera.

  Anita sabía bien que la Eucaristía no puede existir sin los sacerdotes y, con rifas y loterías, ayudaba a los seminaristas necesitados. Durante la guerra civil los milicianos preguntaban ¿dónde está esa Anita que paga la carrera a los curas? El acoso fue tal que tuvo que trasladarse a veinticinco casas diferentes. En una ocasión huyó disfrazada de pordiosera. En otra no pudo salir de la casa donde se escondía: registraron todas las habitaciones menos donde ella estaba. Durante esos años, para poder comulgar, se valía de adoradoras que le llevaban al Señor.

  Tras la guerra, el 24 de Junio de 1939, se reanuda la Adoración y tuvo que fusionar turnos de las primeras adoradoras, reconstruir los centros, entre ellos su propio domicilio con la sede, donde destinó un espacioso salón para la Capilla. Ella y sus íntimas colaboradoras donaron sus joyas y monedas para una Custodia.

  Más de trescientas adoradoras de Valencia, más otras de diversas diócesis, asistieron en peregrinación al Pilar, en 1940, con motivo del XIX centenario de la venida de la Santísima Virgen en carne mortal a Zaragoza en acción de gracias por el fin de la guerra.

   El 3 de Agosto de 1941, a los 61 años, el Señor la llamó a su lado. Falleció santamente en su casa, recibiendo los sacramentos. A su entierro asistieron el Sr. Arzobispo, muchos sacerdotes y las adoradoras de la diócesis. Sus restos descansan en el cementerio de Valencia.

 Hasta aquí su historia, que llega hasta nuestros días, estando presente la Asociación en casi todas las diócesis españolas, a pesar de todos los avatares que está sufriendo nuestra santa Madre, la Iglesia. Y nos ha parecido oportuno aprovechar esta efemérides para dar a conocer un poco a la mujer, de la que Dios se valió, para acercar a tantas mujeres a la adoración eucarística, en una época en que no se podía salir sola de casa y, menos, de noche.

“Oración de Acción de Gracias por el Centenario”

   Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo: inmersas en esta historia de Salvación, queremos dar gracias por nuestros 100 años como ANFE, donde, en cada vigilia, hemos sentido nuestra misión en la Iglesia.

   Hemos querido responder -con nuestras débiles fuerzas- a este gran derroche de ternura que es nuestra historia compartida: ¡Dios con nosotros y nosotros con Él!

   Representantes de un mundo que ora y trabaja, queremos prolongar -en horas de la noche- que la historia sigue siendo tiempo de salvación que, nuestras noches de la vida, “tendrán siempre un amanecer” una luz, una misma Presencia de Pascua.

   Ante el Sacramento del Amor y la Unidad ponemos voz y rostro a tantas noches de tantas historias que conforman nuestros signos de los tiempos y, como nuestra Madre Santa María, señalar que el camino sólo es uno: “Haced lo que Él os diga”, y sólo en Ti poner nuestra esperanza.

  Ayúdanos a ser fieles a la misión recibida, bendice nuestros esfuerzos, multiplica nuestros trabajos, santifícanos con tu presencia para que, en todo momento, sepamos cantarte y alabarte, Amor de los amores, y proclamar con nuestra vida: ¡Dios está aquí!

María Teresa Díaz Gallego -Vicepresidenta Consejo Diocesano de Sevilla. 

Boletín Diocesano ANE-ANFE Sevilla Julio-Agosto 2025 

sábado, 6 de septiembre de 2025

 

SETPBRE DIOS DE MI CORAZÓN

Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar

LA ADORACIÓN NOCTURNA MOMENTO PARA CULTIVAR LA INTIMIDAD CON DIOS

 

   En muchas de nuestras parroquias, iglesias y ermitas hay imágenes del Sagrado Corazón de Jesús. A veces, también en nuestras casas se han transmitido, quizá de generación en generación. Si nos fijamos en la calle o en nuestras plazas, muchas estatuas de piedra o en las fachadas se ven imágenes de Jesús señalándonos su corazón. Las hay más grandes y más pequeñas, las hay más bellas, las hay más feuchas…

   El Papa Francisco, en “Dilexit Nos”, nos anima a que no nos detengamos tanto en la calidad artística sino en el profundo significado espiritual que transmiten y de paso nos dice algo precioso sobre la Eucaristía: “Alguna de esas imágenes podrá parecernos poco atractiva y no movernos demasiado al amor y a la oración. Eso es secundario, ya que la imagen no es más que una figura motivadora, y, como dirían los orientales, no hay que quedarse en el dedo que indica la luna. Mientras la Eucaristía es presencia real que se adora, en este caso se trata sólo de una imagen que, aunque esté bendecida, nos invita a ir más allá de ella, nos orienta a elevar nuestro propio corazón al de Cristo vivo y unirlo a él. La imagen venerada convoca, señala, transporta, para que dediquemos un tiempo al encuentro con Cristo y a su adoración, como nos parezca mejor imaginarlo. De este modo, mirando la imagen nos situamos frente a Cristo, y ante él «el amor se detiene, contempla el misterio, lo disfruta en silencio» (Dilexit Nos 57)

   Las imágenes del Sagrado Corazón nos invitan a ir más allá, a representarnos interiormente a Jesús y elevar nuestro corazón al suyo. Pero en la Eucaristía pasa algo distinto. Allí no hay un “signo”, una “imagen”, ahí está la presencia real del corazón de Jesús. Aunque no la vemos con los ojos, la fe nos ayuda a saber que Jesús está allí. Siguiendo la comparación del Papa, la Eucaristía es la “luna”, no el “dedo” que la indica. No tenemos que superar o sobrepasar la Eucaristía, sino quedarnos allí con ella. Adorarla y celebrarla para dejarnos transformar por el Corazón de Cristo no sólo “evocado” sino verdaderamente “presente”.

   Estar una noche adorando la Eucaristía es también estar junto al Dios de mi corazón. Aquel que más yo amo, aquello que es más importante para mí. No a través de imágenes o recuerdos, no “virtualmente” u “online”. Cuando queremos a alguien de veras, cuando le llevamos en el Corazón queremos estar con Él, presencialmente, personalmente. Las imágenes, los recuerdos son bonitos, pero sirven para quien está lejos o separado. Para estar con Jesús no hay mejor manera que adorarle en el Sacramento del Altar.  D. Luis de Trelles, fundador de la Adoración Nocturna se dirigía así con un cariño precioso a su Dios: “ Dios de mi corazón y mi Señor Jesucristo; aunque estéis disfrazado y encubierto en los velos sacramentales, yo pecador, os descubro con la luz de la fe que me inspiráis, en el Santísimo Sacramento del Altar… quisiera amaros con aquella pureza de intención con que os adoran los Ángeles, pero percibo mi pobreza espiritual y mi incapacidad de ofreceros nada digno de Vos. Ya que nada mejor puedo hacer, os ofrezco mis humildes votos y tibios deseos, reunidos a los que manan del divino Corazón de Jesús en la santa Eucaristía; y os presento los sentimientos y latidos de ese horno de caridad por mis pecados y los del mundo, y para sufragio de las benditas almas del purgatorio: esperando que admitáis esta ofrenda, pobre en cuanto mía y grande por lo que de ella es vuestro, para otorgarme la gracia de no pecar más y luego la dicha de veros eternamente en la gloria. (LS 3, 1872, p.316)

   Hoy no hay preguntas de reflexión. Hoy repítele la oración al Dios de tu corazón, y pídele a Luis de Trelles hacerlo con su mismo fervor. Luego busca una imagen del Corazón de Jesús, mira la Eucaristía y dile. “Aquí te veo, pero no estás, allí estás aunque no te vea”.

viernes, 15 de agosto de 2025

 LA VIRGEN MARÍA FUE ASUNTA AL CIELO, EN CUERPO Y ALMA

Assumpta est María in Caelum

…y se extendió por toda la Tierra, como un perfume, la Devoción a Nuestra Señora, que era una quintaesencia de su presencia en la Tierra…

   El dogma de la Asunción de Nuestra Señora fue ardientemente deseado por las almas católicas del mundo entero, porque es una afirmación más a respecto de la Madre de Dios que la coloca completamente fuera de paralelo con cualquier otra mera criatura y justifica el culto de hiperdulía que la Iglesia le tributa.

   Nuestra Señora tuvo una muerte suavísima, tan suave que es calificada por los autores, con una propiedad de lenguaje muy bonita, la “Dormición de la Bienaventurada Virgen María” (Dormitio Beatae Mariae Virgine), indicando que Ella tuvo una muerte tan suave, tan próxima de la resurrección que, a pesar de constituir verdadera muerte, entretanto es más parecida con un simple sueño. Nuestra Señora después de la muerte resucitó como Nuestro Señor Jesucristo, fue llamada a la vida por Dios y subió a los Cielos en presencia de todos los Apóstoles allí reunidos, y de muchos fieles.

  Esa Asunción representa para la Virgen santísima una verdadera glorificación a los ojos de los hombres y de toda la humanidad hasta el fin del mundo, bien como anticipación de la glorificación que Ella debería recibir en el Cielo.

   La Iglesia Triunfante entera va a recibirla con todos los coros de ángeles; Nuestro Señor Jesucristo la acoge; San José asiste a la escena; después Ella es coronada por la Santísima Trinidad. Es la glorificación de Nuestra Señora a los ojos de toda la Iglesia triunfante y a los ojos de toda la Iglesia militante.

   Con certeza en ese día, la Iglesia purgante también recibió una efusión de gracias extraordinarias. Y no es temerario pensar que casi todas las almas que estaban en el Purgatorio fueron entonces liberadas por Nuestra Señora en ese día, de manera que allí hubo igualmente una alegría enorme. Así podemos imaginar como fue la gloria de nuestra Reina.

   Algo de eso se repetirá – creo – cuando fuere instaurado el Reino de María, cuando viéremos el mundo todo transformado y la gloria de Nuestra Señora brillar sobre la Tierra.

                               (Profesor Plinio Correa de Oliveira el 14 de Agosto de 1965)

LA DEFINICIÓN DOGMATICA

   Asunción significa que María fue llevada en cuerpo y alma al cielo por el poder de Dios, a diferencia de la Ascensión del Señor que lo hizo por su propio poder. El Papa Pío XII, en la Bula “Munificentissimus Deus”, del 1 de noviembre de 1950, proclamó solemnemente el dogma de la Asunción de María con estas palabras:     

  "Pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste" (Dz. 2333).

EXPLICACION DEL CONTENIDO DEL DOGMA

     De la definición pontificia conviene destacar dos aspectos importantes:

1.-Que la Asunción de María ocurre inmediatamente después del término de su vida mortal y,

2.-Se hace hincapié en la glorificación de su cuerpo más que en la glorificación de su alma, como se explicará a continuación.
     -Cumplido el Curso de su vida terrena:

  La Asunción de María, ocurre inmediatamente después del término de su vida inmortal, así pues, para entender correctamente esta frase hay que considerar las siguientes cuestiones:

a) el significado de la fórmula:  La fórmula significa que la Asunción de María no hay que aplazarla hasta el final de los tiempos, como sucederá con todos los hombres, sino como hecho que ya ocurrió; y, además que el cuerpo santísimo de la Virgen no sufrió descomposición alguna, como ocurre con los cadáveres.

b) la intención del Papa al usar dicha fórmula y no otra:  El Papa quiso prescindir de la cuestión de la muerte de María en la fórmula definitoria, y por ello la expresión utilizada es igualmente válida, tanto si se entiende que la Virgen murió al final de su vida terrena, cuanto si se piensa en la glorificación del cuerpo mediante la donación de la inmortalidad gloriosa sin pasar por la muerte.

c) las posibles conclusiones: En la Bula aparece repetidas veces el tema de la muerte de María, pero ello (estudiado bien el texto), no favorece ni niega la postura contraria. Hay que decir, en resumen, que aún no se ha llegado a una solución definitiva sobre este punto.
     -La glorificación celeste del cuerpo de Santa María:

   Este es el elemento esencial del dogma de la Asunción. Enseña que la Virgen, al término de su vida en este mundo, fue llevada al cielo en cuerpo y alma, con todas las cualidades y dotes propias del alma de los bienaventurados e igualmente con todas las cualidades de los cuerpos gloriosos. Se trata, pues, de la glorificación de María, en su alma y en su cuerpo, tanto si la incorruptibilidad y la inmortalidad le hubieren sobrevenido sin una muerte previa como si le hubiesen sobrevenido después de la muerte mediante la resurrección.

   Una vez visto el contenido del dogma, con más fuerza y claridad se aprecia el hincapié que se hace sobre la glorificación corporal de María (más que la de su alma), si tenemos en cuenta lo siguiente:

a) María estuvo exenta de todo pecado: del original y del actual.

b) Tuvo plenitud de gracia y santidad correspondientes a su condición y dignidad de ser la Madre de Dios.

c) El premio o castigo del alma (para todos los hombres) es inmediato a la muerte.  Por consiguiente, resulta sencillo entender que el premio del alma de María (por su excelsa santidad) estaba ya decidido, esto es, su glorificación; por ello, resultaría superflua la definición si no tratara sobre todo de la glorificación inmediata del cuerpo, que es en lo que consiste el privilegio de la Asunción.

lunes, 21 de julio de 2025

10 CONSEJOS DE SAN BENITO PARA MEJORAR LA VIDA DIARIA


     Quizás hayan pasado 1500 años de su muerte, pero sus ideas tienen una validez eterna…

ESCUCHAR  (ESCUCHA, HIJO…)

  Así empieza la Regla. Para escuchar, primero debemos mantener silencio. Lo cierto es que, para un monje benedictino, hablar sin necesidad, sin decir nada de valor, era algo que se castigaba. La mayoría de nosotros no estamos ceñidos a semejante nivel de rigor, pero, en efecto, el silencio nos permite reflexionar sobre nosotros mismos y ser más atentos a los demás, nos ayuda a ser más pacíficos y nos pone en presencia de Dios.

EL TRABAJO NOS AYUDA A CONSERVAR LA MENTE SANA

  “La ociosidad es la enemiga del alma”, escribe Benito, que mandaba a sus monjes dividir su tiempo entre el trabajo, la lectura y la oración, de forma tal que desarrollaran un equilibrio entre cuerpo, mente y alma.

TRANSFORMAR TODA TAREAS EN ORACIÓN

  Para san Benito, toda tarea participa de la obra creadora de Dios y del sufrimiento de Cristo. El trabajo debería considerarse como un servicio al prójimo y una forma de oración.

NUESTROS DÍAS DEBERÍAN SEGUIR UN RITMO

  En un monasterio, la Regla impone un tiempo para todo: para rezar, trabajar, leer, meditar… Estos antiguos principios se siguen enseñando, en esencia, como parte de las habilidades de gestión del tiempo en escuelas de negocios y en libros de autoayuda, animándonos a establecer ciertos tiempos de inicio y de finalización para cada tarea.

SER ATENTOS CON LOS DEMÁS

  Para San Benito, el respeto debe caracterizar todas nuestras relaciones con las personas. “Recíbanse a todos los huéspedes que llegan como a Cristo”, dice san Benito en la Regla, en especial “al recibir a pobres y peregrinos”. Si todos somos atentos y considerados con el prójimo —incluso con nuestros enemigos—, contribuiremos a construir un mundo que refleje el amor de Dios.

PRACTICAR LA DISCIPLINA

  El santo abad decía a sus monjes que pusieran fin de forma puntual a cualquier cosa que estuvieran haciendo cuando llegara el momento de pasar a otra tarea, por difícil que fuera hacer el cambio, en obediencia a la voluntad de Dios. Quizás no tengamos a un abad que nos dicte cuál es nuestro horario, pero forzarnos a nosotros mismos a seguir un programa bien diseñado nos libera realmente de la esclavitud de nuestros impulsos.

LEER A MENUDO PARA NUTRIR MENTE Y ALMA

  San Benito hacía que sus monjes dedicaran una parte importante del día a leer la Escritura u otros libros edificantes, entre periodos de trabajo, oración y la cena. Leer buenos libros puede darnos ideas frescas, hacernos más empáticos, ensanchar nuestra mente y enseñarnos sabiduría del pasado y del presente.

ENTENDER Y RESPETAR NUESTRAS PROPIAS PRIORIDADES

  Para los monjes, la mayor prioridad es buscar a Dios, en especial en la oración. La Regla entera se organiza en torno a este principio. San Benito repite una y otra vez, con fórmulas que varían ligeramente: “Nada absolutamente antepongan a Cristo”. Tenemos que saber cuáles son nuestras prioridades y respetarlas en la manera en que empleamos nuestro tiempo.

HACER LAS PACES CON LOS DEMÁS

  En diversos modos y circunstancias, San Benito insta a sus monjes a disculparse siempre que pudieran haber ofendido a otro. Les recuerda el requerimiento de la Sagrada Escritura: “Busca la paz y síguela” y el bien de “reconciliarse antes de la puesta del sol con quien se haya tenido alguna discordia”. Esto nos ayuda a crecer en bondad, además de a contribuir a la estabilidad de la comunidad.

VIVIR CADA DÍA COMO SI FUERA EL ÚLTIMO

  El santo abad decía a sus monjes que debían “tener la muerte presente ante los ojos cada día”. Esto nos ayuda a recordar nuestras prioridades y centrarnos en lo esencial.

  Quizás no seamos monjes, pero los monjes sí son personas como el resto de nosotros y la naturaleza humana no cambia. El entendimiento que tenía San Benito de la humanidad continúa siendo valioso hoy día. Confiamos en que estos consejos nos iluminen o nos recuerden algunas formas que tenemos para ser más felices y mejores personas, con la ayuda de Dios.

martes, 15 de julio de 2025

JULIO :  ADORAR Y AGRADECER

Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar

 LA ADORACIÓN NOCTURNA MOMENTO PARA CULTIVAR LA INTIMIDAD CON DIOS

             ¡GRACIAS A DIOS!

   Es una de las primeras palabras que enseñamos a los niños: GRACIAS. Porque de pequeños todo lo recibimos gratis, por amor, sin méritos previos. Pues no lo olvidemos, ante Dios nunca dejamos de ser niños, todo lo que nos concede lo recibimos gratis, por eso tenemos que darle gracias. Una y otra vez. La gente agradecida es muy agradable, porque sabes que cualquier servicio que le hagas va a ser apreciado y valorado ¡Seamos también nosotros agradecidos con Dios! En nuestras velas nocturnas, hemos de dedicar un tiempo oportuno para la acción de gracias a través de la Eucaristía. Así nos lo explicaba nuestro fundador: “La Creación es un beneficio inexplicable a no ser por el amor: la Conservación, la Redención, la Gracia Divina, los Sacramentos, son otros tantos beneficios derivados de la bondad de Dios. ¿Cómo recompensarlos? Imposible. ¿Cómo agradecerlos? Imposible también; porque todos aquellos dones supremos tienen un valor infinito que no admite, en lo humano, equivalencia ni precio. Pues bien, el Señor, que es rico en misericordia, nos otorgó este favor también de darnos un medio sobre excelente de agradecer, ofreciéndonos en la sagrada Hostia una acción de gracias, no sólo adecuada, sino perfectamente digna de aquellas mercedes, así como del generoso Autor de ellas y de infinito aprovechamiento además para los mismos que han recibido los beneficios”. (L.S. T. V, 1874, págs.121-123)

   El que es agradecido ensancha su corazón y se hace capaz de recibir nuevos dones. Nosotros hemos recibido inmensos beneficios de la generosidad de Dios: la vida, la fe, el bautismo, la presencia eucarística… Nuestro corazón no llega a abarcar la inmensidad de tanto bien…, por eso necesitamos el Corazón de Cristo en la Eucaristía para agradecer, como se merece, tanto don. Por eso nos unimos a Jesús que más de una vez dijo “Te doy gracias, Padre”.

   Los miembros del cuerpo místico de Cristo nos unimos a la oración de Jesús en la noche. Dar gracias es lo propio de la oración de la Iglesia y lo hace siempre en cada Eucaristía. Y cuanto más lo hace, más se manifiesta lo que somos, es decir, obra de la gracia de Dios. Gracias a Él hemos sido liberados, gracias a Él somos renovados. ¡Gracias por tus gracias, Gracia Eterna! (Cf. CEC 2637)

   Cualquier momento es bueno para dar gracias, porque estamos continuamente recibiendo. Todo lo cotidiano, todo lo que acontece, todo lo que tenemos, incluso lo que no tenemos o nos hiere… Todo es susceptible de formar parte de nuestra acción de gracias.   Así nos lo enseña San Pablo: “En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros” (1 Ts 5, 18). En nuestra vigilia mensual hemos de recoger, por tanto, todo lo ocurrido y recibido durante el mes anterior y presentarlo ante el Señor. Jesús quiere que le agradezcamos; así nos lo enseña en el Evangelio:  “De camino a Jerusalén, Jesús pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, y al entrar en un pueblo, le salieron al encuentro diez leprosos. Se detuvieron a cierta distancia y gritaban: «Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros.» Jesús les dijo: «Id y presentaos a los sacerdotes.» Mientras iban quedaron sanos. Uno de ellos, al verse sano, volvió de inmediato alabando a Dios en alta voz, y se echó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole las gracias. Era un samaritano. Jesús entonces preguntó: «¿No han sido sanados los diez? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Así que ninguno volvió a glorificar a Dios fuera de este extranjero?» Y Jesús le dijo: «Levántate y vete; tu fe te ha salvado» (Lc, 17, 11-19).

   Danos Señor un corazón agradecido, que, como el leproso, sepamos volver a ti después de tu don. Que no te ofendamos por el desagradecimiento. Que en esta noche caigamos a tus pies alabándote y dando gracias por tantas lepras como nos has quitado. Velar en oración, en adoración y en acción de gracias. Es uno de los consejos que nos da San Pablo: “Sed perseverantes en la oración, velando en ella con acción de gracias” (Col 4, 2).

   En nuestro mundo, muchas veces desagradecido para con nuestro Dios, tenemos la misión de dar gracias, en lo que hemos recibido personalmente, pero también en dar gracias por lo que reciben otros. En algún idioma, gracias se dice reconocer. Porque hay que caer en la cuenta, del bien recibido y del amor con el que se da el don. Pero que este espíritu agradecido no se quede sólo entre las paredes de la Iglesia, sino que lo convirtamos en jaculatoria cotidiana, en condimento de nuestra conversación interior, que se nos agudice la mirada para saber ver la mano de Dios en todas las cosas, como nos enseña San Josemaría: “Acostúmbrate a elevar tu corazón a Dios, en acción de gracias, muchas veces al día. Porque te da esto y lo otro. Porque te han despreciado. Porque no tienes lo que necesitas o porque lo tienes. Porque hizo tan hermosa a su Madre, que es también Madre tuya. Porque creó el Sol y la Luna y aquel animal y aquella otra planta. Porque hizo a aquel hombre elocuente y a ti te hizo premioso… Dale gracias por todo, porque todo es bueno”.

   E incluso en las cosas no tan buenas que han ocurrido en nuestra vida, que Dios ha permitido porque sabe sacar de los pozos más oscuros el agua viva de su gracia. Es impresionante el testamento de Santa Bernardita en este sentido: Por la pobreza en la que vivieron papá y mamá, por los fracasos que tuvimos, porque se arruinó el molino, por haber tenido que cuidar niños, vigilar huertos frutales y ovejas; y por mi constante cansancio... te doy gracias, Jesús. Te doy las gracias, Dios mío, por el fiscal y por el comisario, por los gendarmes y por las duras palabras del padre Peyremale... No sabré cómo agradecerte, si no es en el paraíso, por los días en que viniste, María, y también por aquellos en los que no viniste. Por la bofetada recibida, y por las burlas y ofensas sufridas; por aquellos que me tenían por loca, y por aquellos que veían en mí a una impostora; por alguien que trataba de hacer un negocio..., te doy las gracias, Madre. Por la ortografía que jamás aprendí, por la mala memoria que siempre tuve, por mi ignorancia y por mi estupidez, te doy las gracias. Te doy las gracias porque, si hubiese existido en la tierra un niño más ignorante y estúpido, tú lo hubieses elegido (...) Y por el alma que me diste, por el desierto de mi sequedad interior, por tus noches y por tus relámpagos, por tus rayos... por todo. Por ti mismo, cuando estuviste presente y cuando faltaste... te doy las gracias, Jesús.

Para el diálogo y la meditación.

¿Cuántas veces usas esta bella expresión ¡gracias a Dios!?

¿Te gusta que te reconozcan y agradezcan los favores que haces? 

¿Cómo mostrarnos más agradecidos para con Dios?