¿Es bíblico el purgatorio?
Una de las principales
controversias entre la teología católica y el protestantismo y las sectas es
"el purgatorio". Según la teología protestante es una doctrina
inventada por la Iglesia Católica que no tiene apoyo en las Escrituras. ¿Es
cierto esto? En este artículo intentaré responder a esto y profundizar en esta
doctrina desde las Escrituras y los Padres de la Iglesia.
¿Que enseña el magisterio sobre el purgatorio?
Se define el purgatorio como :
Estado transitorio
de purificación necesaria para aquellos que, habiendo muerto en gracia de Dios y teniendo segura su
salvación, necesitan mayor purificación para llegar a la santidad necesaria para entrar en el cielo. Esta
purificación es totalmente distinta al castigo del infierno. El purgatorio es
doctrina de fe formulada en los Concilios de Florencia (cf. DS 1304) y de Trento (cf. DS 1820; 1580).
La realidad del purgatorio la
negaron los cátaros, los valdenses, los reformadores y parte de los griegos
cismáticos. Los concilios unionistas de Lyon y Florencia hicieron la
siguiente declaración contra los griegos cismáticos, que se oponían
principalmente a la existencia de una lugar especial de purificación, al fuego
del purgatorio y al carácter expiatorio de sus penas : «Las almas que
partieron de este mundo en caridad con Dios, con verdadero arrepentimiento de
sus pecados, antes de haber satisfecho con verdaderos frutos de penitencia por
sus pecados de obra y omisión, son purificadas después de la muerte con las
penas del purgatorio» ; Dz 464, 693; cf.
Dz 456, 570 s.
El purgatorio no
es para la salvación de nadie, sino para la purificación de los que ya son
salvos. ¿Por qué sufrir,
si el sufrimiento de Jesús fue completo en la Cruz? Sí lo fue. Es exactamente
porque padeció Jesús en la Cruz que tenemos que sufrir. Somos imitadores de
Cristo. Revivimos la vida de Jesús en la Tierra. Esto incluye sus sufrimientos:
me gozo en lo que padezco por vosotros, cumplo en mi carne lo que falta de las
aflicciones de Cristo por su cuerpo que es la iglesia (Col 1, 24). No es porque Cristo no sufrió bastante, sino porque su vida está en
nosotros. Y si no padecemos por amor en esta tierra, tendremos que padecer en
la próxima: Quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado (1 P 4, 1). Los protestantes piensan que la doctrina del purgatorio disminuye la
gracia salvadora de Cristo. Pero no es cierto. El enfoque no está tanto en el
poder salvador de Dios, sino en nuestra respuesta a Él como seres
libres. El purgatorio es simplemente la etapa final de la santificación.
El purgatorio es
la etapa final de la santificación. Los
protestantes creen en la santificación aunque su significado es generalmente
muy nebuloso e incierto. ¿Qué hace que uno piense que la muerte de alguna
manera lo hace inmediatamente santo, santificado, aunque pudo haberse acercado
a la muerte lleno de egoísmo, de pensamientos malvados, de la avaricia, y del
miedo? El purgatorio es la etapa final del santificación, la santificación
sin la cual nadie verá a Dios (Heb 12:14).
"Nunca entrará en ella nada impuro, ni los idólatras ni los farsantes,
sino sólo aquellos que tienen su nombre escrito en el libro de la vida, el
libro del Cordero” (Apocalipsis
21:27). Si
el proceso de la santidad no se ha terminado en la tierra, si nosotros todavía
estamos llenos de egoísmo y amor propio, Dios, en su infinita misericordia, continua este proceso luego de nuestra
muerte para que podamos un día gozar de su gloria.
¿Habla la Biblia de otro lugar además del cielo y del infierno?
La doctrina de la
Iglesia sobre el Purgatorio encuentra fundamento en la Biblia, cuando esta se
sabe interpretar correctamente. Basta con dar las evidencias bíblicas a favor
de la doctrina del purgatorio. Cada una de estas evidencias vendrá acompañada por un texto de los padres
de la Iglesia que demuestran que ellos los interpretaban igual que nosotros:
a) 2 Macabeos 12, 43ss.
«Y habiendo recogido dos
mil dracmas por una colecta, los envió (Judas Macabeo) a Jerusalén para ofrecer
un sacrificio por el pecado, obrando muy bien y pensando noblemente de la
resurrección, porque esperaba que resucitarían los caídos, considerando que a
los que habían muerto piadosamente está reservada una magnífica recompensa; por
eso oraba por los difuntos, para que fueran librados de su pecado».
Para la exégesis de la perícopa
conviene advertir los siguientes elementos:
1) El autor inspirado alaba no sólo la acción, sino la
persuasión de judas («obrando muy bien y pensando noblemente de la
resurrección»), lo que no podría hacer si el modo de pensar de judas fuera
falso.
2) Los elementos esenciales de ese modo de pensar son: a) que aquellos
difuntos no han
muerto en estado de condenación o enemistad con Dios («considerando que a los que habían muerto
piadosamente está reservada una magnífica recompensa»); b) sin embargo,
algo les falta todavía, de lo cual deben ser librados («para que fueran librados de su pecado»); c) todo ello se
hace en orden a la resurrección para que en ella reciban la misma suerte que
los demás judíos piadosos.
El texto del 2 Macabeos
12, 43-46 da por
supuesto que existe una purificación después de la muerte.
b) Mateo 12, 32:
«El que insulte al Hijo
del Hombre podrá ser perdonado; en cambio, el que insulte al Espíritu Santo no
será perdonado, ni en este mundo, ni en el otro».
Sugiere que hay
otro lugar y que la expiación puede suceder después de la muerte. Esto significa
que en la otra vida hay pecados que sí se perdonan y otros que no se perdonan.
Estos pecados que sí se perdonan en la otra vida ¿Dónde se perdonan?. ¿En el
infierno? No puede ser porque en el infierno no hay redención. En el cielo
tampoco, porque nada manchado entra allá (Apocalipsis
21, 27). Luego,
debe un tercer lugar en la otra vida donde sí se perdonan.
Esta cita los
padres de la Iglesia la usaron para probar el purgatorio. San Agustín
en Ciudad de Dios 21:24, San Gregorio Magno Diálogos 4:39, San Beda en
Comentario sobre Marcos 3…
«Pero, sin embargo,
debemos creer que antes del día del juicio hay un fuego del Purgatorio por
ciertos pecados pequeños: porque nuestro Salvador dice que el que habla
blasfemia contra el Espíritu Santo no lo perdonará, ni en este mundo, ni en el
mundo por venir . De la oración que aprendemos, que algunos pecados
son perdonados en este mundo, y algunos otros pueden ser perdonados en el
próximo: porque lo que se niega con respecto a un pecado, se entiende que se
concede sobre otro. Pero, sin embargo, esto, como dije, no debemos creer, sino
solo en relación con los pecados pequeños y muy pequeños, como, por ejemplo, la
charla diaria ociosa, la risa inmoderada, la negligencia en el cuidado de
nuestra familia, errores ignorantes en asuntos sin gran peso...» (San Gregorio Diálogos 4,39)
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