TIEMPO LITÚRGICO

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lunes, 11 de noviembre de 2024

¿Es bíblico el purgatorio? 


     Una de las principales controversias entre la teología católica y el protestantismo y las sectas es "el purgatorio". Según la teología protestante es una doctrina inventada por la Iglesia Católica que no tiene apoyo en las Escrituras. ¿Es cierto esto? En este artículo intentaré responder a esto y profundizar en esta doctrina desde las Escrituras y los Padres de la Iglesia.

¿Que enseña el magisterio sobre el purgatorio?

   Se define el purgatorio como :

   Estado transitorio de purificación necesaria para aquellos que, habiendo muerto en gracia de Dios y teniendo segura su salvación, necesitan mayor purificación para llegar a la santidad necesaria para entrar en el cielo. Esta purificación es totalmente distinta al castigo del infierno. El purgatorio es doctrina de fe formulada en los Concilios de Florencia (cf. DS 1304) y de Trento (cf. DS 1820; 1580).

  La realidad del purgatorio la negaron los cátaros, los valdenses, los reformadores y parte de los griegos cismáticos. Los concilios unionistas de Lyon y Florencia hicieron la siguiente declaración contra los griegos cismáticos, que se oponían principalmente a la existencia de una lugar especial de purificación, al fuego del purgatorio y al carácter expiatorio de sus penas : «Las almas que partieron de este mundo en caridad con Dios, con verdadero arrepentimiento de sus pecados, antes de haber satisfecho con verdaderos frutos de penitencia por sus pecados de obra y omisión, son purificadas después de la muerte con las penas del purgatorio» ; Dz 464, 693; cf. Dz 456, 570 s.

    El purgatorio no es para la salvación de nadie, sino para la purificación de los que ya son salvos. ¿Por qué sufrir, si el sufrimiento de Jesús fue completo en la Cruz? Sí lo fue. Es exactamente porque padeció Jesús en la Cruz que tenemos que sufrir. Somos imitadores de Cristo. Revivimos la vida de Jesús en la Tierra. Esto incluye sus sufrimientos: me gozo en lo que padezco por vosotros, cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo que es la iglesia (Col 1, 24). No es porque Cristo no sufrió bastante, sino porque su vida está en nosotros. Y si no padecemos por amor en esta tierra, tendremos que padecer en la próxima: Quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado (1 P 4, 1). Los protestantes piensan que la doctrina del purgatorio disminuye la gracia salvadora de Cristo. Pero no es cierto. El enfoque no está tanto en el poder salvador de Dios, sino en nuestra respuesta a Él como seres libres. El purgatorio es simplemente la etapa final de la santificación.

  El purgatorio es la etapa final de la santificación. Los protestantes creen en la santificación aunque su significado es generalmente muy nebuloso e incierto. ¿Qué hace que uno piense que la muerte de alguna manera lo hace inmediatamente santo, santificado, aunque pudo haberse acercado a la muerte lleno de egoísmo, de pensamientos malvados, de la avaricia, y del miedo? El purgatorio es la etapa final del santificación, la santificación sin la cual nadie verá a Dios (Heb 12:14). "Nunca entrará en ella nada impuro, ni los idólatras ni los farsantes, sino sólo aquellos que tienen su nombre escrito en el libro de la vida, el libro del Cordero” (Apocalipsis 21:27). Si el proceso de la santidad no se ha terminado en la tierra, si nosotros todavía estamos llenos de egoísmo y amor propio, Dios, en su infinita misericordia, continua este proceso luego de nuestra muerte para que podamos un día gozar de su gloria.

¿Habla la Biblia de otro lugar además del cielo y del infierno?

  La doctrina de la Iglesia sobre el Purgatorio encuentra fundamento en la Biblia, cuando esta se sabe interpretar correctamente. Basta con dar las evidencias bíblicas a favor de la doctrina del purgatorio. Cada una de estas evidencias vendrá acompañada por un texto de los padres de la Iglesia que demuestran que ellos los interpretaban igual que nosotros:

a) 2 Macabeos 12, 43ss. 

   «Y habiendo recogido dos mil dracmas por una colecta, los envió (Judas Macabeo) a Jerusalén para ofrecer un sacrificio por el pecado, obrando muy bien y pensando noblemente de la resurrección, porque esperaba que resucitarían los caídos, considerando que a los que habían muerto piadosamente está reservada una magnífica recompensa; por eso oraba por los difuntos, para que fueran librados de su pecado».

  Para la exégesis de la perícopa conviene advertir los siguientes elementos:
  
1) El autor inspirado alaba no sólo la acción, sino la persuasión de judas («obrando muy bien y pensando noblemente de la resurrección»), lo que no podría hacer si el modo de pensar de judas fuera falso.

   2) Los elementos esenciales de ese modo de pensar son: a) que aquellos difuntos no han muerto en estado de condenación o enemistad con Dios («considerando que a los que habían muerto piadosamente está reservada una magnífica recompensa»); b) sin embargo, algo les falta todavía, de lo cual deben ser librados («para que fueran librados de su pecado»); c) todo ello se hace en orden a la resurrección para que en ella reciban la misma suerte que los demás judíos piadosos.

     El texto del 2 Macabeos 12, 43-46 da por supuesto que existe una purificación después de la muerte.

b) Mateo 12, 32:

   «El que insulte al Hijo del Hombre podrá ser perdonado; en cambio, el que insulte al Espíritu Santo no será perdonado, ni en este mundo, ni en el otro»

   Sugiere que hay otro lugar y que la expiación puede suceder después de la muerte. Esto significa que en la otra vida hay pecados que sí se perdonan y otros que no se perdonan. Estos pecados que sí se perdonan en la otra vida ¿Dónde se perdonan?. ¿En el infierno? No puede ser porque en el infierno no hay redención. En el cielo tampoco, porque nada manchado entra allá (Apocalipsis 21, 27). Luego, debe un tercer lugar en la otra vida donde sí se perdonan.

   Esta cita los padres de la Iglesia la usaron para probar el purgatorioSan Agustín en Ciudad de Dios 21:24, San Gregorio Magno Diálogos 4:39, San Beda en Comentario sobre Marcos 3…

   «Pero, sin embargo, debemos creer que antes del día del juicio hay un fuego del Purgatorio por ciertos pecados pequeños: porque nuestro Salvador dice que el que habla blasfemia contra el Espíritu Santo no lo perdonará, ni en este mundo, ni en el mundo por venir . De la oración que aprendemos, que algunos pecados son perdonados en este mundo, y algunos otros pueden ser perdonados en el próximo: porque lo que se niega con respecto a un pecado, se entiende que se concede sobre otro. Pero, sin embargo, esto, como dije, no debemos creer, sino solo en relación con los pecados pequeños y muy pequeños, como, por ejemplo, la charla diaria ociosa, la risa inmoderada, la negligencia en el cuidado de nuestra familia, errores ignorantes en asuntos sin gran peso...» (San Gregorio Diálogos 4,39)


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