TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

lunes, 8 de diciembre de 2025

CONVOCATORIA MENSUAL


 

LA PURÍSIMA 

  En el contexto del adviento, brilla la fiesta de María Santísima, primera redimida, fruto y primicia de la redención de Cristo. Esperamos un Salvador, nuestro Señor Jesucristo. El viene a librarnos del pecado y a darnos la libertad de los hijos de Dios. Romperá nuestras cadenas, las cadenas del pecado, que nos atan a nuestros vicios y egoísmos. Y viviremos con él la libertad de la gracia, la libertad del amor, que nos hace hijos de Dios y hermanos de todos los hombres.

  En María todo esto se ha cumplido. Por eso, ella va delante de nosotros como madre buena e inspira nuestro caminar. Mirándola a ella, entendemos la vida cristiana y a dónde nos quiere llevar el Señor. María ha sido colmada de gracia en el momento mismo de su concepción, y por eso, librada de todo pecado, incluso del pecado original. Es la Inmaculada Concepción, la Purísima, la Llena de gracia. "Toda hermosa eres María y en ti no hay mancha de pecado original".

  Esta dimensión de María ha sido vivida en la historia de la Iglesia de manera universal, y particularmente en España. Por eso, María es patrona de España en este título de la Inmaculada. España contribuyó especialmente a que esta verdad se extendiera por todo el mundo. España capitaneó los votos inmaculistas, es decir, las promesas de defender la limpia concepción de María Santísima, su libertad del pecado y su plenitud de gracia desde el comienzo. En 1854 el papa Pio IX proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción, y desde entonces todos los años el Papa va a la plaza de España en Roma para depositar un ramo de flores a la Inmaculada. La Inmaculada y España van unidas en este gesto del Papa, que perdura hasta el día de hoy.

   La única esclavitud que oprime al hombre es el pecado. Y de ahí se derivan todas las demás. El hambre en el mundo proviene del pecado, porque hay alimentos para todos, pero unos se comen lo suyo y lo ajeno. La corrupción en la vida pública proviene del pecado, porque la avaricia del corazón es insaciable y se aprovecha del servicio público para embolsarse privadamente grandes cantidades de dinero. Las guerras y divisiones entre los hombres provienen del pecado, porque cada uno mira solamente sus intereses e introduce la violencia para defenderlos. Las rupturas familiares provienen del pecado, porque no se ofrece el perdón de la convivencia. Toda suciedad del alma proviene del pecado. Necesitamos, por tanto, que alguien nos saque de esta situación y a eso viene Jesús, a salvarnos del pecado y darnos la libertad de ser hijos de Dios.

  Puestos en esa tesitura, alguno podría pensar que ese sueño es imposible. Pero para Dios nada hay imposible, y nos lo demuestra poniéndonos delante de los ojos una señal: María Santísima. En ella Dios ha realizado lo que quiere realizar en cada uno de nosotros, ciertamente en la medida adecuada. En ella, de manera singular y superlativa; en cada uno de nosotros, según la medida de Cristo, según los dones que Dios nos dé y según la respuesta que a tales dones demos nosotros. Pero en María ya se ha cumplido, y por eso ella es nuestra esperanza.

   En el marxismo, el sueño que se proyecta hacia el futuro no existe, es una utopía para alentar la esperanza colectiva. En el cristianismo, el ideal tiene rostro concreto: se llama María. Lo que Dios ha hecho en ella quiere hacerlo en nosotros, es posible, ya lo ha cumplido.

  Por eso, el adviento es tiempo de esperanza, porque el que viene a salvarnos, Jesucristo, ya está en medio de nosotros, se oculta en el seno de María virgen, que nos lo dará en la nochebuena, nos trae la alegría del perdón de Dios y de su misericordia. Pongámonos en actitud de conversión, con deseo de purificar tantas malas hierbas de nuestro corazón, y brotará en nosotros una vida nueva, que llenará nuestro corazón de alegría. El adviento es tiempo de esperanza y de alegría, porque nuestros problemas tienen solución en Dios, en Jesucristo. Y María es prueba de ello.

             De una Carta Pastoral de, + Demetrio Fernández, Obispo emérito de Córdoba

sábado, 29 de noviembre de 2025

 ADVIENTO: EL TIEMPO QUE LATE EN EL CORAZÓN

   Este tiempo litúrgico —que abre cada año el ciclo cristiano y prepara el corazón para el Nacimiento del Señorestá cargado de historia, simbolismo y teología… Antiguos concilios, lecciones de grandes Papas, interpretaciones medievales y claves bíblicas se unen para mostrar que el Adviento es mucho más que una preparación: es el pulso mismo de la fe cristiana.

 Cuando Benedicto XVI explicaba la profundidad del Adviento, lo hacía desde la raíz misma de la palabra. Recordaba que San Pablo, en su Primera Carta a los Tesalonicenses, habla de la parousia, la venida del Señor. De esa expresión griega deriva el término latino adventus, origen del nombre con el que hoy la Iglesia designa este tiempo. Pero para el Pontífice, Adviento no significaba únicamente esperar la llegada del Señor al final de los tiempos. Incluía también la idea de visitatio, una visita íntima y personal de Dios que irrumpe hoy en la vida de cada creyente. Es Dios entrando en el corazón humano, tocando su historia concreta y hablándole en lo profundo… un acontecimiento presente: la venida cotidiana del Señor que no deja de acercarse.

   Aunque no existe una fecha precisa del origen del Adviento, hay documentos que evidencian su antigüedad en las Iglesias locales. En el año 380, el Concilio de Zaragoza estableció uno de los primeros marcos de preparación previa a la Navidad. Su cuarto canon invitaba a los cristianos a acudir cada día al templo desde el 17 de diciembre hasta el 6 de enero, reforzando así la centralidad del misterio de la Encarnación. Siglos después, el beato dominico Santiago de la Vorágine profundizó en la estructura del Adviento; Para él, las cuatro semanas de este tiempo representan las cuatro venidas de Cristo.

  Aunque la Iglesia enfoca especialmente dos de estas venidas —la histórica y la futura—, esta visión medieval subraya un mensaje esencial: el Adviento abarca toda la vida cristiana, desde el nacimiento de Jesús en Belén hasta su retorno como juez misericordioso.

  El 17 de diciembre comienza lo que muchos llaman la “Semana Santa” de la Navidad, aunque el Misal Romano utiliza el nombre oficial de Ferias Mayores de Adviento. Estos días constituyen la segunda parte del Adviento y presentan una estructura litúrgica muy rica. Los Evangelios narran los acontecimientos inmediatamente previos al Nacimiento del Señor, tomadas de san Mateo y san Lucas, mientras que la primera lectura recorre profecías mesiánicas del Antiguo Testamento que anuncian al Mesías esperado… En esta semana intensa, el ritmo litúrgico se vuelve más solemne, más contemplativo y más expectante, como si toda la Iglesia contuviera la respiración ante la inminente irrupción del Emmanuel… El propósito de esta semana es claro: conducir a los fieles al corazón del misterio navideño, recordando que la Encarnación no es un episodio pasado, sino el acontecimiento que transformó para siempre la historia humana.

  Juan Pablo II, en 1978, apenas iniciado su pontificado, ofreció una de las catequesis más profundas sobre este tiempo litúrgico. Para él, el Adviento no era simplemente un periodo dentro del año litúrgico, sino el ADN espiritual del cristianismo. “El cristianismo no es solo una religión del Adviento —afirmaba— sino el Adviento mismo”… Así, Juan Pablo II invitaba a los fieles a vivir el Adviento no como un tiempo pasajero, sino como un modo de existir.


sábado, 22 de noviembre de 2025

EL PAPA NOMBRA A MONS. VALDIVIA ADMINISTRADOR APOSTÓLICO DE CÁDIZ Y CEUTA

 

    El papa León XIV ha nombrado este sábado, 22 de noviembre, administrador apostólico de la Diócesis de Cádiz y Ceuta a Mons. Ramón Darío Valdivia Giménez, obispo auxiliar de Sevilla, aceptando la renuncia presentada por Mons. Rafael Zornoza como obispo de esta diócesis.

    Mons. Valdivia, obispo auxiliar de Sevilla desde 2023. Nació en Osuna (Sevilla) el 16 de diciembre de 1974. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla (1997). Bachiller en Teología en el Centro de Estudios Teológicos de Sevilla. Fue ordenado sacerdote el 14 de septiembre de 2003. Además, es licenciado en Filosofía por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma (2006) y doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Lateranense de Roma (2008). Es doctor en Derecho por la Universidad de Sevilla (2020). Su ministerio sacerdotal lo desarrolló en la diócesis de Sevilla, de la que es obispo auxiliar desde 2023.

PALABRAS DE MONS. VALDIVIA A LA DIÓCESIS DE CÁDIZ Y CEUTA

     Queridos hermanos y hermanas de la Diócesis de Cádiz y Ceuta:

¡Alabado sea Jesucristo!

    En el día litúrgico de la mártir Santa Cecilia, la Santa Sede ha hecho pública la aceptación de la renuncia de Mons. Rafael Zornoza Boy como Obispo de la Diócesis de Cádiz y Ceuta. Al mismo tiempo ha comunicado mi nombramiento como Administrador Apostólico en espera de que el Santo Padre provea un nuevo Obispo diocesano.

   Quiero expresar mi agradecimiento al Santo Padre León XIV por la confianza que ha depositado en mi persona para esta nueva responsabilidad en el servicio episcopal para la Diócesis de Cádiz y Ceuta. Una vez más, pongo mi humilde “sí” para que se manifieste el amor de Dios, a través de mi pequeñez. Será un periodo transitorio, pero cada instante cuenta en nuestro camino de fe, por eso estoy decidido a vivirlo con intensidad y agradecimiento. ¡Estoy dispuesto!

   En mi nombre, y en el de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, quiero agradecer de corazón a D. Rafael su servicio en esta Iglesia durante los últimos catorce años. Rezaremos especialmente para que recupere totalmente la salud. También quiero agradecer a todos los que trabajaron en nuestra diócesis para transmitirnos el más hermoso patrimonio que tenemos: la fe.

   Comienzo mi misión entre vosotros con la confianza de quien no llega como un extraño. Aunque hay muchas zonas que aún no conozco de vuestra diócesis, otras en cambio, me son muy cercanas, tanto geográfica como espiritualmente. Espero poder estar cerca y testimoniar el amor de Dios.

   Estoy muy agradecido al Señor por el encargo de servir a esta Iglesia hermanas con las que ya he colaborado previamente a través de mi labor en la Delegación de Patrimonio de la Asamblea de los Obispos del Sur y en otras invitaciones que me han hecho.

 Queridos hermanos sacerdotes y diáconos; consagrados y consagradas (especialmente de clausura); seminaristas y familias, ¡contad conmigo para impulsaros a responder a los desafíos del mundo con un cristianismo maduro y entregado! ¡Queridos niños y jóvenes, adultos y personas mayores, enfermos y necesitados, pobres y migrantes, ojalá podáis encontrar en mí el hermano que os acoja y muestre el camino hacia Dios!

 Quisiera aprovechar este saludo para mostrar mi reconocimiento y disponibilidad a la sociedad civil de Cádiz y Ceuta: desde los responsables de la administración pública a los servidores en los ámbitos militar, académico, cultural, jurídico, sanitario, etc. La pluralidad religiosa, cultural y social que configura nuestra diócesis es una oportunidad significativa para seguir aportando dinamismo y esperanza a nuestra sociedad. La peculiaridad geográfica la convierte en puerto de llegada y salida, por tanto, lugar de encuentro y de conocimiento mutuo. Os pido que me ayudéis a colaborar para que yo también sea, puente de unidad y de paz.

   Me pongo en las manos del Espíritu Santo, para poder llevar a cabo la misión que se me ha encomendado. Ruego a la Madre de Dios, en las distintas advocaciones de nuestras diócesis, que me concedan la ternura y la firmeza necesarias para transmitir el tesoro de la fe; y, a los Santos Patronos de la Diócesis de Cádiz, Servando y Germán, y los Santos Mártires franciscanos, protectores de Ceuta, que me ayuden a entregarme hasta el extremo.

       Con mi bendición y afecto, hasta que nos veamos pronto,

+ Ramón Darío Valdivia Jiménez

Administrador Apostólico de Cádiz y Ceuta

22/11/2025


viernes, 31 de octubre de 2025

 

INDULGENCIAS QUE SE PUEDEN DONAR A LAS ALMAS EL PURGATORIO

     Constitución Apostólica sobre las Indulgencias “Sacrarum Indulgentiarum Recognitio”

 

 

“…La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos.” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1032)

“Mediante las Indulgencias, los fieles pueden alcanzar para sí mismos y también para las Almas del Purgatorio la remisión de las penas temporales, consecuencia de los pecados.” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1498).

“La indulgencia es parcial o plenaria según libere de la pena temporal debida por los pecados en parte o totalmente.” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1471)

 

REQUISITOS PREVIOS PARA OBTENER LAS INDULGENCIAS

 

    ¡Devoción! Es la palabra clave en todas las Indulgencias… asistir con devoción, orar con devoción, llevar los objetos benditos con devoción y cumplir con la Obra prescrita para ganar la Indulgencia, pero de nada servirán los actos realizados si no tenemos una verdadera devoción. Además, para obtener Indulgencia Plenaria es requisito primordial cumplir las condiciones siguientes en un mismo día.

1. Confesión sacramental. (Recientemente durante la semana, aunque recomendable el mismo día)

2.  Comunión, es necesario participar en la Santa Misa.

3. Oración por las intenciones del Papa, incluyendo Credo, Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

4. Obra de Caridad o de Penitencia: dar limosna o visitar a enfermos, ancianos, minusválidos, niños abandonados u otra persona en necesidad; dar ofrendas a instituciones de caridad o a la Iglesia; ayuno, abstinencia de comida, bebida o actividad agradable; o un ofrecimiento que requiera sacrificio.

5. Peregrinación a una de las Iglesias designadas.

     Los enfermos y ancianos imposibilitados de hacer la peregrinación pueden obtener la indulgencia ofreciendo a Dios sus sufrimientos y molestias; y cumpliendo con la Confesión, Comunión y oraciones indicadas frente a un altar en su casa.

     Las cinco condiciones pueden cumplirse unos días antes o después de rezar o hacer la obra que incorpora la indulgencia, pero es conveniente que la comunión y la oración por las intenciones del Papa se realicen el mismo día rezando a su intención un solo Padrenuestro y un Avemaría; pero se concede a cada fiel la facultad de orar con cualquier fórmula, según su piedad y devoción.

 

INDULGENCIAS SÓLO APLICABLES A LAS ALMAS DEL PURGATORIO

DEL “ENCHIRIDION INDULGENTIARUM” DE S.S. PAULO VI

 

 

DEL 1 AL 8 DE NOVIEMBRE

 

X  Visitas al cementerio: Se concede indulgencia plenaria, aplicable sólo a las almas del purgatorio, a los fieles cristianos que visiten piadosamente un cementerio (aunque sea mentalmente) y que oren por los difuntos.

 

2 DE NOVIEMBRE – CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS

 

X    Visitas a Iglesias u Oratorio: Se concede indulgencia plenaria, aplicable sólo a las almas del purgatorio, a los fieles cristianos que, el día en que se celebra la Conmemoración de todos los Fieles Difuntos, visiten piadosamente una iglesia u oratorio. Dicha indulgencia podrá ganarse o en el día antes indicado o, con el consentimiento del Ordinario, el domingo anterior o posterior, o en la solemnidad de Todos los Santos. En esta piadosa visita, se debe rezar un Padrenuestro y Credo. Y parcial rezando piadosamente Laudes y Vísperas del Oficio de difuntos; el Salmo 129-30 -De Profundis-; o la jaculatoria – “Dales, Señor,  el descanso eterno, y brille sobre ellos la luz eterna. Descansen en paz. Amén”. (cf. Ritual de exequias).

LA SOMBRA DEL CIPRÉS ES ALARGADA

   Es una novela hermosa de nuestro escritor castellano Miguel Delibes: La sombra del ciprés es alargada. Ambientada en una ciudad como Ávila, austera y amurallada, en donde la vida sencilla se desarrollaba en esa calle trasversal de Vallespín. Esta novela, marcará un antes y un después en la narrativa española, y parece que está especialmente escrita para ser leída en noviembre, cuando el otoño ceniciento nos sume en la nostalgia más noble llena de melancolía, y la liturgia nos lleva al recuerdo de los santos todos y a la memoria de nuestros difuntos…

  La sombra del ciprés… Es el árbol más sagrado de nuestros camposantos, en donde su misma estructura erguida nos educa a mirar hacia lo alto como si su altura y su vector nos estuviesen provocando para levantar vuelo, para elevar los ojos, hacia algo más grande y más sólido […] Es simplemente una indicación, una invitación, en donde nadie es suplido ni forzado a cosas distintas a su propio destino […]

  No hace falta que andemos importando ritos ajenos y leyendas extrañas, cuando la larga tradición cristiana nos invita a algo tan nuestro como ver los árboles como donantes de hojas, nuestros senderos campestres alfombrados de ellas, nuestros parques y bosques en esa purificación de ramas y ramajes para aprender a ir a las raíces de lo que propiamente es esencial.

  Es en este ambiente, donde nosotros rezamos por nuestros seres queridos que nos han precedido en la vida, en la fe y en la esperanza para ellos cumplida. Los tenemos presentes como quien recuerda con agradecimiento a quienes en nosotros dejaron su bondad y su imborrable semilla. Y por ellos musitamos una oración, traemos a la memoria su paso y su sonrisa, mientras fortalecemos la firme convicción de que para ellos y para todos nosotros nos aguarda esa otra vida que Cristo nos ganó con su resurrección.

 Tiempo de evocaciones, de sombras alargadas, de cipreses enhiestos sin ser altivos, que nos recuerdan con sobria dulzura que las tristezas tienen caducidad cuando dejamos entrar la esperanza. Por mucha que pueda ser la apretura, siempre cabe esa vía de apertura que no tiene el desenlace casi desesperado del Don Juan Tenorio de Zorrilla, ni la frivolidad de quien cree que aquí no pasa nada. El ciprés es como una flecha, que bien arraigada en el suelo de la tierra, sabe soñar venturas de cielo que saben comenzar cada alborada. Así habría que traducir la esperanza a quienes por tantos motivos tanta desesperanza sufren en nuestros días, y así también deberíamos recordar a quienes se nos adelantaron en la vida y en el trance de morir, sabiendo que la muerte no tiene la última palabra.

+ Fr. Jesús Sanz Montes, OFM-Arzobispo de Oviedo

                                                                           DE UNACARTA PASTORAL